Estados Unidos «no nos respeta», afirma Maduro en la entrevista, que el diario presenta como «la primera a un medio internacional desde su elección».
Según Maduro, Estados Unidos «está gobernado por un aparato militar-industrial, mediático y financiero» y que su presidente, Barack Obama, quien «sonríe pero bombardea», solo tiene una imagen diferente a la de su predecesor, George W. Bush.
«En ese sentido, sirve mejor a los intereses de dominación mundial de Estados Unidos», dice.
Maduro justifica las buenas relaciones de su país con gobiernos considerados «dictatoriales» por la prensa de derecha, como la Libia del fallecido Muamar el Gadafi, la Siria de Bachar al Asad, la Bielorrusia de Alexandr Lukashenko o el Irán de Mahmud Ahmadineyad.
«Por un lado hay un mundo imperial, unipolar, y por otro surge un mundo pluripolar, multicéntrico, en equilibrio, que representa la prolongación de la visión de nuestro libertador, Simón Bolívar», asegura.
Agrega que Venezuela «cree en este mundo sin imperios» e indica que las amistades con Gadafi fueron durante años compartidas por el anterior presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi.
En cuanto a Siria, Maduro señala que la situación del país es fruto de «una intervención extranjera que ha provocado una guerra civil».
El presidente venezolano dice que la situación que vive actualmente Europa es similar a la que atravesó América Latina en los años 90 y añade que «todos los indicadores sociales reculan lo que lleva a una explosión política, a revoluciones».
Un caldo de cultivo que favoreció la aparición de dirigentes como Chávez, Lula, Kirchner o Correa, según Maduro, que advierte de que Europa «debería tener cuidado».
Los aliados de Venezuela deben ser, según Maduro, los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que representan actualmente «la esperanza que representó Europa» antes de «dejarse dominar por las políticas de Estados Unidos».
«Europa debe unirse a los BRICS para favorecer una gran alianza mundial en favor de una nueva forma de coexistencia y para que cesen el intervencionismo y la guerra», afirma.
En clave interna, Maduro dice que la oposición está dominada por la extrema derecha, que persigue «destruir la democracia en Venezuela e imponer un proyecto totalitario».
Acusa a ese grupo de haber «arrollado» a la socialdemocracia y a la democracia cristiana de su país.
Frente a ese proyecto, se presenta como el garante de la democracia para «impedir en Venezuela un nuevo Pinochet».
Justifica su corta ventaja en las elecciones presidenciales del mes pasado porque «partía de cero» tras el fallecimiento de Hugo Chávez, «el alma de la revolución bolivariana».
Los «chavistas» «hemos ganado 17 de las 18 elecciones de los últimos 14 años y afrontamos la más difícil, porque estábamos sin el comandante Chávez», señala.
En un mensaje en clave económica, Maduro invita a «todos los que quieran invertir» en Venezuela, a los que propone las zonas económicas especiales creadas «siguiendo la experiencia china».
En particular, apela a la inversión en agricultura en condiciones «agro-ecológicas» y asegura que Venezuela «reúne todas las condiciones para convertirse en una potencia agroalimentaria».