Néstor Mario Fernández

 

Cuando los denominados «dirigentes políticos» van construyendo su carrera, es un patrón común de comportamiento recurrir a la apropiación del trabajo ajeno (de sus compañeros dirigidos) para beneficio propio, vender a sus potenciales jefes y competidores la formación de equipos de trabajo con el objetivo de negociar prebendas personales y utilizar los espacios políticos logrados para intereses personales: robar para hacer política con el trabajo de otros.

En Argentina, estas características modelan a los «cuadros políticos» del gobierno nacional y popular que bajo el paraguas de Néstor y Cristina Kirchner han logrado enpoltronarse para realizar negocios propios, y junto con el nucleo duro del gobierno, aislarse de la sociedad provocando su debilitamiento político a pesar de la propaganda mediática en su favor.

Estructuras fracasadas como los «Encuentros de la Militancia» durante el mandato de Néstor, el engendro de la «Tranversalidad», y el fracaso de la «Corriente de la Militancia» -integradas por grupos aliados al gobierno- desembocaron en la conformación de «La Cámpora» y en la creación del último intento por aglutinar a organizaciones sociales y políticas -aplicando las prácticas clientelares y negocios propios con recursos suministrados por el gobierno- conformaron así el espacio «Unidos y Organizados» (UyO) conducido por decisiones genéticas de Máximo Kirchner, ejecutadas por el tandem Cuervo Larroque-Wado De Pedro.

Bajo este esquema de «mi esclavo o enemigo» se fue imponiendo un falso paradigma del «militante solidario» hacia la militancia honesta para tapar el reparto de recursos entre los dirigentes de UyO, quienes careciendo de ideas compran proyectos -en general inoperantes- que justifiquen los subsidios gestionados desde el Ministerio de Desarrollo Social en el que recaló hace algunas semanas un administrador de este grupo para hacer la cabecera de playa del próximo arribo de Larroque al ineficiente Ministerio conducido por Alicia Kirchner.

El fracaso del kirchnerismo por derivación de recursos en programas poco eficacez y el «quemado» de cuadros por «buling militante» desembocó en una crisis a lo interno del kirchnerismo, quien ante un escenarios de retirada, ha decidido pactar nuevamente con el establishment para tomar medidas neoliberales y entregar el gobierno a sectores más conservadores aún y de probada alineación con el ala más radicalizada de los grupos económicos, quienes no ven ya en Cristina Kirchner a una eficiente socia-gerente minoritaria que desde el Estado les permita saquear impunemente las riquezas creadas por el trabajo de los argentinos.

Los dos problemas centrales de la Argentina son las corporaciones cuasimafiosas empresariales, sindicales, mediáticas y partidarias que junto a las organizaciones sociales y ONGs han conducido a la mayor parte de los ciudadanos a una situación al estancamiento económico y educativo, creando una ficción consumista alimentada por los medios de comunicación y los supermercados gracias a la complicidad del gobierno y su equipo económico, que luego de convalidar la fuga de 90.000 millones de dólares, somete al pueblo a niveles insostenibles de aumento de precios generalizados, restando capacidad de subsistencia a las mayorias populares.

El fracaso político, económico y moral es una realidad evidente en vísperas de un nuevo «período parlamentario» en un país de economía transgénica primarizada por la soja, los funcionarios militantes, el poder económico, los cuadros quebrados, los intelectuales truchos, el relato engañoso, la falta de eficacia, el aislamiento polítco, la traición a la clase trabajadora, el pacto con las corporaciones transnacionales amigas (Monsanto, Barrick, Chevron, etc.) y la construcción de un tiempo-espacio donde se rompe la conexión circunstancial con la «clase polítca» para abrirse un nuevo período de convulsiones sociales de final abierto, aunque previsible, para los ojos de los buenos obervadores de realidades reales, ante la existencia de un estrepitoso fracaso del kirchnerismo por toda la línea.

 

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