Carlos A. Larriera
Rebelión

 

Las elecciones presentaron un panorama dual. La victoria amplia de Massa en la provincia de Buenos Aires, las derrotas del kirchnerismo en el resto las principales provincias de la pampa húmeda, Santa Fe y Cordoba, y en Mendoza, entre otras. Y el triunfo del kirchnerismo a nivel nacional, con el 33.27 % para diputados y 39.37 % para senadores de los votos totales, consolidándose como la primera minoría y manteniendo quorum propio en ambas cámaras.

La pregunta es qué pasará en las elecciones presidenciales del 2015. Si bien falta mucho, es recomendable un primer análisis de las tendencias que se vislumbran.

Las debilidades del Frente para la Victoria

Las usinas de la derecha difunden la idea de que este gobierno ha agotado su política y deberá tomar medidas cercanas al neoliberalismo, o directamente neoliberales. Sugieren que este gobierno ha hecho todo mal y la única salida es el “ajuste”, y que le dejará este ajuste al próximo gobierno. Y que en el corto plazo deberá de alguna manera devaluar, negociar con los organismos financieros internacionales, promover el ingreso de capitales (no lo dicen pero se refieren a capitales especulativos), etc .

Y dentro de las filas kirchneristas hay algunos que vacilan frente a la posibilidad de tomar alguna de estas medidas.

Lo cierto es que este gobierno se enfrenta con problemas que hasta ahora no ha podido resolver: la inflación y la escasez de divisas.

La inflación se debe fundamentalmente a la estructura oligopólica y extranjerizada de la mayoría de las empresas que proveen al mercado interno. Pero el gobierno no ha podido enfrentar y controlar a estos oligopolios. Y muchos de ellos son los que impulsan a la derecha destituyente.

La escasez de divisas tiene como problema endémico la evasión y la fuga de las mismas. Es cierto que entre las importaciones de la industria automotriz, de combustibles y el turismo se va gran parte del superávit comercial (exportaciones menos importaciones). Pero sin evasión y fuga el escenario sería muy distinto, y probablemente no habría escasez de divisas a pesar de todo [i] .

La evasión (el no ingreso de las divisas en su totalidad) y la fuga (a través de los bancos) no ha podido ser evitada satisfactoriamente por el gobierno. Si no se evadiera el ingreso de divisas provenientes de las exportaciones, y no se fugaran divisas a través de transferencias bancarias (que convierten pesos en dólares de sus clientes y debitan los dólares que transfieren al exterior de las reservas del banco central), la tenencia de divisas (reservas) por parte del Banco Central sería seguramente suficiente. En este momento, por ejemplo, las patronales del campo demoran en liquidar las divisas de sus exportaciones.

La Argentina produce divisas suficientes para cubrir todas las necesidades de pagos al exterior pero gran parte de esas divisas o se evade de ingresarlas al país, y quedan en las cuentas de los exportadores en bancos del exterior, o se fugan del país a través de transferencias bancarias con débito a las reservas del banco central. [ii]

¿Cómo puede solucionar esto el gobierno? En un sentido general no tiene solución bajo el capitalismo, y tampoco tendrá una solución total durante la construcción del socialismo vía revolución social.

Una aproximación a la solución sería la estatización del comercio exterior y los bancos, por un lado, y también la estatización de los oligopolios que suban los precios sin aumentos de costos reales. Pero, en primer lugar, la política del gobierno es otra, básicamente se basa en el supuesto buen comportamiento de las empresas. El gobierno sólo actúa cuando como en el caso de Aerolíneas, Repsol y los ferrocarriles en este momento los desastres de las empresas privatizadas o privadas son calamitosos y la estatización es una necesidad imperiosa.

Además de no ser la estatización la política central del gobierno, por otro lado no necesariamente cuenta con relación de fuerzas para estas estatizaciones. En cierto modo va construyendo esta relación de fuerzas, pero con una debilidad fundamental. Para estatizar los oligopolios, el comercio exterior, los bancos, etc., la única clase social que puede proveer la fuerza necesaria para hacerlo es la clase obrera. Y este gobierno coloca a la clase obrera en un lugar político subordinado, la educa en la conciliación de clases, la educa en aceptar la conducción política de la burguesía. En estas condiciones la fuerza política necesaria de la clase obrera está semiausente.

Este gobierno lleva adelante una política burguesa, pero es esencialmente un gobierno de clase media, tiene una política burguesa desde una visión de clase media, originada en la ideología de la JP de los ‘60/’70. Desde la perspectiva burguesa de clase media la lucha de este gobierno es notable, inédita en la historia argentina. Pero tiene los límites que hemos descripto. Si el gobierno mantiene la dosis de coraje que ha tenido hasta ahora, con todas sus limitaciones, y sigue tomando medidas progresivas, rompiendo barreras hasta ahora infranqueables, y se encamina a una mayor estatización, aunque sea parcial, podrá avanzar hacia la disminución de los problemas de inflación y escasez de divisas, reduciéndolos a una medida tolerable. Si vacila, y se desvía hacia medidas cercanas al neoliberalismo, se estará autodebilitando y colocándose cada vez más en manos de la oposición de derecha destituyente.

También se habla de las debilidades comunicacionales del kirchnerismo, y de la falta de una táctica electoral que dé resultados más positivos. Si bien son temas que necesita mejorar, si el kirchnerismo se encierra en esta problemática desnaturalizará su propia esencia, correrá el riesgo de relegar a un segundo plano lo que es la base principal de toda su política. Los votos a favor del gobierno, su núcleo duro, son los votos de personas que reconocen los beneficios de las muchas reformas que ha llevado este gobierno adelante. Sin abundar, se puede mencionar el agua potable, las cloacas, la electrificación de todo el norte argentino y en general en todo el país, el Plan Procrear, la construcción de viviendas en base a cooperativas con la financiación del gobierno, la AUH, las jubilaciones, los millones de nuevos empleos, etc., etc. Una gran parte de los ciudadanos que han sido beneficiados con estas medidas aprecian y valoran los cambios en su situación social y son votos firmes para el kirchnerismo. Ese es el camino elegido por Néstor y Cristina Kirchner, y profundizado durante la gestión de la presidenta. Ese es un voto genuino, fuerte, duradero. Pero se encuentra con la fenomenal campaña mediática de la derecha destituyente que obnubila a gran parte de la población. Es una pelea desigual en muchos sentidos. La existencia hace a la conciencia, la mejora material tiende a hacerse conciente, pero interfiere en este proceso la formidable campaña mediática. Pero a pesar de todo la única base política fuerte que tiene el kirchnerismo es el camino elegido de reformas sociales, y no sólo no debe relegarlo a un segundo lugar sino que necesita profundizarlo. El kirchnerismo necesita seguir haciendo de las reformas su política central si no quiere desaparecer del escenario político antes o después, de golpe o gradualmente.

En estos límites y contradicciones del kirchnerismo, que son los límites que impone el capitalismo a todo populismo, radican sus posibilidades de crecimiento o decadencia.

El problema general es que a la izquierda del kirchnerismo no hay ningún movimiento político que pueda reemplazarlo mejorando su política. En esas condiciones una destitución o una derrota electoral del kirchnerismo volverá a poner al país bajo un gobierno noventista, corregido y aumentado por el aumento de la crisis mundial, un escenario profundamente negativo para el desarrollo de la lucha de clases.

La ofensiva mediática de la derecha destituyente hace estragos. Pero tiene sus apoyaturas. La principal es el desconocimiento profundo de toda la población, en líneas generales, de cómo funciona realmente el mundo. Ese desconocimiento es impulsado permanentemente por el poder capitalista mundial, y se manifiesta en todos los niveles del conocimiento.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires podemos evaluar que hay un 50 % de la población que se ubica ideológicamente del centro para la izquierda, y otro 50 % del centro para la derecha. Pero hay otro 50 %, que se sitúa al centro, 25% del centro para la derecha y 25% del centro para la izquierda, y este último 50 % es extremadamente volátil, oscila fuertemente con todos los vientos ideológicos, es inestable, permanentemente oscilante. Es este 50 % el principal sector del electorado que produce permanentemente resultados que no se condicen con el 50 y 50 por ciento básico a derecha e izquierda.

En el “interior” del país es algo distinto. En provincias como el Chaco, en las que la obra pública, la electrificación, las reformas, se han llevado adelante con mucha profundidad, la votación a favor del FPV ha sido mayor del 50%. En otras provincias, como la de Buenos Aires, en la que gestión de Scioli dista mucho de haber aprovechado todas las posibilidades de obra pública y reforma que impulsaba el gobierno nacional, esta acción reformista ha sido mucho más débil. Los resultados electorales tienen mucho que ver con esto.

Estas combinaciones entre las gestiones gubernamentales y municipales con la política de obra pública y reformas impulsadas por el gobierno nacional son muy variadas, y sus resultados influyen profundamente en los resultados de la política central del kirchnerismo, de basar sus resultados electorales en la profundidad de estas políticas reformistas.

Si imaginamos un escenario utópico, en el cual el poder mediático, en lugar de denostar permanentemente al gobierno, hubiera difundido ampliamente todas las reformas del gobierno, los resultados electorales serían ampliamente favorables al gobierno.

La izquierda actual, en este caso el FIT, ha hecho una muy buena elección. Se puede pensar que también una parte de los votos kirchneristas se ha volcado a esta votación. El rol de la izquierda actual también pesará seguramente en el 2015. Es indudable que en primera vuelta la izquierda actual puede y debe votarse a sí misma. Pero en el caso que en el 2015 la foto de hoy se mantenga, o sea que exista el actual kirchnerismo y la derecha destituyente disputándose el ballotage, en ese caso no hay dudas que la izquierda actual debería votar impidiendo el triunfo de la derecha, es decir, debería votar por el kirchnerismo en el ballotage. Sobre esto no debería haber duda, toda la historia de la política electoral del bolchevismo así lo testimonia. Pero seguramente la izquierda actual no votará ninguna de las dos alternativas del ballotage, dado que en líneas generales las iguala como dos sectores de la burguesía, tan perjudiciales el uno como el otro para la clase obrera.

De cara al ballotage, de lo que se trata es de lograr el mejor escenario posible en el cual la clase obrera pueda desarrollar la lucha de clases. No cabe duda que de los dos escenarios posibles, es muchísimo peor el triunfo de la derecha destituyente,

El futuro del kirchnerismo, y la posibilidad de que las reformas que benefician a toda la población se profundicen y permanezcan en el tiempo, dependen en gran parte de que el propio kirchnerismo supere en alguna medida sus límites y contradicciones, y que la población en general logre diferenciar los dos escenarios posibles, el de un país gobernado por el kirchnerismo y un país gobernado por el noventismo aggiornado y exacerbado por la crisis mundial.

Notas:

[i] Ver suplemento en CASH de Página 12 del 3.11.13 los artículos Cómo, cuándo y dónde, por Claudio Scaletta y Made in Argentina, por Javier Lewkowicz para una información más detallada sobre estos temas.

[ii] Ver artículo Fuga de divisas y reservas del Banco Central, por Carlos A. Larriera, en Kaos en la Red y en el blog wwwnudosgordianos.blogspot.com.ar