Manu Contreras
fayerwayer.com

 

Estamos en un mundo de servicios fragmentados. Empresas que crean increíbles productos, con tantas opciones y posibilidades, con tanto donde elegir, que es muy fácil que al día seas capaz de usar diferentes servicios de diferentes empresas que luchan por ser tu centro de atención.

Por ejemplo, puedes estar usando un terminal Android con una cuenta de Outlook, mientras usas Flickr para subir fotos realizadas con tu móvil a tu galería, Facebook, Twitter y Tumblr. Boom. Esto lo hacemos casi todos los días, si no todos.

El problema de usar tantos servicios por millones de personas es que estas empresas han crecido tanto que tienen la posibilidad de crear su propio ecosistema cerrado. Sí, ecosistema, esta palabra vas a empezar a odiarla. Por desgracia, en las empresas de internet se ha llegado al punto en el que el llamado “experiencia de usuario” prima por encima de todo. ¿El problema? Que muchas de ellas se esconden en la experiencia para cerrarse más y más.

Gmail y cierre de protocolos

Google tiene uno de los servicios de email más usados del mundo. Gmail es una increíble aplicación y un servicio que durante años ha demostrado ser la mejor solución del webmail. Pero ahora nos encontramos con que están cerrándose a sus productos. Aunque Gmail integra protocolos abiertos para que otras plataformas puedan conectarse (IMAP, por ejemplo), la mejor experiencia la consigues sólo si usas su aplicación en iOS o en Android.

iOS y Windows Phone tienen buenos gestores de correos que funcionan con protocolos que se han convertido con los años en estándares. Aun así ahora si usas Gmail en iOS no podrás tener correo push. En Windows 8 podías conectar una cuenta de Google y tu correo, calendario y agenda se sincronizaban, ahora tienes que configurar servicio a servicio y aunque Google y Microsoft están colaborando, la historia no terminará aquí.

¿Consigues tener la mejor experiencia usando las aplicaciones de Google? Sí, de esto no hay duda, pero al mismo tiempo se degrada usando otras aplicaciones.

Twitter y su API

Otro de los ejemplos que más han dado que hablar es Twitter. Esta red social inicialmente abrió su API para que cualquier desarrollador crease una aplicación y poder publicar y leer contenido de Twitter. Pero cambios en las reglas de la API durante 2012 provocaron que se pusiesen límites al acceso de usuarios. Esto provocó que aplicaciones muy famosas tuviesen que parar su desarrollo o buscar soluciones monetarias para pagar a Twitter y tener más accesos de usuarios.

Esta táctica es común. Twitter lo que quiere es poco a poco cerrar su ecosistema de aplicaciones para poder usar su aplicación oficial y monetizarla con anunciantes. Están en su derecho, es una empresa privada que ofrece un servicio gratuito pero que sirve anuncios, ¿nos convertimos en producto una vez se nos muestra anuncios? ¿Obtenemos derechos sobre la plataforma porque se nos está usando para vender publicidad?

Cony escribió hace casi un año acerca de este tema cuando Twitter acabó con la colaboración que mantenían con LinkedIn:

Lo cierto es que Twitter tiene una serie de guías sobre cómo usar las APIs que no se limitan a reglas técnicas, sino que indican que los desarrolladores no deberían “crear aplicaciones cliente que imiten o reproduzcan la experiencia del cliente de Twitter”. Esto dejaría afuera a una multitud de clientes que replican la experiencia de Twitter y que existen actualmente.

Facebook

Facebook es la mayor red social del mundo y además de ello, su sistema para registrarse en otros sitios gracias a su botón que puedes observar en muchas webs. Pero además muchas otras aplicaciones usan Facebook para encontrar amigos en común registrados o para directamente invitarlos.

La aplicación Path se encontró con un gran problema cuando Facebook bloqueó su acceso a la API para encontrar contactos en común, pero no al acceso para registrarse en la aplicación.

Aunque este movimiento se comentó que se motivó por problemas de spam por parte de Path, podemos comprobar como hay una mano dura en algunos servicios para dar acceso a su API y, como en este caso, encontrar más usuarios conocidos.

¿Enfoque o control?

Si nos ponemos en la piel de las personas que están desarrollando y dirigiendo cualquier gran servicio, es evidente que sería una decisión fácil el cerrar o tener más control con lo que otras aplicaciones, servicios o empresas pueden hacer con sus datos y los de sus usuarios. Pero podemos comprobar como en ocasiones las decisiones más llamativas son motivadas por un “enfoque” o por una “mejora de la experiencia” para el usuario.

Lo malo no es que estos servicios se cierren, lo malo es que como usuarios no tenemos una forma de protestar y convencer que el giro que muchos están dando es erróneo. ¿Podemos pedir tal cosa simplemente porque es “gratuito”? ¿Nos convertimos en producto porque consumimos sus servicios y sus anuncios? Podemos quejarnos mediante campañas, hashtags, envio de correos electrónicos o incluso abandonando el servicio, que aun así parece que ninguna de las redes sociales que protagonizase alguno de estos incidentes parece inmutarse. ¿Tan indefensos estamos?