Fernando Rosso
La Verdad Obrera

La vuelta de Cristina Fernández a la cadena nacional es la manifestación de dos fracasos. Por un lado, el de la apuesta a la “nueva” conducción en manos del Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, cuyo capital político se disipó a golpes de crisis energética, motines policiales, devaluación e inflación. Y por el otro, el fracaso de las promesas de asistencia social que ya no re-encantan a nadie. El anuncio de un nuevo subsidio – $600 mensuales- para costear los estudios de los jóvenes que no estudian, ni trabajan (lo hacen en forma precaria o ganan menos del mínimo), es una nueva y tardía dádiva. Cristina dijo que el nuevo plan “Progresar” beneficiaría a los jóvenes que son “los hijos del neoliberalismo”. La realidad es que son el producto de la flexibilización, la precarización laboral y el trabajo en “negro” que afecta esencialmente a los jóvenes y una gran parte los sectores más bajos de la clase obrera. Las leyes neoliberales de flexibilización fueron sostenidas por este gobierno y son el “corazón del modelo”. Solamente con su anulación mejoraría cualitativamente la situación de la juventud y de gran parte de la clase trabajadora, pero el gobierno opta por el asistencialismo demagógico con subsidios limitados que -como pasa con la Asignación Universal-, terminan licuados por la inflación.

Ataque al bolsillo obrero y popular

Mientras CFK hacía discursos para la tribuna, la devaluación del dólar oficial impulsada por el gobierno llegaba, al cierre de esta edición, a los $7,13 (y el “blue” a $12,10), y en lo que va del año suma un 9%. Esto empuja la inflación que se aceleró en los últimos dos meses. Por otra parte, el intento de acordar con los acreedores de la deuda agrupados en el “Club de Paris”, apuesta a un nuevo endeudamiento que subordine aún más a la nación al capital financiero internacional (pág. 4).

Mientras dan vía libre a una devaluación cada vez más acelerada, la gran apuesta para “combatir la inflación” es el intento de imponer un techo a los salarios. En este punto existe un consenso del gobierno con los empresarios y los partidos de la oposición patronal. La “moderación” en los reclamos de los trabajadores es exigida a coro por la burguesía y sus representantes políticos.

El ajuste ya se está descargando sobre los trabajadores por dos vías: la devaluación y la inflación que licuan el salario; y la productividad que recae esencialmente sobre los músculos y los nervios de los trabajadores -ya que no hay inversión cualitativa- permite aumentar las ganancias de manera directamente proporcional al aumento de la explotación.

Demagogia en Massa

El proyecto de ley del ex – intendente de Tigre y ahora diputado nacional, Sergio Massa, que propone prohibir los despidos “sin causa” por 180 días, es pura demagogia. La trayectoria de este amigo de la embajada norteamericana, del grupo Clarín, de las patronales “sojeras”, y que hizo de Tigre un “territorio liberado” para la construcción de los lujosos barrios privados, debería bastar para desnudar el carácter demagógico de la propuesta. Pero además, formalmente el proyecto no ataca los problemas concretos que sufren los trabajadores cuando comienzan las crisis. Aunque muchas patronales despiden a los trabajadores efectivos y sobre todo a los que se organizan (como en Kromberg & Schubert), un método tradicional es el despido de contratados (bajo la forma legal del “cese de contratos”), el proyecto nada dice al respecto.

Sin embargo, esta propuesta oportunista de Massa expresa que se postula como un referente para aglutinar al conjunto de la oposición al gobierno. Sectores del mismo kirchnerismo reconocen que la ruptura con la burocracia sindical y con Moyano, -una expresión distorsionada de su enfrentamiento al movimiento obrero-, fue un error estratégico de CFK. Gran parte de los votos que perdió el gobierno entre 2011 y 2013 expresan a franjas de estos trabajadores. Los sectores más de izquierda se volcaron hacia el apoyo al Frente de Izquierda. Massa apuesta a capitalizar con demagogia el descontento de esta base obrera.

El resto de la oposición patronal (UCR-Socialistas-PRO) también está en campaña “veraniega”, intentando armar una coalición para aprovechar la crisis y división del peronismo. Hasta ahora sólo “lograron” profundizar sus internas.

La burocracia sindical “unida”…con los políticos patronales

Más allá de las cinco centrales en las que está atomizada la burocracia sindical, en general se está dividiendo en dos grandes tendencias: los que apoyan al gobierno y se proponen como los garantes del techo salarial y los que orbitan alrededor de la oposición peronista, sobre todo de Sergio Massa. Hugo Yasky encabeza el ranking de los garantes del “cepo” al salario y por esto la paritaria docente se convertirá en “testigo” para la clase obrera.

La fracasada cumbre de Moyano y Barrionuevo pretendió marcarle la cancha y “apurar” a los candidatos patronales del peronismo para que aceleren su enfrentamiento con el gobierno. Ni Massa, ni Scioli, ni De la Sota –que está agitando un proyecto para limitar el derecho a huelga en la provincia de Córdoba-, se hicieron presentes.

Todos tienen acuerdo en garantizar una transición ordenada hacia el 2015 y seguir el mandato del Papa que pidió que “cuiden a Cristina”. Hasta los propios convocantes sacaron un moderado documento que promete mantener la “paz social”. Nada de planes de lucha o movilización, mientras los trabajadores pierden día a día poder adquisitivo.

Diputados de los trabajadores

La denuncia del diputado nacional del PTS en el FIT, Nicolás del Caño, contra el aumento de las abultadas dietas de los diputados y su anuncio de que cobraría $ 8500 y el resto lo donará para las luchas obreras, generó un revuelo en el mundo político y en los medios y una amplísimo apoyo popular que estalló en las redes sociales. Nicolás no hace más que cumplir con el programa que levantó en la campaña el Frente de Izquierda, y que exige que “todos los legisladores y funcionarios cobren lo mismo que una maestra” (pág. 3). Como parte de esa pelea contra la casta política de los partidos patronales, prometió empezar con su propia dieta. Esto ya lo había hecho el legislador por el PTS-FIT en Neuquén, el dirigente ceramista Raúl Godoy, que no solamente cumplió con ese mandato, sino que recientemente volvió a trabajar a la fábrica Zanon, luego de un año de ocupar la banca por el sistema de rotación que acordó el Frente.

Esta demanda elemental busca atacar la “corrupción institucional” de esta democracia para ricos que a través de cuantiosas dietas y cientos de beneficios, coopta a los políticos que terminan viviendo como los empresarios y votando todas sus leyes contra los intereses de las mayorías obreras y populares.

Un programa y una alternativa política de los trabajadores

Pero la medida contra la casta política enriquecida debe ir íntimamente unida a un programa para que la crisis no la paguen los trabajadores. En la disputa por la clase obrera, el FIT debe intervenir con fuerza proponiendo una alternativa política.

Las demandas deben partir de exigir que no vayan presos los petroleros de Las Heras, con los que pretenden escarmentar a toda la clase obrera (contratapa). Por un salario y igual al costo de la canasta familiar, el 82% móvil para los jubilados y una cláusula gatillo que garantice un aumento automático trimestral de acuerdo a la inflación. Terminar con el impuesto al salario. Basta de precarización laboral, pase a planta permanente de todos los contratados. Ningún despido, ni suspensión. Apertura de las cuentas bancarias y libros de contabilidad de las empresas y control obrero y popular de los precios. Trabajo genuino para la juventud, plan de obras públicas, controlado por los trabajadores para garantizar vivienda y trabajo, los fondos para su financiamiento deben provenir del no al pago de la deuda e impuestos a los empresarios del campo y la ciudad. Nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores y monopolio estatal del comercio exterior.

Los sectores combativos y clasistas deben convocar un encuentro nacional de organizaciones obreras combativas, empezando por encuentros regionales, para preparar la batalla por las paritarias. Allí puede concentrarse la fuerza para imponerle a la burocracia un plan de lucha y un congreso de delegados de base, para reorganizar y unir al movimiento obrero ante el ajuste en curso.

Pero además, la tarea estratégica es convertir el gran apoyo que significaron el millón doscientos mil votos que obtuvo el Frente de Izquierda y que permitieron su emergencia como fuerza electoral, en una poderosa fuerza militante de miles obreros y jóvenes en fábricas, colegios y universidades, en el camino de las construcción de un gran partido revolucionario de la clase obrera.