Hace unos días nuestro Presidente Nicolás Maduro advertía en un arrebato izquierdista (bienvenido sea) que, debemos acabar con este sistema económico o la burguesía acabará con nosotros. Dicha conclusión no puede inspirarse más que en la situación que está atravesando nuestro país desde el punto de vista económico. Si llevamos dicha conclusión a lo concreto eso quiere decir en criollito que no nos queda otra que acabar con la economía de libre mercado e instaurar la economía planificada socialista. Ohhhh, por fin, empezamos a visualizar el problema epistemológico de la transición al socialismo.

Acaso ustedes creen que podemos seguir con esta economía mixta rentístico-inflacionaria-devaluativa? ¿Hasta cuándo por favor? ¿Acaso no podemos darnos cuenta que la burguesía grande y mediana sigue gobernando este país a través del mecanismo de control del mercado? ¿Acaso no nos damos cuenta que entre más regulaciones les impongamos más mercado negro nace como el hongo en las paredes? Pues claro que nos tumbarán si seguimos creyendo que con el capitalismo de estado regulador vamos a resolver los problemas históricos estructurales y a ganar las elecciones burguesas eternamente.

Sí, señor, como le digo estimado lector, aquí muchos de nuestros dirigentes siguen pensando como el gran During, Bernstein, Kaustsky, Giddens, Dieterich, y un largo etcétera. Es decir, que se pueda mezclar el aceite con el agua, y la basura con las flores. Por ello creo que aquellas palabras del Presidente Nicolás son un buen indicio, de que debemos ir pensando ya en acabar con el oportunismo del reformismo político y empezar a discutir las estrategias para que estas elecciones burguesas sean las últimas de una larga lista.

Pensar en cómo vamos a nacionalizar toda la economía y cómo vamos a poner a todo el mundo a trabajar en la producción. Duélale a quién le duela, no hay otra alternativa, para que empezamos una revolución entonces diría Jean Paul Marat, ¿para dejarla a medias? Vamos, vamos, vamos hacia adelante, optimismo revolucionario y crítica constructiva pero dura a las políticas reformistas que no van a la raíz del problema de la transición.

¡Qué viva Chávez!