Rafael Cano

 

 

En 2013 se fugaron 13.000 millones de dólares de la Argentina y en los últimos dos años 23.000, para alcanzar a lo largo de 10 años la friolera de 90.000 millones. Estas exhorbitantes cantidades de dólares estadounidenses migraron desde las arcas del Banco Central de la República Argentina hacia el exterior del país con la autorización legal de la entidad bancaria que permitió, además, utilizar estas reservas para pagar la deuda externa asumida por el Estado argentino durante la sangrienta dictadura militar 76-83, convalidada luego por todos los gobiernos democráticos (con excepción de la semana de Adolfo Rodríguez Saá que declaró el default en 2002)

 

Como se observa en el gráfico, es durante el inicio del gobierno de Cristina Fernández que comienza una llamativa salida de dólares. Todos sabían que este proceso se estaba dando y que irremediablemente concluiría en una brutal caída de reservas y que en plena crisis, el capitalismo mundial resolvió demandar sus propios billetes del banco argentino.

 

El denominado «Cepo» o control de cambios se fue realizando paulatinamente e impulsó la demanda de la moneda norteamericana hasta el punto de limitar las compras por internet en el exterior y aplicar un impuesto del 35% a las compras con tarjeta de crédito fuera del país, mientras los dólares se fugaban a traves de la compra de bonos, pagando deuda, comprando energía y entregando dólares a los importadores que sobrefacturan las compras a sus cómplices proveedores.

 

Un capitalismo muy tonto para autodefinirse como «serio».