Traducido para Rebelión por Germán Leyens |
Un revelador artículo en primera plana en el New York Times de hoy (“Intercepción telefónica a Merkel da una idea de vasta red de espionaje”) informa cómo el programa global de espionaje de la NSA, que tuvo su origen por lo menos a principios del gobierno de Bush/Cheney, estaba registrando conversaciones telefónicas (y sin duda más tarde las comunicaciones por Internet) no solo de dirigentes como la canciller alemana Angela Merkel, sino también a la líder de la oposición Merkel antes de que su partido llegara al poder en Alemania.
Como dice el Times, el monitoreo de teléfonos, que en realidad se remonta a la Era de la Guerra Fría antes de 1990, “no se limita realmente a los 35 dirigentes de países como Alemania, e incluye también a sus principales asistentes y a los jefes de partidos de oposición”.
Es algo bastante significativo, y el periódico dice que ha sabido, primordialmente gracias a revelaciones de documentos publicados por el informante fugitivo Edward Snowden, que el espionaje fue incluso más lejos, para tener en la mira a posibles futuros dirigentes de así llamados “Estados amigos”.
Pero el Times acepta sin cuestionarla la explicación presentada por el mentiroso profesional James R. Clapper, director de inteligencia nacional y máximo jefe de la controvertida Agencia de Seguridad Nacional (NSA), de que su espionaje a dirigentes actuales y potenciales era, es y ha sido, ante todo, bien conocido por presidentes, y en segundo lugar que su propósito era simplemente ver “si lo que dicen es compatible con lo que sucede realmente, y cómo las políticas de otros países “tienen impacto sobre nosotros en toda una serie de temas”.
Es bastante amplio. La primera explicación es realmente una forma eufemística de decir que la NSA quiere ver si los pretendidos amigos y aliados de EE.UU. están mintiendo. La segunda es una forma eufemística de decir que EE.UU. espía para obtener información confidencial sobre los objetivos estratégicos y estrategias de sus aliados, y probablemente sus posiciones de negociación sobre cosas como tratados de comercio, regulaciones internacionales, etc.
Lo que el Times no pregunta en todo su informe sobre este programa de espionaje de dirigentes y potenciales dirigentes es si podría haber otro motivo para esta extraordinaria campaña de espionaje de dirigentes: el chantaje.
¿De qué otra manera explicar la reacción remarcablemente tibia de dirigentes que son víctimas de este espionaje por la NSA sobre sus comunicaciones privadas? ¿De qué otra manera explicar la renuencia de otorgar refugio a Snowden, quien después de todo les ha permitido conocer la perfidia de EE.UU.? ¿De qué otra manera explicar la supina aquiescencia de Europa frente a EE.UU. en sus guerras criminales contra Iraq y Afganistán, y su apoyo incondicional a Israel?
El Times tampoco formula la siguiente pregunta obvia, que es: Si la NSA está espiando de un modo tan amplio y exhaustivo a dirigentes extranjeros, grabando realmente las conversaciones, no solo los números que son llamados, y somete las grabaciones a búsquedas de palabras clave, ¿no es probable que haga lo mismo con dirigentes en EE.UU.? Y si es posible imaginar que la NSA está posibilitando el chantaje de dirigentes extranjeros, ¿no es igualmente posible que lo mismo ocurra en el interior del país?
Siguiendo esta línea de pensamiento, deberíamos reflexionar a continuación sobre quién realizaría el chantaje. Ha habido alguna sugerencia de la Casa Blanca de que el presidente “no sabía” del espionaje a Merkel y otros dirigentes. Clapper y el director de la NSA Keith Alexander han negado que el presidente no haya sido informado sobre su espionaje a dirigentes de naciones amigas, pero se sabe que los dos son mentirosos respecto a las acciones de la NSA. Por cierto, Clapper fue obligado a admitir que mintió al Congreso – y ahí mismo tenemos evidencia prima facie de que la NSA ha estado chantajeando a miembros del Congreso, o por lo menos que los miembros del Congreso piensan que son vulnerables a chantaje. Esto es porque a pesar de la escandalosa ofensa de Clapper al mentir al Congreso sobre el masivo programa de espionaje de su agencia, ni un miembro del Senado o de la Cámara, o de los dos Comités de Inteligencia del Congreso, ha solicitado una resolución por desacato en su contra.
¿Cómo es posible algo semejante? ¿Miembros del Congreso citan rutinariamente o amenazan con citar a personalidades deportivas por desacato al Congreso por mentir a senadores o representantes sobre su uso de esteroides, y a pesar de ello, cuando el jefe de la organización de espionaje de la nación miente sobre una operación de un tamaño sin precedentes, simplemente lo dejan pasar?
Tiene que haber un motivo para tal cobardía ante semejante insulto institucional.
Es realmente sorprendente que con todos los crímenes que son cometidos contra la Constitución por este gobierno, las guerras ilegales, el espionaje contra ciudadanos, las mentiras de la Casa Blanca, y la abyecta rendición regulatoria ante la industria bancaria –una industria universalmente denigrada por el público estadounidense– que ni un solo miembro del Congreso haya tenido el coraje de presentar una resolución de acusación de juicio político, tal como lo hizo el representante Henry Gonzales (demócrata de Texas) contra George H. W. Bush en enero de 1991, cuando el presidente Bush padre lanzó la primera guerra de EE.UU. contra Iraq. Es realmente sorprendente que en esta era de rutinarios abusos constitucionales y crimen corporativo rutinario, no haya habido ningún senador Wayne Morse para cuestionar toda la premisa de lo que se está haciendo. Hay que recordar que fue el senador Morse (demócrata de Oregón) quien, junto con el senador Ernest Gruening (demócrata de Arkansas), votó contra la resolución del Golfo de Tonkin que lanzó a EE.UU. a una masiva guerra hecha y derecha en Indochina. (A propósito de este tema del chantaje, después que Morse votó contra la fraudulenta Resolución Tonkin, y mantuvo su oposición abierta a la Guerra de Vietnam, se supo posteriormente que el presidente Lyndon Johnson ordenó que el FBI vigilara al senador en un esfuerzo por descubrir información que pudiera ser utilizada para silenciarlo o derrotarlo políticamente.)
Yo diría que es casi seguro que el espionaje de la NSA a dirigentes extranjeros es solo la punta de un iceberg político de espionaje, y que el verdadero horror es que está espiando a políticos dentro de EE.UU., y probablemente lanzando indirectas para dejar en claro que está en condiciones de chantajearlos. La pregunta es por cuenta de quién puede estar actuando la NSA. Normalmente se podría suponer que es por cuenta del presidente y de la Casa Blanca, como fue el caso durante el período del presidente Johnson. Pero en la época actual, podría ser que haya otros que están a cargo. Esto podría explicar la fenomenal debilidad y carencia de voluntad política y coraje del actual presidente. Seguramente el presidente Obama sabe que los votantes que lo eligieron quieren un programa agresivo de creación de empleos, quieren el fin de las guerras en el extranjero y un recorte de las fuerzas armadas, quieren que los grandes bancos sean disueltos, y quieren atención sanitaria nacional, no una Ley de Atención Asequible (sic) dirigida por la industria de seguros que los obliga a comprar seguros de una compañía privada, permite que los aseguradores sigan extrayendo beneficios del sistema. Sabe también que el público no quiere recortes en la Seguridad Social y en Medicare, sino la expansión de ambos programas y mejoras en las prestaciones. ¿Por qué iba a socavar el presidente su propio legado y las perspectivas futuras de su propio partido al no presionar a favor de alguno de estos temas? ¿Por qué iba a hablar continuamente de un “Grandioso Pacto” que involucraría la reducción de prestaciones para los pobres y los ancianos – dos baluartes de la mayoría del Partido Demócrata?
¿Será que él también teme ser chantajeado, o que ya ha sido exitosamente chantajeado?
Por cierto no conozco la respuesta a estas preguntas, pero en este momento necesitan obviamente ser formuladas y consideradas.
Hace años, tuve la oportunidad, con otros colegas periodistas, de tener una cena extraoficial con Stanley Sporkin, quien es actualmente un juez federal en retiro, pero en aquel entonces era jefe de la división de puesta en vigor de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por su sigla en inglés). Uno de los miembros de nuestro grupo le preguntó cómo la SEC lograba descubrir algunas de las barrocas artimañas corruptas que investiga (era durante el último año del gobierno del presidente Jimmy Carter, cuando la SEC todavía investigaba realmente la corrupción en Wall Street). Sporkin nos dijo que miembros de su personal de puesta en vigor en realidad pasaban su tiempo imaginando maneras de defraudar a los inversionistas. Una vez que habían imaginado un camino corrupto, salían y buscaban evidencia de que existiera y, típicamente, encontraban a alguien que lo estaba haciendo.
Lo mismo, sospecho, vale para las increíbles nuevas capacidades de espionaje tecnológico de la NSA. Si alguien puede imaginar que esa Kafkaesca agencia está haciendo algo, es casi seguro que la NSA lo esté haciendo. Y ahora mismo, imagino masivos chantajes políticos de la NSA dentro y fuera de EE.UU., en una escala asombrosa y sin precedentes. Y, a propósito, otro informante de la NSA, Russell Tice, ha dicho que mientras estaba en la NSA sabía que la agencia, en 2004, espiaba a Barack Obama, quien entonces era solo un candidato demócrata al Senado de Chicago. Además, incluso si miembros del Congreso y jueces federales solo piensan que están siendo espiados y por lo tanto son vulnerables a un chantaje, no es probable que se salgan de la línea y que voten o dictaminen de manera incorrecta.
La única pregunta restante es ¿quién está detrás de todo este espionaje y posible chantaje? ¿Es la propia NSA un operador trapacero que actúa para proteger y expandir su propio poder? Es posible, pero es más probable, imagino, que algún “gobierno permanente” más amplio compuesto de jefes de intereses corporativos cruciales –tal vez dirigentes de los sectores financieros y de los sectores militares y de inteligencia y unas pocas otras industrias clave como las compañías petroleras– esté controlando entre bastidores.
Tal vez Snowden tenga la respuesta a esta pregunta. Si no la tiene, no nos queda otra alternativa que esperar que aparezca el próximo valeroso informante.
Dave Lindorff es miembro fundador de ThisCantBeHappening! donde este artículo fue publicado originalmente.