Marcos Lara
La desorientación política que caracteriza las gestión del gobierno de Cristina Kirchner desde su lamentable enfermedad solo puede deberse a la carencia de convicción política de sus funcionarios, a la falta de conocimientos necesarios para resolver problemas y a un cierto agotamiento de conciencia de quienes forman parte del gabinete ministerial.
La «ausencia» de la presidenta es en realizadad la permanente ausencia de los ministros y ministras que, o están de vacaciones interminables o simplemente han perdido la brújula en un mar de desatinos e ineficiencia que los coloca al borde del despido masivo, aunque la presidenta no quiera hacerlo.
Desde la debacle de las elecciones primarias pasando por la votación del 27 de octubre, la inflación, la sedición policial, los saqueos en las provincias, los aumentos salariales «a punta de pistola», perdida constante de reservas de divisas y el sabotaje e ineficiencia eléctrica ponen al gobierno en una dificil situación política y económica con conducción a distancia y en una situación de permanentes contradicciones ideológicas.
La base de sustentación del gobierno nacional se viene erosionando a velocidad de crucero y las conspiraciones de los grupos económicos-mediáticos-financieros acechan el poder gubernamental como no ocurre desde la trágica «125» y con el agravente de la ausuencia física del inmortal Néstor Kirchner.
Un escenario de incertidumbre se cierne sobre el país de San Martín con un gobierno infiltrado por personeros de la nueva oligarquía que dejaron sus convicciones en las puertas de los ministerios y a un pueblo que contempla como sus sueños se desvanecen semana tras semana al desamparo Estatal y en manos de oligopolios extranjeros de alimentos, medicamentos, energía y en cosntante amenaza al salario de los ciudadanos argentinos.