Federico Montes

El ensayo había sido desarrollado en 2012 cuando varios grupos de gendarmes realizaron reclamos salariales como excusa para desafiar el poder del gobierno nacional y colocaron en situación de zozobra a buena parte de la ciudadanía argentina.

Un año después, luego de las elecciones del 27 de octubre y antes de las navidades, varias policías provinciales se amotinaron para liberar zonas de robo y saqueo a los comercios y residencias presionando por aumentos salariales y jugar de ariete de la oposición política que junto al grupo Clarín y sus asociados junto a grupos de poder auspiciados desde EE UU, pretenden instalar un nuevo escenario desestabilizador contra el gobierno de Cristina Kirchner.

El fogoneo e instigación realizado por este grupo corporativo mediático se hizo más evidente esta semana y va adquiriendo características golpistas, arremetiendo una y otra vez contra de las medidas adoptadas por el gobierno y magnificando el «reclamo policial» desde las provincias. Al mismo tiempo se incrementó la presencia en los canales de TV de antiguos personajes desestabilizadores (Eduardo Duhalde) y acérrimos opositores al gobierno, que se proclaman como garantes de la gobernabilidad en un supuesto nuevo gobierno, pero ahora sin características hiperpresidencialistas como los que funcionaron hasta la actualidad.

De esta forma se pretende crear la idea en la población que otro gobierno es posible, al mismo tiempo que se denigra la autoridad presidencial para justificar movilizaciones y cacerolazos contra el gobierno de Cristina, quien alertó sobre el accionar de los policías y otros factores, aunque se refugió luego por temor en una especie de «diálogo» con las principales credos religiosos como intento de tender «puentes a la paz» hacia la sociedad, con una supuesta intermediación celestial para inducir a los saqueadores y al pueblo a permanecer en calma.

El cocktel desestabilizador incluye la impericia del nuevo jefe de gabinete de ministros y ex gobernador, Jorge «Coqui» Capitanich, quien ya ha esmerilado buena parte de su poder de gestión luego de los lamentables hechos sucedidos en su propia provincia del Chaco con un saldo de 5 muertos.

Así, la sociedad argentina dividida en más ricos y más pobres por obra del capitalismo kirchnerista salió a robar los productos más ofrecidos por los comercios y supermercados y más demandados por la propia sociedad de clase media argentina  que intenta quitarse de encima a varios gobiernos feudales provinciales para ir luego por el gobierno nacional antes o después de 2015.