Julia Evelyn Martínez
Contrapunto

 

La empresa consultora Wealth-X acaba de publicar su Reporte Mundial de los Ultra Ricos 2013, según el cual en el mundo existe una sector de ultra ricos, (fortunas mayores a $30 millones) que está compuesto por 187,380 personas. En su conjunto, estas personas poseen una riqueza total de $25, 8 trillones. De este total, el 88% son hombres y poseen el 87% de la ultra riqueza en el mundo, mientras que solo el 12% son mujeres, con el 13% de la riqueza mundial.

En Centro América, los súper millonarios ascienden a 965 personas con una fortuna estimada en $128,000 millones. A nivel nacional, se identifican a 145 personas con una riqueza total de $20,000 millones, equivalente a más de cuatro veces el presupuesto general de la nación y al 85% del Producto Interno Bruto (PIB) del año 2012.

Una aspecto a destacar en este Informe es que las fortunas solamente contabilizan el efectivo y los activos de fácil realización, y no se incluyen casas y bienes de colección (obras de arte, entre otros), ni tampoco bienes de consumo durable, como autos, aviones, o yates. Asimismo, si bien no se identifican los nombres y apellidos de quienes poseen estas fortunas, se señala que los sectores económicos que sirven de fuente para esta riqueza son las finanzas, la banca y la inversión, seguidos de los conglomerados industriales, la manufactura, el mercado inmobiliario, y la construcción e ingeniería.

El aumento en el número de ultra- ricos en El Salvador coincide con un incremento en el número de ultra pobres en los últimos cinco años. Según la Fundación para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) más de 650 mil personas son ahora más pobres que hace cinco años, y que solo en el año 2011 fueron 325,000 personas las que sumaron a la pobreza. Por su parte, el Ministerio de Economía, solo reconoce un incremento de “apenas” 294,930 personas en ese período, y consolida el número de personas pobres en 2, 294,930 personas

Los datos de la ultra riqueza están generando indignación entre un amplio sector de la sociedad salvadoreña, que los considera una injusticia o una distorsión en el funcionamiento normal de una economía capitalista. Sin embargo, estas personas no toman en cuenta que estos datos no discrepan de los datos de desigualdad que informes similares están reportando en economía capitalistas desarrolladas como Estados Unidos y Alemania. Un reciente estudio realizado por economistas de las universidades de Oxford, California y Paris, ha revelado que la recuperación económica de los Estados Unidos en el año 2012, fue a parar en un 95% al 10% de las familias mientras que solo un 5% de este crecimiento se distribuyó entre el resto de familias estadounidenses. Al igual que en El Salvador, esto sucede en el contexto de un incremento en el número de personas en condición de pobreza, que el año pasado fue de más de 300,000 personas, para totalizar 46,5 millones de pobres en el país con más ultra ricos del planeta: 60, 280 personas que controlan una fortuna de $8,28 trillones.

Quienes conocemos el capitalismo en su funcionamiento esencial, sabemos que la ampliación de las brechas entre la riqueza y la pobreza no es una distorsión o un problema económico de este sistema, sino que es precisamente una de las inevitables tendencias de la acumulación de capital en su devenir histórico. En palabras de Carlos Marx: a medida que progresa la acumulación de capital y se desarrolla la fuerza productiva del trabajo, se van configurando dos polos. En el polo de la clase propietaria del capital, se acumula riqueza, mientras que en polo de la clase trabajadora que produce esa riqueza con su trabajo, se acumula miseria, tormentos de trabajo, esclavitud, despotismo, ignorancia y degradación moral.

Es decir, sabemos que la desigualdad está en el ADN de este sistema, y por eso, el capitalismo no se puede humanizar, no se puede reformar para que funcione de una manera justa para todos y todas.

En todo caso, no está de más recordar en esta coyuntura, que tanto la ultra riqueza como la ultra pobreza en nuestro país son el resultado de al menos tres tendencias.

En primer lugar, son el resultado de la estrategia de acumulación de capital de corte neoliberal que fue impulsada en el país desde 1989 por los gobiernos del partido ARENA y que ha sido modernizada y profundizada desde 2009 a la fecha por la alianza FMLN- Amigos de Mauricio Funes con el apoyo del gobierno de Estados Unidos a través del Asocio para el Crecimiento.

En segundo lugar, esta estrategia de acumulación de capital utiliza los recursos y el poder del Estado para crear el “clima de negocios” que necesitan las empresas de los ultra ricos para obtener la alta tasa de ganancia les permite acumular mayores riquezas. Este clima de negocios está formado por exenciones fiscales, privatizaciones y concesiones de bienes y servicios públicos, flexibilización laboral, medidas de sobre- protección de las inversiones privadas, acuerdos de libre comercio e inversión, otorgación de permisos para desforestar, contaminar y sobre-explotar recursos naturales, etc.

En tercer lugar, todo lo anterior se realiza gracias a la complicidad de universidades, tanques de pensamiento (FUSADES, FUNDE) e intelectuales orgánicos (analistas, columnistas, entrevistadores, consultores/as, funcionarios/as) que han logrado imponer en la opinión pública un discurso económico favorable a los intereses de los ultra ricos. El caso más indignante es el de la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) que se presenta como entidad académica interesada en promover el desarrollo nacional en la zona costera marina a través del FOMILENIO II y de los Asocios Público Privados, sin que nadie se atreva a cuestionarle su relación con los intereses económicos que en dicha zona costera marina tienen las empresas del grupo empresarial, cuyo símbolo está estampado en el centro de su escudo académico.

Esto es lo indignante: que las brechas de desigualdad se sigan ampliando con la complicidad de personas e instituciones académicas, políticas y sociales que tienen un discurso en favor de la democracia, la justicia y el desarrollo nacional mientras en su práctica, ya sea por acción, omisión, indiferencia y/o complicidad, fomentan, toleran o facilitan la continuidad de una estrategia de acumulación de capital que está llevando al pueblo salvadoreño a los límites de su sobrevivencia, y que disfraza los intereses privados de los ultra ricos como intereses del desarrollo nacional.