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7 de octubre de 2013.- El comienzo del año fiscal en los EE UU este pasado 1 de octubre comenzó un tanto agitado. 

El Senado norteamericano, con mayoría republicana, opositora al presidente Barak Obama, rechazó la extensión presupuestaria dejando sin fondos al gobierno para el pago de sueldos y programas sociales por parte de las agencias estatales. 

La razón sería que el gobierno no habría aceptado la prórroga por un año en la implementación de algunos aspectos de la reforma sanitaria. A partir de esto, casi un millón de personas quedaron con licencia sin goce de sueldo, al tiempo que museos, parques y programas varios se encontraron sin el sustento necesario para seguir funcionando, por lo que se procedió a su cierre temporal. Debido al límite de endeudamiento público establecido por ley, el llamado «cierre del gobierno» fue un hecho por primera vez en 17 años.
El propio jefe del Ejército estadunidense, Ray Odierno, declaró que la situación está dañando las operaciones militares cotidianas. Toda una declaración por parte de un país dispuesto a bombardear Siria. No sería raro que el mismo retroceso en la invasión al país de Medio Oriente se encuentre relacionado con el rojo presupuestario que presenta la principal potencia del mundo, lo que ya de por sí hace bastante impopular una acción de este tipo, cuando el pueblo norteamericano se encuentra cada vez más ajustado.
Frente a la obvia acusación de Obama al Partido Republicano por el «cierre», la Cámara de Representantes, controlada por la oposición, aprobó medidas para reactivar algunos servicios, pero el presidente Obama amenazó con vetarlas. 
La extorsión política desde ambos bandos deja a la deriva las necesidades más acuciantes de la población. 
Es que la cuestión detrás del enfrentamiento entre los bloques republicano y demócrata tiene como eje la deuda pública norteamericana y el sistema de salud. Sin embargo, a pesar de la batahola entre ambos bloques, existe un acuerdo entre ellos que prevalece a la crisis política: más deuda y más ajuste.
 
DEUDA, DÉFICIT , AJUSTE Y CRISIS. La economía norteamericana muestra un nivel de deuda pública sin precedentes, de 16,7 billones de dólares (datos Tesoro de EE UU, agosto 2013), lo que supera su PBI, y provocará el próximo 17 de octubre la imposibilidad de enfrentar el vencimiento de obligaciones por más de U$S 30 mil millones si no se amplía el techo de endeudamiento. Para ello, será necesario el acuerdo político en el Congreso. 
Según Lloyds Blankfein, director general de Goldman Sachs, «una paralización del gobierno tiene precedentes, pero un default no los tiene. Somos la economía más importante del mundo y el dólar es la moneda de reserva de referencia».
Estas declaraciones ponen en alerta a la economía mundial, en el marco de la crisis de deuda en Europa, donde los capitales norteamericanos aparecen rescatando la banca europea y las deudas soberanas. Más aún, teniendo en cuenta que en parte justamente ello es lo que convierte a los bonos públicos de los EE UU en el activo de refugio por excelencia. Un default de los EE UU sería un default mundial. 
El Banco Central Europeo (BCE) y el FMI advirtieron a la prensa que esta declarada paralización del gobierno estadounidense pone en riesgo la recuperación global. Según  el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, incluso podría causar graves perjuicios a los mercados emergentes de África, Asia y América Latina.
Por otra parte, el déficit público de los EE UU superó el billón de dólares en el 2012, cerca del 7% del PBI. Para el 2013  y 2014 se proyectaron progresivas reducciones, que aún así se encontrarían por encima del 3%, meta que impone el FMI a varios países de Europa, y que el propio Tesoro norteamericano considera su objetivo a alcanzar hacia el año 2016.  
El mensaje sobre el presupuesto fiscal para 2014 publicado por la Casa Blanca surbaya que «en los últimos años tanto demócratas como republicanos recortaron el déficit fiscal en más de 2,5 billones de dólares a través de un mix en recortes de gastos y reformas tributarias…».  Dentro del plan de reducción del déficit público, se encuentra justamente la reforma del sistema médico, lo que generaría un ahorro para las cuentas públicas, sumado a la reducción de subsidios agrícolas y reformas en las contribuciones en los sistemas de retiro, y otros. 
Es por ello que frente a los requerimientos de aumentar el límite de la deuda, el comunicado del Tesoro aclara que «aumentar el límite nacional a la deuda no autoriza a nuevos gastos ni al incremento del déficit». Incluso el comunicado oficial explica que el Congreso siempre actuó frente a estas exigencias, y que los líderes de ambos partidos reconocen esta necesidad a pesar del reciente conflicto. 
Sería entonces de esperar, por los intereses económicos que ambos partidos representan, que EE UU no entre en default, y que por tanto la tirantez política actual antes bien sea un  encubrimiento de las necesidades de ajuste y de las negociaciones sobre cómo funcionará el nuevo sistema de cobertura sanitaria del país. 
 
OBAMACARE. El programa sanitario impulsado por Obama y convertido en ley en el año 2010 fue presentado como un intento por garantizar un mínimo de asistencia médica, incorporando al sistema de salud a 32 millones de personas sin seguro médico que no disponen de ingresos por encima del cuádruple de la línea de pobreza a través de créditos fiscales. 
Sin embargo, según el periódico norteamericano The Organizer,  actualmente 47 millones de personas en los EE UU no cuentan con seguro médico, por lo que 15 millones no estarían cubiertos por la ley. 
Por otra parte, según citan a Rose Ann DeMoro, presidenta nacional del Sindicato de Enfermeras, «esta es una ley que beneficia a las compañías de seguros, no es una ley de reforma de salud». La cuestión sería que familias de bajos ingresos reciben subsidios para adquirir seguros de salud privados, mientras que aquellas de medianos ingresos deben hacerlo sin el subsidio, so pena de ser penalizados. Además existirían restricciones para los inmigrantes, imponiendo un período de cinco años de espera para todo residente legal y prohibiendo a los trabajadores indocumentados que usen su propio dinero para adquirirlo. 
Lo que queda al descubierto con esta crisis política es el carácter endeble de una potencia económica que exige el pago de la deuda al resto de los países, y pone exigencias fiscales para el resto. Mientras tanto queda claro que el rojo en las cuentas lo sostiene el pueblo norteamericano. «
 
 

Qué rechaza la derecha republicana

El cruce con los republicanos sobre la reforma sanitaria, tuvo que ver con que a partir de enero de 2014, todos los titulares de empresas con más de 50 empleados están obligados a dar cobertura sanitaria a todos ellos a tiempo completo o pagar una multa de 2000 dólares anuales por cada trabajador no asegurado. 
El partido opositor pidió una prórroga a esta implementación que el oficialismo le negó. 
Según un artículo publicado por El País, la decisión de todas formas no afectaría a la mayoría de las empresas de EE UU (el 96%) que emplea a menos de 50 trabajadores, exentos de la obligación de ofrecer cobertura médica a toda su plantilla. 
Sin embargo muchos empresarios amenazaron con sustituir a los empleados en blanco por contratados, dado que la norma se aplica a quienes trabajan un mínimo de 30 horas. Es decir afrontar una propuesta de salud ya cuestionable, con más precarización laboral.