Gustavo Rani

Hace varios años me pregunto porque en momentos de crisis política o económica, siempre eran tan pocos los funcionarios que salían a contrarrestar la andanada de violencia mediática que se lanzaba sobre Néstor y Cristina Kirchner, máximos representantes del proyecto que conduce los destinos del país desde el 25 de mayo de 2003 por mandato del pueblo argentino.

Uno de los grandes problemas políticos de estos años de gobierno, fue que el kirchnerismo como corriente del justicialismo y el Frente Para la Victoria como herramienta electoral, carecieron de cuadros políticos a la altura del momento histórico que hemos vivido, especialmente por falta de conciencia crítica y autocrítica, característica que no poseen aquellos que, para estar cerca del calor del poder, se convierten en seguidores chupamedias de sus liderazgos circunstanciales a cambio de cargos, prevendas y caja clientelar.

En general, estos sectores forman parte del gobierno como grupos o bandas contratadas por el Estado para realizar trabajo de militancia y ofrecer aparato a la hora de los momentos difíciles o durante las campañas políticas.

Por ejemplo, el grupo político oficialista denominado «Unidos y Organizados» a duras penas paso la prueba de la realidad, pues carecen de dirigentes calificados y con conocimientos y conciencia cercana a la de Néstor o Cristina, quienes debieron crear su propio grupo (La Cámpora) para liderar a los demás grupos que fueron así conducidos y cooptados por Máximo Kirchner.

Mientras en mayor o menor grado estos sectores aspiraban más recursos del gobierno, reducían sus demandas y anulaban su crítica a las acciones gubernamentales para convertirse en el denominado «kirchnerismo bobo», que llevó a la derrota electoral del 27 de octubre del 2013, junto a los impresentables y mercenarios intendentes del gran Buenos Aires -que si juntan votos pero los vendieron al massismo- y ahora pretenden ungir a Daniel Scioli como presidente de la Argentina.

Cristina dió demasiadas batallas sola y con muy pocos generales y coronoles políticos que puedieran conducir a la tropa a una victoria segura, y que ante la inoperancia extrema de varios de sus ministros (sin poder propio) y con menor base de sustentación luego de las contradictorias medidas devaluatorias y la reducción del salario vía aumento de precios, advierte la necesidad de jugarse las últimas fichas y foguear a quienes le van quedando como los últimos kirchneristas duros: estos son los casos de Andrés «Cuervo» Laroque, posible futuro ministro de Desarrollo Social, y el gobernador de la provincia de Entre Ríos, Sergio Uribarri, quien por las dudas y ante el desgaste prematuro de Coqui Capitanich, se presenta como la opción «Muleto» ante posibles salto de fusible del jefe de gabinete y ex gobernador del Chaco.

Así, con los años que han pasado, los funcionarios, cuadros, dirigentes y politicos kirchneristas utilizaron los espacios de poder en beneficio propio y de sus allegados, sin una construcción colectiva para acompañar de manera eficaz a nuestra presidenta en los momentos díficiles que han pasado y los por venir.

 

Gustavo Rani es militante peronista