Arizaida Arcia
Quizá usted amigo lector o lectora se ha topado en alguna ocasión con un funcionario público que le da su número de celular y le dice esta frase. “llámeme a la hora que sea, con gusto le atenderé, no se preocupe estamos para servirle”, o en alguna ocasión dice, “estoy siempre ocupado pero escríbame y le respondo inmediatamente”. Pues bien, resulta, para mala suerte de quienes logran obtener el número telefónico, que llaman y nunca atienden, repica, repica y repica y jamás responden, y si escribe un mensajito, tampoco.
Es de hacer notar que la mayoría de estos señores creídos altos directivos y con tanta responsabilidad miran el celular cuando repican, que casi siempre esta en silencio, de reojo a ver si es conocido, sino, pulsan la tecla roja para finalizar la llamada y se activa la contestadora, si es conocido el número pero no quieren hablar dicen algo así: “estoy en una reunión, más tarde te llamo, escríbeme, chao”. Pesar por la gente que busca solucionar sus problemas, hay tantas personas con necesidades y requieren de un apoyo, aliento, asesoría y los funcionarios y funcionarias que pueden brindar la ayuda necesaria no responden a sus solicitudes.
Es de suponer que esos teléfonos deben estar llenos de llamadas perdidas y mensajes de textos a reventar, tanto así, que supongo ni chance les da de revisarlos detalladamente, por lo que la información prácticamente se pierde. Más lamentable aún es que hay gente que apenas tiene para llamar o enviar un mensajito de texto o pide prestado el teléfono a algún vecino o amigo o a veces monta guardia para hablar con el señor o señora cuando se entera que estará en algún lugar, pero casi siempre por las medidas de seguridad o el gentío no es factible lograr el encuentro, por lo que seguirá rezando a ver si tiene suerte.
Los directivos de altos cargos y otros menores que se creen lo último en la moda, olvidan su rol, función y por qué están allí en esos cargos, algunos de elección popular y otros nombrados, igual tienen compromisos con la gente necesitada, pero no lo cumplen y no hay quien le jale la oreja por eso. En definitiva quienes a sabiendas de su alta responsabilidad, al llegar a ese nivel no atienden números desconocidos, que generalmente es del pueblo llano que obviamente no está en su lista de contactos, y si escriben lo hacen para pedir auxilio por alguna situación que enfrentan a veces de emergencia y a cambio no reciben respuesta.
Resulta más cómodo estar sentado en un sillón, en un centro comercial de moda, disfrutando de una exquisita comida que perder su tiempo atendiendo una llamada desconocida. Entonces si usted es uno de esos señores que se cree amo y dueño del mundo, bájese de esa nube y aterrice, recuerde que en algún tiempo volverá a estar en su antiguo cargo y verá la cara a la gente de la cual hoy no les atiende el teléfono y se esconde para no escucharlos. En cambio aquellos que siempre atienden y responden, felicidades, están cumpliendo con su objetivo, ética, profesionalismo y sobre todo con la humildad que debe caracterizar al ser humano. ¡¡¡Venceremos!!!