Telesur

 

1° de septiembre de 2013.- Decenas de miles de mexicanos marcharon este sábado en la capital de su país, Ciudad de México, en rechazo a la Reforma Energética propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto, iniciativa que permitiría la inversión privada en el campo de los hidrocarburos, especialmente en la petrolera Pemex.

Con una multitudinaria marcha que alcanzó los cinco kilómetros de longitud, los mexicanos insistieron en “no dar un paso atrás” en defensa del petróleo nacionalizado.
 

La movilización, convocada por los principales sindicatos independientes en México (entre ellos el de maestros y el de electricistas), fue el marco que sirvió a decenas de miles de ciudadanos rechazar lo que consideran la privatización de su petróleo y su gas.

Durante la protesta, el fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Cuauhtémoc Cárdenas y su hijo, Lázaro Cárdenas, cuestionaron el “argumento” del Gobierno de que dicha reforma “aumentaría” la producción de crudo y las plazas laborales; algo que ellos consideran falso.

“No es necesario que por ningún motivo se altere la Constitución mexicana, porque México ya alcanzó una producción de hasta 3 millones y medio de barriles y esto lo hizo sin ayuda de ninguna empresa extranjera“, aseguró Cuauhtémoc.

Aunque la Reforma Energética se ha planteado como la alternativa para lograr que el país “recupere” la perdida competitividad petrolera; ha encontrado una masiva cantidad de detractores que la consideran ineficiente e incluso incompleta.

Según el Gobierno, las ofertas conjuntas tienen por objeto “aprovechar” el capital extranjero y la tecnología para “reactivar” la producción de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), que sufre una fuerte caída de producción en los últimos años.

Al presentar la iniciativa, Peña Nieto sostuvo que “el petróleo y los demás hidrocarburos continuarán como patrimonio exclusivo de la Nación” y Pemex seguirá siendo una empresa “100 por ciento propiedad de la Nación”.

Sin embargo, encuestas han revelado que para los mexicanos el permitir la entrada de capital externo a Pemex significa la privatización de la empresa, algo con lo que la mayoría no está de acuerdo, pues consideran a la institución un símbolo de soberanía y orgullo nacional.