rubèn ramos
No es la primera vez. Tampoco la última. Los personajes (porque los revolucionarios sí que lo son y no tienen nada de Rajoy ni de Hollande, ni de Letta, ni de Passos o Cavaco), siempre serán los mismos. Sólo que ahora se trata de los líderes que son nuestra raza, nuestra historia, nuestra identidad. Herederos de Túpac Catari y Bartolina Sisa; de Olmedo, Bolívar y Sucre; de Sandino y Fonseca; del Che y Fidel; de Chávez.
Los asesinos, por su parte, son también los mismos. Los identifica su moral judía, aunque no todos lo sean por línea materna. Por eso la diferencia de roles que cumplen cuando de asesinar se trata. Los que esconden la mano y los que la activan. Los titiriteros y los títeres. Esos, arteros y cobardes; éstos pusilámines y cínicos (como Rajoy). Los primeros, judíos convencidos del imperio de Israel; los otros, apenas serviles y decadentes.
No nos debemos llamar a sorpresa, sino a la acción. Pero, entre nosotros, no esperemos de todos la misma disposición. Menos de los que han hecho de su “gran transformación”, de la democracia, de los derechos humanos, de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, la estatua de la libertad. Fieles al imperio, mostrarán su mueca diplomática. Pero no nos equivoquemos, UNASUR, somos los que hemos rescatado nuestro patio para la casa grande de la Patria nueva, de la Patria libre, de la Patria soberana e independiente. Los otros son el trasero, digo, el patio trasero, de su amo imperial. No es apuntalar la desunión ni mucho menos la división. Ésta, la construyen todos los días en la Alianza del Pacífico, tocando las puertas de la OTAN, entregando los territorios de nuestros pueblos a la voracidad insaciable del FMI, del BM, del BID, de la USAID, o instaurando programas de educación y salud, “para los pobres”, manejados por el Comando Sur del ejército norteamericano y las embajadas USA.
La fuerza de UNASUR, de la CELAC, no puede contar con quienes no sólo fueron tempranamente digitados por los think tank del imperio, o por la Agencia de Seguridad norteamericana, o por la Trilateral, o por la CIA, o por todos estos aparatos del espionaje y el terror juntos.
No se puede contar con quienes traficaron con la credibilidad de sus pueblos y hoy se sienten parte del crecimiento económico global siendo apenas “administradores” de gobiernos primario-exportadores o narco-gobiernos. ¡Pobre suerte de los advenedizos a la política que los elige muy bien el Imperio!
El peligro no sólo está en los carniceros europeos de la historia de siempre, y que responden a la misma impronta sionista norteamericano-israelí. También está entre nosotros. Hay gobiernos hermanos y gobiernos espúreos.