Ante una sala José Felix Ribas abarrotada de oídos ansiosos que querían escuchar la lectura del libro Los hijos de los días, del escritor uruguayo Eduardo Galeano, su autor, comenzó a hablar de aquel «niño pobre de un pueblo pobre de Sabaneta, que vendía arañas que no tenían patas peludas y que eran sabrosas golosinas».
«Quiero dedicar esta lectura a ese hombre que nunca traicionó a ese niño que había sido». Antes de que dijera el nombre, la multitud aplaudió y secó algunas lágrimas del rostro, y la emoción casi se fundió con el llanto cuando finalmente Galeano pronunció ese nombre que tantos sentimientos desborda: Hugo Chávez. «Hay quienes dicen que murió –dijo-, pero yo no me lo creo».
El periodista uruguayo, de visita en Venezuela, fue presentado la noche de este martes por el escritor venezolano Luis Britto García, quien reflexionó sobre el título de la obra de Galeano e hizo una interpretación sobre el significado del paso de los días para cada persona.
Explicó que este texto, publicado en 2011, desarrolla una literatura calendárica, donde se incluyen 366 efemérides de distintos hechos «que no se borran nunca» y que reflejan «esa esencia imposible de condensar que es un día».
«Este calendario incluye las vilezas con que nuestra especie ha tratado de destruir la esencia humana sin todavía lograrlo», dijo el intelectual venezolano merecedor del Premio Nacional de Literatura, en 2001.
Por su parte, el también autor del libro Las venas abierta de América Latina, que Chávez regaló en abril de 2009 al presidente estadounidense Barack Obama durante la V Cumbre de las Américas, habló sobre el significado del título del texto que leyó la noche de este martes en compañía del ministro de la Cultura, Fidel Barbarito, y otros invitados.
En la cultura maya, explicó, «nosotros somos los hijos de los días» y el tiempo es el fundador del espacio. Por ello, «estamos hechos de historias, y como somos hijos de los días, cada día debe tener historias que contar».
El texto está estructurado con 366 historias de distintas fechas que el autor destacó y que, como definió Britto, «puede leerse de varias formas» e incluso «pueden leer una página por día y así dura más», bromeó.
Entre las fechas que destaca en el texto, está el 11 de septiembre, «Día de la lucha contra el terrorismo»:
Se busca a los secuestradores de países.
Se busca a los estranguladores de salarios y los exterminadores de los empleos.
Se busca a los violadores de la tierra, a los envenenadores del agua y a los ladrones del aire.
Se busca a los traficantes del miedo.
Al referirse al 13 de marzo de 2013, leyó la historia de Domitila Barrios, una de las cinco mujeres que «voltearon una dictadura militar» en Bolivia. Ella, junto a sus compañeras, fue subestimada por los bolivianos «cuando iniciaron su huelga de hambre» para acabar con el régimen dictatorial. En una reunión con compañeros de lucha, Domitila dijo lo siguiente: «Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía, ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro».
El autor de más de 40 obras leyó otras efemérides de publicación, donde aborda temas como el proceso de colonización y conquista en América Latina, los exiliados de los regímenes dictatoriales de los años 70 en el Cono Sur, la destrucción ambiental por parte del ser humano, la discriminación sexual, entre otros.
También hizo referencia a una de las grandes revolucionarias del siglo XX, Rosa de Luxemburgo:
En 1919, la revolucionaria Rosa Luxemburgo fue asesinada en Berlín.
Los asesinos la rompieron a golpes de fusil y la arrojaron a las aguas de un canal.
En el camino, ella perdió un zapato.
Alguna mano recogió ese zapato, tirado en el barro.
Rosa quería un mundo donde la justicia no fuera sacrificada en nombre de la libertad, ni la libertad fuera sacrificada en nombre de la justicia.
Cada día, alguna mano recoge esa bandera.
Tirada en el barro, como el zapato.
Finalmente, al leer sobre el 10 de mayo de 1975, hizo referencia al asesinato del poeta revolucionario Roque Dalton, quien perdió su vida a manos de sus propios compañeros de lucha por diferencias. «Los militantes que matan para castigar la discrepancia son tan criminales como los militares que matan para perpetuar la injusticia», leyo el autor de Memorias del Fuego.
Una vez que terminó la lectura de algunas de las páginas de su libro, el público inmediatamente se levantó de sus sillas, para rendir homenaje al escritor, y lo aplaudió por varios minutos. Él, una vez que cesaron los aplausos, expresó: «Yo solo quería ser jugador de fútbol, soy una vergüenza, y como jugaba tan mal, no tuve más remedio que hacerme escritor».
Videos Fuente: http://www.youtube.com/user/lbracci2?feature=watch