Existe hoy un ambiente de euforia en los círculos económicos y financieros y, por lo tanto, también en los círculos políticos de mayor peso en el establishment español, basado en la percepción de que la Eurozona –como colectividad económica y monetaria- se está recuperando y, como parte de esta recuperación, la economía española también está saliendo del hoyo.
Las voces optimistas en la Eurozona son abundantes entre aquellas autoridades que han presionado más por las políticas de austeridad (es decir, recortes de gasto público –incluyendo el social-, disminución de las pensiones y reducción de los salarios), y que ven esta supuesta recuperación como prueba de la sabiduría de las políticas que, por cierto, han sido impuestas a las poblaciones de los países de la Eurozona (y digo impuestas porque en ninguno de estos países los partidos gobernantes que las llevan a cabo tenían tales políticas en su programa electoral).
Hay múltiples ejemplos de estas autoridades y su optimismo. El Sr. José Manuel Durão Barroso, un hombre de derechas, Presidente de la Comisión Europea, declaró el pasado 11 de septiembre que “los últimos datos económicos muestran que los sacrificios realizados hasta ahora están dando sus frutos”. El Sr. Wolfgang Schäuble, Ministro de Finanzas del gobierno alemán y uno de los arquitectos e inspiradores de dichas políticas de austeridad a nivel europeo, también celebra en las páginas del Financial Times la recuperación económica, escribiendo que “lo que estamos ahora viendo es lo que ya dijimos que ocurriría. Las políticas fiscales y las reformas estructurales están llevándonos a esta recuperación, habiendo sembrado las bases para un crecimiento económico estable” (FT. “Ignore the doomsayers: Europe is being fixed”. 16.09.13). Para el Sr. Ministro alemán, una política fiscal correcta es poner como objetivo central de la política gubernamental bajar el déficit y la deuda pública a base de recortes y más recortes del gasto público, y por reformas estructurales necesarias entiende el debilitamiento del mundo del trabajo para permitir la reducción de los salarios, políticas todas ellas promovidas por el gobierno alemán, por el Consejo Europeo, por la Comisión Europea, por el Banco Central Europeo, y por el gobierno español. En realidad, el Sr. Luis de Guindos, Ministro de Economía y Competitividad, también ha declarado al Financial Times que “España ya comienza a ver el fruto de nuestras políticas” (FT., 04.09.13).
Esta percepción de recuperación y este optimismo aparecen no solo entre las derechas, sino también en amplios sectores de las izquierdas. Por ejemplo, en Catalunya, el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, Josep Oliver Alonso, uno de los economistas más influyentes en las áreas económicas del Partido Socialista de Catalunya (el PSC) y que fue asesor económico del gobierno del Tripartito, y que ha sido una de las voces más insistentes en llevar a cabo tales políticas, promovidas por el gobierno alemán (celebró la victoria de la candidata Merkel como un buen indicador para el futuro de la Eurozona), ha indicado, en una entrevista televisiva en la cadena de televisión pública del gobierno de la Generalitat de Catalunya, TV3, que la economía española crecerá el próximo año fiscal un 1,3%, una estimación mayor que la proyectada por el gobierno Rajoy, que es un 0,7%, y ello, de nuevo, como resultado de las medidas de austeridad y reformas del mercado laboral que ha estado proponiendo.
Miremos los datos: ¿dónde está la recuperación, y de dónde deriva, si es que existe?
Martin Wolf, el comentarista en jefe de economía del Financial Times , hace una crítica devastadora de este falso optimismo, crítica que no ha aparecido en nuestros mayores medios. Para entender lo que está ocurriendo hay que entender a dónde nos han llevado las políticas de austeridad y reformas estructurales a los países de la Eurozona. Y los datos muestran esta realidad. Como bien señala Martin Wolf, el PIB de la Eurozona ha bajado un 13% respecto a su tendencia previa a la crisis (en España este bajón ha sido de 7,5% respecto a su pico pre-crisis; en Portugal un 7,6%; en Irlanda un 8,4%; en Italia un 8,8%; y en Grecia un 23,4%). Estos porcentajes de pérdida de riqueza son enormes, causados en gran parte por aquellas políticas que podrían haberse prevenido si se hubieran desarrollado políticas de expansión de signo opuesto, como ocurrió en crisis financieras y económicas anteriores, tales como el New Deal, en EEUU (con el Presidente Roosevelt), y en el periodo post II Guerra Mundial en Europa con el Plan Marshall. El haber llevado a cabo políticas de signo contrario ha contribuido en gran manera a este bajón tan notable.
Una consecuencia de aquellas políticas ha sido un enorme crecimiento del desempleo, un gran bajón de los salarios y una gran reducción de la demanda. El desempleo en la Eurozona ha subido a un 12% (en España a un 26,3%; en Grecia a un 27,9%; en Portugal a un 16,5%; en Irlanda a un 13,8%; y en Italia a un 12%). Y en la mayoría de estos países, el desempleo entre los jóvenes dobla estas cifras. (Es interesante subrayar que las mismas voces que señalan que las pensiones no se podran pagar porque hay demasiados ancianos y pocos jóvenes, apoyan políticas que crean un gran desempleo entre los jóvenes –un 56% en España, mostrando que el mayor problema para la sostenibilidad de las pensiones no es la escasez de jóvenes, sino la escasez de puestos de trabajo para los jóvenes y la precariedad y bajos salarios de estos jóvenes).
La justificación económica para llevar a cabo las políticas de claro corte neoliberal (austeridad más bajos salarios) era incrementar la competitividad y exportar más, y con ello estimular la economía. Es la misma política que se siguió en América Latina en los años noventa, hasta que fueron interrumpidas por gobiernos de izquierda, con programas expansivos que permitieron a aquellos países salir de la crisis. Pero, como bien señala Martin Wolf, Irlanda ha recuperado su competitividad y sus exportaciones han aumentado considerablemente. Y en cambio, su crecimiento económico está estancado, y ello resultado del estancamiento del mayor motor económico y de producción de empleo, que es la demanda doméstica, determinada por el nivel salarial, la tasa de ocupación y el gasto público. A no ser que estas tres variables mejoren, las economías no se recuperarán.
El famoso “milagro alemán” que se atribuye erróneamente a las reformas Schröder, tuvo poco que ver con el supuesto éxito de aquellas reformas. De nuevo, cuando dichas reformas se realizaron, Alemania tenía una ligera recesión, no la depresión que existe ahora en los países periféricos. Y Alemania no tenía ningún problema en financiarse. Los países periféricos están en depresión, y debido a la negativa del Banco Central Europeo a proteger a los Estados frente a la especulación financiera, comprando bonos públicos, estos países no pueden salir de la crisis con las medidas que llevó a cabo aquel gobierno. Comparar la situación de Alemania de los años 2000 con la de los países PIGS es, como bien subraya Martin Wolf, un absurdo. Estos países no pueden salir de la crisis a base de exportaciones. Y España es un ejemplo de ello. Las exportaciones han subido y subido y la economía está estancada, pues el mayor problema económico de estos países es la falta de demanda doméstica, que está relacionada con el enorme deterioro del mercado de trabajo, creado precisamente por las reformas neoliberales.
De ahí que el mayor problema que existe en la Eurozona, y muy en especial en los países de la periferia, sea el desempleo (al cual ahora se añade el descenso de la población que trabaja, y el descenso de los salarios). Estos son los problemas económicos (además de sociales y humanos) que hoy existen y que las políticas que se están llevando a cabo están empeorando. El bajísimo crecimiento económico que se prevé es insignificante para resolver aquellos problemas. Esta es la realidad ignorada, cuando no ocultada, en los centros donde tal sabiduría convencional se reproduce.