El Socialismo es la única alternativa histórica que garantiza independencia definitiva de Venezuela de la amenaza imperial, tanto externa como interna. Pero el Socialismo, para consolidarse, requiere estar apoyado sobre bases sólidas.
Para lograr esa meta, escribió el Maestro D.F. Maza Zavala que era necesario:“… un nacionalismo revolucionario que apuntase hacia la liquidación del enclave capitalista extranjero, la liquidación del régimen agrario latifundista, la pérdida del poder de la oligarquía interna, el desarrollo de un poderoso sector público de la economía básica, con el dominio de todos los mecanismos estratégicos del proceso de distribución y la convivencia con un sector privado limitado en cierta gama de actividades productivas y de servicios, dentro de la esfera puramente económica…” “…planteamos la exigencia de la liquidación del capitalismo que ha adquirido en nuestro país sus características más negativas, más deformantes, más destructivas, mas desnacionalizadoras y más destructoras de la calidad de vida… cuya característica dominante es la expansión y la profundización del supermonopolio, la concentración creciente del poder de acumulación y de extracción de ganancias…”
Luego de estas citas extraídas de las obras del Maestro Maza, podemos comprender la magnitud histórica de la empresa iniciada en 2013 por el Presidente Maduro para derrotar, no solamente la presente fase de la guerra económica, sino también la guerra iniciada desde el siglo XVII por la oligarquía parasitaria contra el pueblo de Venezuela, contra la Nación venezolana y sus instituciones.
Como apuntase en sus libros nuestro profesor y amigo, el historiador de la Economía Venezolana, camarada Federico Brito Figueroa, la perversa deformación de nuestra actual oligarquía parasitaria se origina desde la época colonial, cuando los grandes terratenientes compartían la condición de comerciantes monopolistas y usureros-prestamistas, para acumular una masa de capital mercantil-usurario donde la riqueza social fundamental se desarrollaba sobre la base de la explotación de los esclavos y de la población rural en condiciones económicas y sociales equivalente a la servidumbre medieval. Esta cita de autoridad extraída de su obra Historia Económica y Social de Venezuela, pinta de cuerpo entero la rapacidad de la actual oligarquía empresarial parasitaria venezolana enconchada en Fedecámaras, Fedeindustrias y la MUD.. Salvando las distancias, podemos ver como todavía aquellas siguen manteniendo en condición de servidumbre no solo a la clase popular venezolana, sino a la clase media y en particular a los pequeños comerciantes que ellos hipócritamente dicen defender. Es, como dice el dicho popular, poner los zamuros a cuidar carne.
Las primeras inversiones de capital monopolista extranjero se producen en Venezuela hacia mediados del siglo XIX, particularmente en el sector ferrocarrilero y la minería del oro y el asfalto. Pero dichas inversiones no afectaron el carácter quasifeudal que tenia la dominación oligárquica mercantil-latifundista sobre el pueblo y la Nación venezolana.
Brito Figueroa señala particularmente la forma despótica como eran tratados los peones agrícolas, sometidos al castigo del látigo y la degradación de los cepos cuando –a juicio del amo- incumplían sus tareas, en la tropelía del endeudamiento forzado que se heredaba de una generación a otra de peones agrícolas, la venta de haciendas incluyendo a sus trabajadores que eran considerados al mismo nivel que los semovientes (ganado vacuno, caballos, mulas y burros), la compraventa de niñas y niños pobres ,para ser utilizados en el servicio domestico, entre otras arbitrariedades.
Por aquellas razones, el ritmo de crecimiento de la economía venezolana fue muy lento, al igual que el crecimiento demográfico de un pueblo atenazado por la pobreza extrema en que vivía la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas acosados por el flagelo del hambre y las enfermedades infecto-contagiosas. Ello explica los procesos insurreccionales ocurridos desde el siglo XIX en la masa de población rural, en la clase pobre y la pequeña burguesía urbana contra los amos de la riqueza territorial agraria y la burguesía comercial usuraria.
El pueblo venezolano comprendió que sus luchas tenían que culminar en el logro de objetivos más importantes que el simple cambio político, tal como la eliminación de la estructura económica capitalista basada en la explotación del trabajo humano. Por ello consideramos que la Revolución Bolivariana conducida por nuestro Segundo Libertador, Hugo Chávez Frías, culmina. el proceso histórico de liberación nacional cuya fase definitiva ha sido emprendida por nuestro actual Presidente Nicolás Maduro.
Los documentos analizados por Brito.Figueroa revelan como, a partir de 1959,. se incrementó sensiblemente la penetración del capital estadounidense en los sectores manufacturero y comercial venezolanos, particularmente en la producción de materias primas agropecuarias y de alimentos.
Venezuela, desde entonces, desempeñaba la función de productor solamente en las últimas fases del proceso manufacturero, con base a las facilidades financieras que otorgaba el Estado venezolano al bloque parasitario dominante de la sociedad venezolana. La repatriación de capitales hacia Estados Unidos por parte de las empresas intervenidas por el capital gringo representaba entre un 35% y 69,8 % del capital invertido. La expoliación de capitales permitió a ciertas empresas recuperar ensolo cinco meses la totalidad del capital invertido en Venezuela.
El negocio de las importaciones es el eslabón de la cadena que nos sujetaba y nos sigue sujetando a la dependencia y la dominación de los monopolios estadounidenses, cuya clave estaba y sigue estando en las manos de la burguesía monopolista parasitaria venezolana. La clase política de la IV República, al igual que la que sus restos enconchados actualmente en la MUD, no puede imaginar el desarrollo económico y sociocultural del pueblo venezolano fuera del ámbito del capital estadounidense. La intima conexión que siempre ha existido entre la burguesía latifundista-mercantil venezolana y los capitalistas extranjeros fue la que originó que durante los siglos XVIII, XIX y XX, buena parte los capitales generados por la venta de materias primas agrícolas en Europa y los Estados Unidos se quedasen en las cuentas bancarias que poseían los burgueses venezolanos en esos países mientras que otra parte retornase bajo la forma de bienes comerciales importados que eran vendidos en nuestro países con ganancias exorbitantes de hasta un 30% sobre el valor originario aquellos. De allí surgen las fortunas familiares vinculadas a los actuales negocios de importación, cuyos degradados descendientes actuales siguen jugando el mismo papel traidor dentro del bloque político de la MUD.
La Revolución Bolivariana tiene como meta superara nuestra condición de país neocolonial que maniató a Venezuela hasta 1998, así como también quebrar la dependencia estructural, histórica, que ha permitido la entronización de la burguesía mercantil monopolista y parasitaria como bloque dominante de la sociedad venezolana. La acentuada fuga de capitales, que es y ha sido siempre el fin último de la guerra económica centenaria que aquella burguesía conduce contra el pueblo venezolano, se ha traducido en los más de 100.000 millones de bolívares, que están depositados en las cuentas privadas de los comerciantes venezolanos en el extranjero, capitales que nunca retornarán a Venezuela mientras el Estado Nacional les siga proporcionando indiscriminadamente los dólares que produce la renta petrolera. A partir de aquella masa monetaria, la burguesía mercantil parasitaria puede armar sus ataques contra la moneda venezolana para incrementar el valor de sus activos depositados en el exterior, tal como hicieron con el Viernes Negro, tal como hacen hoy con la complicidad de los boliburgueses enquistados en CADIVI y otros organismos del Estado, para llevar adelante su permanente guerra ecónómica.y apoderarse indirectamente de la renta petrolera y de los ahorros del pueblo venezolano.
El impacto de la dominación neocolonial que todavía ejercen los Estados Unidos sobre la sociedad venezolana, se materializa en el carácter servil de la burguesía parasitaria venezolana y de la mafia de pseudo-politico traidores enquistada en la Mesa de la Unidad (MUD). Se manifiesta así mismo en la putrefacción de las relaciones sociales a través de la importación de modelos culturales que, a través de las industrias culturales, afectan los patrones de conducta social y hasta la vida cotidiana de los venezolanos y venezolanas, los cuales tienen como objeto desnacionalizar nuestra sociedad. El fin de esa ofensiva cultural que se orquesta a través de los medios de comunicación privados, es el de hacer sentir a los venezolanos y venezolanas, sobre todos de la clase media,, que su relación de dependencia de los monopolios estadounidenses y europeos, así como con nuestra oligarquía financiera y comercial parasitaria, es esencial para mantener y reproducir su vida cotidiana.. Ello explica el porqué del apoyo que brindan sectores de la clase media y popular a los comerciantes usureros y ladrones, hasta el punto de elegir como alcaldes propuestas por la MUD en ciertas ciudades venezolanas, a delincuentes burgueses identificados plenamente con delitos de usura y robo calificado a los haberes del pueblo..
Lo escrito anteriormente busca, de manera muy esquemática, tratar de poner en contexto histórico la valerosa lucha emprendida por nuestro presidente Nicolás Maduro contra la guerra económica que, hace desde hace más de dos siglos, ha declarado la burguesía parasitaria contra el bienestar del pueblo venezolano