que aportan algunos datos esclarecedores de lo que está ocurriendo en
Egipto. El primero fue escrito por Magdi Khalil (Egypt’s Muslim
Brotherhood and political power: Would democracy survive?) y fue publicado
en el año 2006 en la revista Middle East Review of International Affairs,
mientras que la autoría del segundo es de Carrie Rosefsky Wickham (The
Muslim Brotherhood after Mubarak) y fue publicado en febrero del año 2011
en la revista Foreign Affairs.
Como es del conocimiento público, en Egipto se desató una crisis política
luego del derrocamiento, por parte de los militares, el pasado 3 de julio,
del Presidente Mohamed Morsi, perteneciente al Partido Libertad y
Justicia, el cual fue fundado por la Hermandad Musulmana. Dicha crisis se
ha traducido en una cruenta represión contra la resistencia que han
ofrecido los hermanos musulmanes en las calles de El Cairo y otras
ciudades de Egipto. Según las informaciones que han difundido numerosos
medios de comunicación, al día de hoy ya se cuentan más de mil muertos y
más de cinco mil heridos, la mayoría de ellos de las filas de la Hermandad
Musulmana.
Sobre los acontecimientos en Egipto, varios gobiernos, organismos
internacionales y analistas se han pronunciado. El Papa Francisco ha
llamado al diálogo y a rezar por las víctimas. El Presidente Evo Morales
ha calificado los hechos como de genocidio inaceptable. La Organización de
las Naciones Unidas ha hecho una exhortación para que cese la violencia.
La Unión Europea está considerando restringir la ayuda económica a Egipto.
El analista de la Deutsche Welle, Loay Mudhoon, considera que la
estrategia de los militares egipcios, busca la radicalización de la
Hermandad Musulmana y su posterior aniquilamiento.
En realidad, a la luz de lo planteado en los artículos arriba mencionados,
los acontecimientos en Egipto ya habían sido previstos. Rosefsky Wickham,
por ejemplo, comienza su artículo diciendo que, sin duda, con la caída de
Hosni Mubarak, los hermanos musulmanes adquirirán un rol político
protagónico, pero que un eventual gobierno liderado por ellos podía tener
consecuencias impredecibles. Y agrega: “La Hermandad Musulmana sabe, por
experiencia, que mientras más importante sea su rol, mayor es el riesgo de
que venga una represión violenta”. Y recuerda que, ya en 1954, el Coronel
Gamal Abdel Nasser, declaró a los hermanos musulmanes como sus enemigos,
y emprendió contra ellos una implacable persecución.
Por otra parte, Khalil elabora su artículo a partir de dos suposiciones:
la primera indica que es casi imposible asumir que los partidos islamistas
aceptarían los valores de una sociedad democrática y liberal, ya que estos
están en contradicción con sus propios valores. La segunda suposición
establece que las fuerzas armadas egipcias se consideran herederas de la
revolución nasserista de 1952 y que su conflicto con la Hermandad
Musulmana no tiene un cariz ideológico, sino que es un asunto de poder.
Es decir, en pocas palabras, el predominio de los hermanos musulmanes en
Egipto tendría repercusiones en países y territorios donde ellos tienen
una fuerte presencia: Gaza, Siria, Egipto, Jordania, Iraq, Túnez,
Marruecos, etc. Así que, nuevos acontecimientos están por venir.
* alportillo@ula.ve