FPDS – CN

 

Días antes del 11 de agosto decíamos que las PASO se perfilaban como la “primera vuelta” de una contienda electoral que es la antesala de la batalla por la sucesión presidencial. Si bien resulta apresurado hablar de nocaut, resulta claro que el kirchnerismo es el que ha salido más magullado de este primer round. Su condición de primera fuerza política –caballito de batalla del discurso oficial- no alcanza para ocultar la notable pérdida en el caudal de votos. Y no sólo en comparación con el 54% de Cristina 2011 (algo lógico) sino en relación con la magra cosecha del 2009. Aún más. Las propias fortalezas del Gobierno Nacional (conducir el Estado Nacional y la mayor parte de las provincias o ser la única fuerza electoral presente en los 24 distritos, por ejemplo) como las debilidades del fragmentado arco opositor derechista acentúan la derrota del kirchnerismo.

Entre las razones que pueden explicar esta situación, creemos que es preciso detenernos en cuestiones más profundas que la inseguridad, corrupción, la “confrontación”, etc, taladradas cotidianamente desde las usinas de la corporación mediática. En todo caso, creemos que el Frente para la Victoria perdió casi cinco millones de votos en tan sólo dos años a causa del progresivo deterioro del poder adquisitivo de las mayorías populares (principalmente por la inflación), la persistencia de las grandes falencias estructurales (el desastroso transporte público y el déficit habitacional, por mencionar los más inmediatos) y la pérdida de bases de poder real. Respecto a esto último, la apuesta de la UIA (Unión Industrial Argentina) por Massa colando a Mendiguren en la lista de candidatos o el sugestivo “silencio” de la CGT (cada vez menos) oficial, son muestras elocuentes.

Pero también hay una cuestión que no suele ser tomada en cuenta a la hora de hacer este tipo de análisis, que pecan de economicistas o de un (supuesto) realismo político que poco o nada tiene en cuenta el sentir, deseos y esperanzas del pueblo trabajador. Pensamos que en el desgaste y eclipsamiento de los elementos más progresivos del proyecto y épica kirchnerista se encuentra una de las razones más fuertes de esta derrota electoral (y política) de las huestes conducidas por Cristina.

¿Y la(s) izquierda(s)?

A la hora de evaluar el desempeño de las izquierdas en esta elección, en primer término se destaca la buena cosecha de votos del FIT a nivel nacional y de algunos distritos electorales en particular. La capacidad de instalar una referencia nacional sumada a la adaptación del programa electoral a propuestas con un contenido reivindicativo claro y accesible (y menos ideologizado), le permitieron al FIT canalizar parte del descontento popular con el Kirchnerismo. No obstante, es difícil evadir las dificultades del FIT para constituirse como alternativa real de poder: su falta de vocación de ampliar alianzas con la variedad de expresiones del campo popular que buscamos un cambio social con orientación socialista no sólo es producto de la auto-referencia y sectarismo, sino de una concepción dogmática de la política y del sujeto popular.

En segundo término, cabe señalar el papel paupérrimo de las expresiones electorales vinculadas a De Gennaro y aliados (MST, PCR). En particular, sobresale PODEMOS en la Provincia de Buenos Aires que no pudo traspasar la barrera de las PASO. Este fracaso pone de relieve la sangría que atraviesa este sector tras la crisis post-ruptura de la CTA en 2010 y la pérdida de bases desencantadas con el ocaso de la Constituyente Social y el alineamiento tras la figura de Binner.

Por último, otra cuestión significativa de las PASO es la irrupción –aún fragmentada- de opciones electorales de la izquierda “independiente”. En este caso, como sosteníamos en la previa de las elecciones, la valoración más importante que debemos hacer es la maduración política que significó avanzar en este sentido. Fundamentalmente, en concebir que las elecciones son un episodio táctico necesario para referenciar a nivel masivo una alternativa de poder real  a la izquierda del kirchnerismo. Un plano más de disputa que permite visibilizar una construcción política y politizar la militancia y bases sociales; un plano complementario –contradictoriamente, conflictivamente- al quehacer cotidiano de nuestra política.

También nos parece importante, que las distintas expresiones electorales hayan podido superar las PASO: Marea Popular en Capital Federal (en el frente “Camino Popular”) y en Luján;  el Partido por un Pueblo Unido en Jujuy; el Movimiento Popular Solidario en Tierra del Fuego y la aparición del Frente Ciudad Futura en Rosario. Y, nos alegramos profundamente, por los más de 16.000 votos (4.3%) que cosechó PATRIA GRANDE junto a la Unión del Pueblo en la ciudad de La Plata (en el “Frente Ciudad Nueva”). Resultado que nos deja expectantes en la pelea por un concejal en octubre a la vez que refuerza los argumentos por los que creemos que hay que dar, también, la batalla en el terreno electoral.

El futuro político de la Argentina asoma incierto. Los interrogantes se suceden unos a otros, sin que puedan balbucearse respuestas claras aún. Sin embargo, tenemos la certeza de que nuestro país y Nuestramérica presenta una situación propicia para sentar las bases de un proyecto alternativo y superador al kirchnerismo que tenga como horizonte el Socialismo del Siglo XXI. Para asumir el desafío, será necesario ubicarnos a la altura de lo que demanda nuestro tiempo y poner todos los esfuerzos en construir una herramienta social y política de la izquierda independiente. Una herramienta nacida desde y para el pueblo, con raíces en sus mejores tradiciones nacionales y revolucionarias, y con vocación de construir una gran fuerza social y política capaz de parir una Argentina definitivamente justa, libre y soberana.