Nil Nikandrov
La primera visita de estado de Dilma Rousseff a Estados Unidos está pautada para el 23 de octubre venidero. Sus preparativos han sido eclipsados por las revelaciones de Edward Snowden. Estas señalan que Brasil es el país del hemisferio occidental donde los servicios de inteligencia norteamericanos trabajan por la seguridad de Estados Unidos con la mayor intensidad.
Según las informaciones filtradas a la prensa, los norteamericanos están interesados en todo –desde el desarrollo de la estrategia de las fuerzas armadas y el contenido de sus programas de cooperación técnico-militar con China, Rusia y la India, hasta la vida personal de los líderes políticos y militares de Brasil. La mayor parte se enfoca en la recolección de materiales difamatorios sobre la Presidenta Dilma Rousseff y de su entorno inmediato.
En décadas recientes, Washington caracterizaba a Brasil como su principal rival en la región; el acelerado desarrollo del país en los sectores de las tecnologías modernas, los energéticos, la industria de la defensa y la tecnología espacial durante los últimos 20 o 25 años ha logrado que la gran mayoría de los países de América Latina se consoliden en torno suyo. El proyecto de integración panamericana FTAA (Free Trade Area of the Americas, Área de Libre Comercio de las Américas) planteado por Washington fracasó estrepitosamente en la Cumbre de las Américas celebrada en la ciudad argentina de Mar del Plata el año 2005. Brasil, Argentina, Venezuela y otros países del continente dijeron NO a Washington y en seguida comenzaron a tomar acciones para una verdadera integración latinoamericana. El rol principal de este proceso pertenece a Brasil, país que a diferencia de Estados Unidos, nunca ha sido “gendarme de la región.”
Mientras la visita a Brasil del Secretario de Estado, John Kerry, antes de la huida de Snowden y de la visita de Rousseff a Washington, ha sido mayormente de carácter organizativo, la agenda ahora ha estado principalmente centrada sobre el problema del espionaje norteamericano. Uno puede comprender la indignación de los brasileños. Por una parte, Washington sigue reiterando que Brasil es su principal aliado en América Latina. Mientras que por otro, trata de secuestrar los secretos militares y copiar la correspondencia de la presidenta, de los ministros de la defensa y relaciones exteriores y de otros funcionarios responsables de tomar decisiones importantes. ¿Con qué propósito? ¿Solo para saber? ¿Se trataría de intimidar al más alto nivel en caso se produzcan problemas difíciles de resolver en sus relaciones bilaterales? Esta metodología en ciertos países de África, Asia y Europa Oriental ha tenido éxito. Quizás Obama está planeando repetir estos “éxitos” con relación a Brasil.
El 5 de agosto del corriente, los ministros de relaciones exteriores del MERCOSUR se reunieron con el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon con el objeto de expresarle sus preocupaciones e indignación por las acciones que comete Estados Unidos respecto de la expansión de su sistema global de espionaje. El representante de Venezuela, Elías Jaua, habló a nombre de los ministros: “Estas prácticas constituyen una total violación del derecho internacional y de la soberanía de los países y un desprecio por los derechos fundamentales de cada persona en el planeta.” Todas las organizaciones regionales, incluyendo la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, CELAC y la Unión de Países Suramericanos, UNASUR alzaron su voz en protesta. Y el problema irá más allá de las protestas. En los siguientes dos o tres años, Brasil y otros países adelantados latinoamericanos estarán creando canales independientes de comunicación electrónica y cuyos servidores no estarán ubicados en Estados Unidos. Se desarrollarán también medidas para la protección de tales canales contra intrusiones hostiles.
Washington ha dado algunas explicaciones en torno a su espionaje en Brasil pero el Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Antonio Patriota, las consideró insuficientes. En respuesta, el Departamento de Estado lo invitó a él y a otros funcionarios brasileños a visitar Estados Unidos con el objeto de comprobar in situ el trabajo de la NSA, lo que debería interpretarse como que Brasil no está siendo objeto de vigilancia electrónica.
En la superficie, se trata de un gesto de buena voluntad, pero en la realidad, es una apertura falsa que se utilizaría para efectos propagandísticos. “Hemos hecho todo para tranquilizar a nuestros aliados de los países al Sur del Río Grande.” Esperanzas vanas. Sus aliados no han sido tranquilizados. Al revelar la política engañosa de Estados Unidos en América Latina, Snowden asestó un golpe demoledor de tal magnitud que por lo que resta de su gobierno, Obama estará permanentemente asociado con el estigma de la hipocresía y la mentira en su historial.
El embajador norteamericano en Brasil, Thomas Shannon, dejará su cargo de manera ignominiosa. Se había hecho pasar como un político versátil, objetivo y responsable inclinado hacia el diálogo constructivo. Resultó, no obstante, que Shannon no se diferencia en nada de la “generación imperial” de diplomáticos norteamericanos cuyo advenimiento tuvo lugar bajo las presidencias de George W. Bush y Barack Obama. Ellos declaran, prometen y garantizan cualquier cosa que gusten con el objeto que Estados Unidos alcance sus objetivos en política exterior, sencillamente no renegarán de cualquier declaración que hayan hecho anteriormente. Este hábito de mentir que ha adquirido el Departamento de Estado norteamericano durante los últimos veinte años y su notorio deseo de obtener todo a su manera y a cómo de lugar actuando como un super poder ostensiblemente capaz de hacer lo que le venga en gana, le ha causado a la diplomacia norteamericana un daño considerable.
Thomas Shannon logró meter una cuña entre las relaciones venezolano-brasileñas haciendo creer a los brasileños que “las ideas populistas de Hugo Chávez” más temprano que tarde desestabilizarían Brasil y que sería mucho más beneficioso para el país tener como vecino a un régimen políticamente moderado. De hecho, fue un llamado para no impedir que la oposición títere financiada por los servicios de inteligencia norteamericanos, que siempre fue hostil hacia Brasil, llegara al poder en Venezuela. Esta política anti-venezolana de la embajada norteamericana en Brasil se mantiene solo que ahora ya no es contra Hugo Chávez sino contra el Presidente Nicolás Maduro el que está siendo atacado.
La información publicada por el portal BAEMundo muestra a Shannon como Sub Secretario de Estado el año 2009 enviando una carta al Director de la NSA, Keith Alexander sellada “Secreto”, agradeciéndole por su invalorable ayuda en los preparativos para la Cumbre de las Américas a celebrarse en Trinidad & Tobago. El Departamento de Estado norteamericano recibió más de cien documentos de parte de la NSA que fueron obtenidos de las oficinas presidenciales y de los ministerios de asuntos exteriores de países del continente a través de operaciones de espionaje. Shannon particularmente hacía hincapié en que “los documentos de la NSA nos permitieron alcanzar una profunda comprensión sobre los planes e intenciones de los otros miembros del foro y garantizaron que nuestros diplomáticos estuvieran bien preparados para ofrecer una excelente asesoría al Presidente Barack Obama y a la Secretaria de Estado, Hillary Clinton”. La información contribuyó para que Washington planificara su curso de acción con respecto a problemas complejos, tales como la inclusión de Cuba en la Cumbre de las Américas. Se elaboró también las estrategias para la acción de manera oportuna respecto de oponentes complicados tales como Hugo Chávez.
Esencialmente, se trató de una estrategia de ¡“promesas preventivas”! y en consecuencia, Obama se mostró como un líder preparado para iniciar un diálogo con América Latina para “construir relaciones positivas y productivas con los vecinos de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental. “Nuestros rivales en la región” –señaló Shannon con satisfacción en su carta hacia el director de la NSA– “se estaban preparando para enlodarnos y avergonzarnos. Nosotros hemos tenido éxito y nuestros rivales han fracasado.”
Recientemente se tuvo noticia que Liliana Ayalde, quien posee una experiencia de 30 años en la arena internacional en su coturno, ha sido nombrada como la nueva embajadora norteamericana a Brasil. No es difícil darse cuenta del sesgo particular de su carrera: vínculos estrechos con la USAID con énfasis en América Latina y el Caribe. Esta organización funciona en directo contacto con la CIA, con la Agencia de Inteligencia para la Defensa y con otros servicios de inteligencia norteamericanos y tradicionalmente les brinda “coberturas” para llevar a cabo sus operaciones. Como Directora de Misiones de la USAID, Ayalde trabajó en Nicaragua y en otros países centroamericanos y estuvo involucrada en la implementación del “Plan Colombia” cuyo objetivo más importante fue la aplicación de una presión estratégica militar sobre Venezuela y Brasil. Entre el año 2008 y el 2011 Ayalde fue embajadora ante Paraguay y contribuyó grandemente a la remoción del Presidente Lugo del gobierno. Durante los dos últimos años ha trabajado en el Departamento de Estado como Sub Secretaria de Estado para el Caribe y Centro América y Asuntos Cubanos. Sin duda alguna, Ayalde de manera agresiva introducirá su hostil relación con el gobierno de Raúl Castro en círculos del gobierno brasileño, teniendo en mente que Dilma Rousseff junto con su antecesor, Lula da Silva ven a Cuba como un aliado fundamental en el Caribe.
El número dos en el equipo de la embajada y “suplente” de Ayalde para los próximos dos años será Todd Chapman, quien recientemente regresó de una misión en Afganistán donde reforzó “la coordinación entre el desarrollo y la economía”. La lista de instituciones educativas donde Chapman se ha graduado, aparte de la elitesca Duke University, incluye el Colegio Nacional de Inteligencia para la Defensa dependiente del Departamento de Estado. Mientras estudiaba economía, los temas de interés para la inteligencia incluían la cuestión energética, los hidrocarburos, el comercio y las finanzas internacionales. Chapman prestó servicio en Bolivia desde el 2004 al 2006 y desde el 2007 al 2010 fue Encargado de Negocios en Mozambique. Hubo también otras asignaciones con algunos elementos de improvisación. Chapman casi siempre ha sido enviado a regiones complejas y es así como llegó a Brasil.
Existen docenas de agentes de inteligencia trabajando dentro del personal de las embajadas y los consulados norteamericanos. Uno de los servidores del sistema de vigilancia total de la NSA está ubicado en el edificio de la embajada. Este es empleado para interceptar el equipo de comunicaciones de la presidenta, de los ministerios, de los servicios de seguridad y del parlamento brasileño. Cualquier cosa que prometiera John Kerry durante su estadía en Brasil, luego del “escándalo de espionaje” nada cambiará en los frentes de la guerra subterránea lanzada por las agencias de inteligencia de Estados Unidos. El ejército invisible del espionaje total seguirá operando.
Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
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