Tomás Lukin
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El salario mínimo en Argentina es uno de los más elevados de América latina. A partir de agosto, cuando se implemente la primera de las dos partes del reciente aumento de 25,2 por ciento, el piso legal llegará hasta los 605 dólares. El salario mínimo vital y móvil (SMVM) será entonces entre 49 y 100 por ciento más elevado que los valores registrados en Uruguay, Venezuela, Chile y Brasil. La medición en dólares no alcanza para analizar el poder adquisitivo del salario mínimo en cada país, pero ofrece una primera línea de comparación donde se destaca el comportamiento reciente de la institución en Argentina.
Una estimación reciente realizada por Roxana Maurizio, economista de la UNGS, evidencia que entre 2003 y 2011 el salario mínimo real en Argentina registró un aumento del orden del 200 por ciento. Aun cuando esa dinámica se debilitó por la aceleración de la inflación desde 2007, el mínimo mantuvo un comportamiento positivo al “ganarles” a los aumentos de precios un 6 por ciento. La tendencia se mantuvo los últimos dos años, cuando el SMVM aumentó por encima de las mediciones de precios alternativas al Indec y también superó al promedio de mejoras acordadas en paritarias. La evolución del piso legal en Argentina solamente es comparable con el comportamiento exhibido en Brasil y Uruguay que, en el mismo período, aumentaron el valor real del piso legal alrededor del 180 por ciento.
La actualización del salario mínimo tiene un impacto directo limitado, ya que beneficia a un pequeño universo de trabajadores registrados con ingresos salariales alrededor del piso legal. El Ministerio de Trabajo calculó que los aumentos llegan directamente a 113 mil trabajadores, alrededor del 2 por ciento de todos los asalariados registrados. Esa situación contrasta con otros países, como Brasil o México, donde más del 50 por ciento de la fuerza laboral cobra el salario mínimo. El ritmo de aumentos reales en el mínimo brasileño que permiten amortiguar el pobre desempeño económico del país contrasta con el estancamiento del piso en México, donde los bajos salarios y la flexibilización laboral son una característica saliente de su mercado de trabajo.
El limitado alcance directo de la medida en Argentina no resta relevancia a las instituciones laborales –no solo el SMVM sino fundamentalmente las negociaciones paritarias–. El Ministerio de Trabajo enfatiza su rol como instrumentos para mejorar los ingresos de los trabajadores más vulnerables y reducir la desigualdad salarial que prevalece en el país. Actualmente, el porcentaje de trabajadores no registrados que perciben un salario inferior al mínimo se ubica en torno del 40 por ciento.
En sintonía con los estudios publicados por la cartera laboral sobre el impacto de las mejoras en mercado de trabajo sobre la reducción de la desigualdad, los resultados de la investigación realizada por Maurizio –el trabajo es una actualización de otro efectuado con el economista Saúl Keifman– evidencian la relevancia de las instituciones laborales en la reducción de la desigualdad. “Los incrementos del salario mínimo durante la última década contribuyeron a comprimir la parte inferior de la distribución y, así, a reducir la desigualdad salarial. En Argentina y Brasil, la recuperación fue más intensa y los impactos igualadores de mayor magnitud”, sostiene Maurizio. A pesar de las mejoras recientes, la región continúa exhibiendo elevados niveles de precariedad laboral, bajos salarios promedios y una alta desigualdad de los ingresos laborales.