Rafael Delgado R.

 

Como ha sido un patrón de conducta de los gobierno de Néstor y Cristina Kirchner, se toman decisiones tacticas hacia la derecha cada vez que el capitalismo salvaje arremete contra el supuesto capitalismo de «crecimiento economico con inclusion social» (termino utilizado por el BID y asimilado al discurso de Cristina Fernández) afincado en el consumo de las clases C y D como mecanismo imaginario de bienestar economico, con fuertes políticas clientelares ineficientes y sin modificación de las estructuras de los poderes legislativo, judicial y ejecutivo como continuacion de los gobiernos de Menem, De La Rua y Duhalde.

El gobierno kirchnerista realizó dio si respuesta a los reclamos de las clases medias y altas, generando también condiciones de ganancias extraordinarias a empresas transnacionales como Barrick Gold, Monsanto, Repsol y Chevron, Wall Mart, bancos, alimentarias, farmaceuticas y petroleras en general.

Asi, el capitalismo kirchnerista amazó fortunas mediante concesiones otorgadas a empresarios cercanos para garantizar un colchón que permita sobrevivir en el llano el resto de la vida no-politica gubernamental, por medio de negocios privados surgidos de actividades públicas via retornos de concesiones arregladas otorgadas por el Estado nacional a concesionarios socios del gobierno.

 

En Argentina, representantes de clase rica gobernaron-gerenciaron el pais en los ultimos 50 años conciliando con los poderes reales para mantenerse en el gobierno, y el kirchnerismo no es la excepción con sus propios matices: luego de gobernar una década y ahora acorralado en 2013 por los errores forzados por el capitalismo salvaje (controlador del modelo k, serio), el equipo económico de Cristina debió nuevamente ceder a los reclamos del poder real y entregar varios miles de millones de dólares para contener la corrida cambiaria que, según datos del propio ministro de economía, se llevo en los ultimos tiempos más de 60.000 millones de dólares de las arcas del Banco central: toda una definición de inoperancia y complicidad.

Los últimos 18 meses de gobierno hasta el 10 de diciembre de 2015 deparan una profundización  hacia el pragmatismo pedido por el FMI y el Banco Mundial en materia indicadores de precios de la economía, aumento real de tarifas de servicios publicos (via reduccion de subsidios a las personas), pago a fondos buitres a pesar de haber despotricado contra ellos, permisos de aumento de precios a la mayor parte de los bienes y servicios consumidos por los argentinos (retrocediendo en su idelogia nac& pop) y con pocos instrumentos efectivos para el control de las estructuras de costos de los conglomerados formadores de precios en territorio nacional, salvo pactar precios hacia el alza de forma permanente.

El temor a la persecucion judicial luego de finalizado el gobierno el 10 de diciembre de 2015 hace prever mayores pactos con el poder económico y sus personeros,  atrincherándose el kirchnerismo en una fórmula presidencial propia (con o sin Scioli, gobernador proyanqui-sionista) y una segura derrota en 2da vuelta electoral en manos del neoliberalismo real.

La entrega de la banda presidencial a un candidato de la «derecha originaria» es el precio de sostener un relato ficticio ante millones de argentinos mientras se aseguraban ganancias fabulosas a empresas nacionales y extranjeras a costa de un falso crecimiento sin educación, justicia o  infraestructura eficientes, pero con millones de celulares, autos, motos y plasmas para adormecer la conciencia crítica, y permitir sin embargo, la restauración del neoliberalismo 100% en manos de algún candidato de las corporaciones transnacionales estadounidenses sojeras, mineras o petroleras pero más confiable aun que la propia Cristina.