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25 de Noviembre de 2013.- Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la Cruz Roja británica ha destinado sus recursos a atajar el hambre en Reino Unido. Se trata de una campaña conjunta con FareShare para hacer acopio de alimentos en las cadenas de supermercados.
No en vano, se estima que en el país se desperdician alrededor de tres millones de toneladas de comida al año, de las que 2,6 millones tienen lugar directamente en los procesos productivos. Tanto es así que se calcula que dos quintas partes de las cosechas de frutas y verduras no llegan a los comercios al ser descartadas por no cumplir estándares estéticos o de tamaño.
Se da la paradoja de que Reino Unido, a pesar de ser la segunda potencia económica europea por detrás de Alemania, cuenta con 5,8 millones de personas viviendo en la pobreza extrema y otros 7 millones con ingresos mínimos. Una situación que se deja notar a pie de calle, donde la demanda de comida se ha disparado haciendo caso omiso a los mensajes de mejora económica que se lanzan desde Downing Street.
Lo mismo sucede en el resto del continente europeo, donde un reciente informe de esta organización humanitaria alertaba de que la crisis económica y las medidas adoptadas para combatirla han derivado en que cada día 43 millones de personas no tengan suficiente comida que llevarse a la boca o que 120 millones estén en riesgo de pobreza. Sólo en los tres últimos años, la demanda de población que requiere de ayuda alimentaria se ha incrementado en un 75% en Europa.
Desde Cruz Roja británica prefieren mantener la neutralidad y una de sus responsables, Penny Sims, se limita a declarar que «como agencia humanitaria apolítica, no discutimos acciones políticas». «Nosotros únicamente proporcionamos voluntarios a FareShare durante el mes de noviembre para recoger alimentos de la cadena de supermercados Tesco», concluye.
Por su parte, la lectura que hace FareShare es mucho más incisiva. Desde su experiencia recogiendo comida para distribuirla en las denominadas charities, (organizaciones de beneficencia) Shakira Silvestri, una de sus responsables, explica que «la recesión, el incremento del coste de la vida y el desempleo hacen que cada vez haya más personas que acudan a por comida, más que en ningún otro momento en la historia de FareShare». Con el reparto de comida, dan apoyo a más de 1.000 organizaciones en todo el país, ayudando a 51.000 personas al día.
El número de organizaciones que piden apoyo a esta organización se ha disparado un 17% en los últimos seis meses. «Uno de nuestros últimos estudios», indica Silvestri, «revela que el 59% de nuestros miembros advierte un crecimiento muy significativo del número de personas necesitadas pidiendo alimentos, y alrededor de un 70% espera que la cosa vaya a peor». En esa coyuntura, el 42% de las charities se enfrenta a los recortes y «más de una de cada diez se ha visto obligada a dejar de proveer comida o a reducir el nivel de servicio como consecuencia directa de ello».
Con todo, FareShare contribuyó el año pasado a procurar 10 millones de comidas, repartiendo unas 4.200 toneladas de comida (un 16% más que el año anterior). De ellas, alrededor del 88% era excedente y habría terminado en el vertedero. Lo más preocupante para la responsable es que «nosotros únicamente manejamos un 1% del excedente de comida disponible en Reino Unido».
Colapso en los bancos
Trussell Trust es una de las organizaciones soportadas por FareShare. Se trata de la mayor red de bancos de alimentos de Reino Unido que, si en 2004 arrancaba su andadura con un banco, en 2009 contaba con medio centenar y en la actualidad ronda los 400. Desde la organización aseguran que el uso de estos bancos de alimentos se ha triplicado en los últimos años. Tanto es así que sólo entre abril y septiembre de este año, esta entidad asegura haber dado paquetes de comida a más de 355.000 personas, más que en todo 2012.
Según las cifras de esta organización cristiana, uno de cada cinco receptores de comida (casi 65.200 personas) acude a los bancos por cambios en sus subsidios, frente a los apenas 15.000 del año pasado. Además, el retraso en el cobro de estos subsidios está provocando que el 35% de quienes acuden solicitando comida lo haga por este motivo.Chris Mould, director de la organización, considera «un auténtico escándalo» esta situación y reclama una acción urgente por parte del Gobierno. Mould se ha convertido en unas de las voces más críticas contra las políticas de austeridad de Cameron desde su posición de independencia. Una posición, por otro lado, a la que no quiere renunciar y, si bien admite que cada vez más las autoridades locales se vuelcan con estos bancos de alimentos, afirma tajante que «les ayudaremos pero nunca formaremos parte del Estado». El director sostiene que «nuestros voluntarios no vienen para trabajar para el Gobierno, sino para ayudar».
El tupido velo del Gobierno
A pesar de que las cifras globales aportadas por las organizaciones de beneficencia hablan de más de medio millón de británicos acudiendo a los bancos de alimentos, desde el partido conservador se resta importancia a la situación. Algunos de los diputados más veteranos, como Lord Freud, niegan la relación entre los recortes llevados a cabo con la reforma del Estado de Bienestar y el boom de los bancos de alimentos, habiendo llegado a declarar el pasado verano que lo que buscan quienes acuden a estos bancos es sencillamente comidas gratis. Por su parte, el ministro de Educación, Michael Gove, atribuyó esta situación de necesidad a una mala gestión de sus finanzas.
Entretanto, el encargo por parte del Gobierno a principios de año de la elaboración de un informe que arrojara luz sobre el porqué de este incremento de dos dígitos en la demanda de ayuda alimentaria ha caído en el olvido. En su lugar, el gobierno de David Cameron tomó la decisión en abril de cambiar el sistema de cupones. En Reino Unido, para poder recibir comida en uno de estos bancos de alimentos es necesario contar con cupones repartidos por los servicios sociales, los centros de empleo o la propia policía.
En estos cupones constaban los datos del beneficiario y la causa por la que se requería la ayuda alimentaria, ya fuera por modificación o retraso en el cobro de subsidios o por denegación de préstamos. Sin embargo, desde el pasado mes de abril, la casilla de los cupones que utilizan los centros de empleo en la que se reflejaba la causa de solicitud de la ayuda ha sido eliminada, por lo que oficialmente ya no consta quiénes acuden a los bancos de alimentos víctimas de la reforma del Estado de Bienestar.