Carlos A. Larriera
La fuga de divisas ha tenido siempre como principal canal a los bancos que operan en el país. Es a través de los bancos
que sus clientes, en particular los grandes empresarios, transfieren dólares a sus cuentas en bancos del exterior para lo cual aportan solamente pesos, generalmente con débito a su cuenta corriente en el banco que hace la transferencia. Normalmente los dólares no los aporta el cliente ni tampoco el banco que hace la transfer[1]encia sino que el banco debita a su cliente el equivalente en pesos, y con esos pesos compra los dólares al Banco Central para transferirlos al exterior. Es decir, los dólares se debitan de las reservas del Banco Central. Este mecanismo es conocido por todos los que transitan el mundo de los negocios, pero no por el ciudadano común. Este artículo intenta llevar al gran público el conocimiento de esta operatoria.
No solamente es conocido en el mundo de los negocios, sino que surge claramente, por ejemplo, en el Informe Final de la Comision Investigadora de la Cámara de Diputados sobre Fuga de Divisas de la Argentina durante el año 2001:[i]
“…el sector privado no financiero es el agente más dinámico de la fuga de divisas mientras el sistema financiero opera como “autopista” que vehiculiza la salida de capitales, mientras al sector público le cabe el papel de garante de dicho proceso, mediante la disponibilidad de sus reservas y la ausencia de medidas que restrinjan o limiten el drenaje de divisas.” (Informe final, Comisión Especial Investigadora de la Cámara de Diputados sobre Fuga de Divisas de la Argentina durante el año 2001¸ Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2005, y FLACSO).[ii]
El sector privado no financiero obviamente se refiere a personas o empresas. El sistema financiero que opera como “autopista” son fundamentalmente los bancos privados. Al sector público le cabe el papel de garante de dicho proceso:[iii]
Mediante la disponibilidad de divisas (las reservas del banco central disponibles para la fuga de divisas)
Y la ausencia de medidas que restrinjan o limiten el drenaje de divisas. O sea, el BCRA no ejerció en el 2001 el más mínimo control sobre esta fuga, siendo que esta fuga le reduce sus propias reservas.
Eso ha sucedido en general siempre, con mayor o menor liberalidad por parte del Banco Central.
¿Por qué razón el BCRA permite, de hecho, esta fuga de divisas? En primer lugar el mecanismo general para transferir divisas el exterior en pago de importaciones, turismo, utilidades de empresas extranjeras radicadas en el país y muchos otros rubros, es el descripto. Esto implica que la transferencia como tal no se puede prohibir. Lo que es necesario controlar es que esas transferencias respondan a operaciones autorizadas y no a fuga de divisas.
Con algunas excepciones el Banco Central es el depositario de todas las divisas que ingresan al país, por exportaciones, préstamos, inversiones de capital, etc. El Banco Central compra esos dólares a cambio de pesos, constituyéndose de esa manera sus reservas. La forma más genuina de constituir las reservas es con las divisas provenientes de las exportaciones.
Las reservas de divisas del Banco Central son necesarias, porque no puede quedar librado en forma absoluta al designio particular de personas o empresas el uso de esas divisas, dado que éstas son la única forma de pago que existe para cubrir todas las necesidades de la población de productos extranjeros.
La legislación en materia cambiaria ha cambiado muchas veces, pero en general siempre se exigió la liquidación de divisas por exportaciones, así como de otros rubros. Es decir, las empresas que exportan y cobran obviamente en divisas, generalmente dólares, deben vender esos dólares al BCRA a cambio del equivalente en pesos.
Esta política se ha mantenido en el tiempo, más allá de los cambios en la legislación. Esto significa que si los dólares se los queda el BCRA bajo la forma de reservas, evidentemente existe un concepto aceptado que debe haber una administración estatal, nacional, de las divisas. De hecho se admite que las divisas son de todos los argentinos, que su cantidad es limitada, y que su uso debe tener una racionalidad en función de las necesidades de todos los argentinos, de las necesidades “del país”. No debe olvidarse que la única forma de comprar cualquier cosa en el exterior es pagando con divisas (dólares).
Por otro lado vivimos en un sistema en que se reconoce la propiedad privada del capital, de manera que cualquiera puede hacer lo que quiera con su dinero. Entonces se plantea el interrogante, ¿Las divisas son propiedad privada del exportador, o pertenecen al estado, al banco central, a todos los argentinos?
Aparentemente la respuesta es dual. Por el sistema penal cambiario deben liquidarse (venderse al banco central) las divisas (al menos las de las exportaciones), por la propiedad privada capitalista parecería que deberían ser del exportador.
En la práctica estos dos criterios se cruzan. Se liquidan las divisas (previa la evasión de una parte de las mismas que surge de la subfacturación de exportaciones)[iv], pero se pueden fugar divisas a través de los bancos. O sea, se liquidan las divisas, y aumentan las reservas del banco central, se fugan divisas y vuelven a disminuir las reservas.
A pesar del Informe Final de la Comisión Especial de la Cámara de Diputados, la mayoría de la población desconoce estos mecanismos.
Generalmente se supone que cuando alguien lleva pesos a un banco, y este banco le transfiere los dólares equivalentes a una cuenta en el exterior, el banco en cuestión vende sus propios dólares, con lo cual toda la operación resultaría ser una transacción entre privados que no podría ser objetada.
Pero no es así. Ningún banco que realiza esa transferencia aporta sus propios dólares. El banco acredita la cuenta del cliente en dólares en el exterior pero a su vez debitando a la cuenta que ese mismo banco mantiene con el banco central, o sea debitándole los dólares al banco central. Es decir, el banco que realiza la transferencia actúa meramente como intermediario de la transferencia de dólares. La operación real es un cliente que pone pesos y el banco central que pone los dólares de sus reservas.
De hecho, el Banco Central siempre ha permitido este mecanismo, en mayor o menor medida. Habría que ver hasta qué punto hoy en día lo sigue permitiendo, y hasta qué punto las leyes y reglamentaciones vigentes lo autorizan para efectuar un control estricto. Y hasta qué punto, en todo caso este estricto control es viable en la práctica. Por otro lado todo control contará con las críticas más feroces de las grandes empresas que realizan la fuga de capitales, a quienes les hacen coro muchos pequeños ahorristas en dólares. Y mientras más estricto sea el control, mayores serán las críticas y las campañas mediáticas en contra.[v]
Como el mecanismo descripto es el habitual en todas las transferencias de divisas que se hacen al exterior, no sólo por importaciones, resulta muy difícil el control de la naturaleza de la transferencia por parte del Banco Central, porque auditar que todas las operaciones correspondan a operaciones autorizadas y no meramente a una fuga de divisas se complica mucho por la diversidad misma de estas operaciones.
Lo primero, lo más importante, lo más necesario, es que toda la población tenga bien en claro cuál es el mecanismo concreto de la fuga de divisas, saber que se realiza a la luz del día a través de los bancos que hacen de intermediarios entre el que fuga divisas, que aporta pesos, y el banco central, que permite que los dólares equivalentes se los debiten de sus reservas, reservas que son indispensables para garantizar todos los pagos al exterior necesarios e imprescindibles para que la economía del país funcione.
Carlos A. Larriera
1.11.13
[i] http://www.flacso.org.ar/uploaded_files/Publicaciones/270_AEYT_Fuga.de.divisas.en.la.Argentina.pdf (ver la portada del libro y el índice)
[ii] Los economistas Eduardo Basualdo y Matías Kulfas publicaron un extenso artículo en la revista Realidad Ecónomica nº 173, del 1.7.2000: “Fuga de capitales y endeudamiento externo en la Argentina”.
[iii] Claudio Scaletta comenta este Informe Final en un artículo en Página 12 del 27.10.2013 “Los bancos actuaron de autopistas para la fuga de capitales en Argentina”
[iv] Es usual que los exportadores declaren al Estado en su documentación de exportación un importe menor del que realmente les paga el importador del exterior. Cuando se cumplen todos los trámites de exportación y el importador del exterior efectúa el pago a través de un banco en el extranjero, normalmente se transfiere al banco de Argentina el importe declarado por el exportador, y la diferencia se deposita en una simple cuenta corriente del exportador en el extranjero perteneciente al mismo banco del exterior que hace la transferencia. Esto no es ningún secreto, es una operatoria habitual tanto de los bancos del exterior como de los bancos locales.
[v] Roberto Feletti se refirió de alguna manera a este tema en un reportaje del diario Página 12 del martes 25.9.12: “Para la derecha las reservas del Banco Central son el reaseguro para dolarizar sus ganancias y fugar capitales. La decisión del Gobierno de disponer esos activos para disminuir la deuda externa o equipar sus empresas públicas los pone muy nerviosos porque pierden un mecanismo para convertir sus ganancias en moneda extranjera.”