Felipe Abraham
No hay nada mejor como la confusión mental del enemigo. Los estrategas militares saben eso. Es fundamental para el triunfo ante un enemigo. Napoleón lo decía siempre. Desde una confusión fortuita para el pueblo venezolano, el presidente Juan Manuel Santos descubrió su plan coaligado con el imperio. Siempre he tenido mis dudas.
No quiero traer a colación aquel dicho: “que si no lo hacen en la entrada, lo hacen en la salida”. Es un sello que llevan en la frente. Es la traición de Santander y de otros más. En nuestro pueblo también encontramos traicioneros. No es exclusivo de un sólo pueblo. Es exclusividad de los que aman el dinero. Desde ese amor, raíz de todos los conflictos, maquinan artimañas para atacar al indefenso. Así son la burguesía y sus lacayos.
El imperio y el Estado burgués colombiano han preparado un guión casi perfecto. Este guión incluye la aparente enemistad entre Santos y Uribe. Recordemos el discurso de toma de posesión de Santos. En éste él alababa a Uribe por su gestión. Luego Santos soltó la bien merecida jauría contra Uribe desde el manto de la división de los poderes. Este gesto hizo creer al buen Hugo Chávez que Santos encausaría el camino a la reconciliación con Venezuela. Tal cual como sucedió gracias al buen corazón del Comandante Supremo. Además, este gesto sirvió para llevar a la guerrilla colombiana al diálogo incondicional. Es la tesis que para dominar a Venezuela, hay que conquistar a Colombia.
El imperio ya tiene sus bases coloniales en Colombia. Es decir, el imperio tiene su amenaza a pocos kilómetros de Caracas. Pero el imperio entiende que debe pacificar a Colombia primero para no tener que batallar contra la guerrilla colombiana también. La guerra entre Venezuela y Colombia debería ser tipo relámpago para que nuestros aliados euroasiáticos (Rusia y China) y nuestra UNASUR no tengan capacidad de respuesta.
Ante el fracaso de la oposición venezolana, el imperio adelanta esa carta. Las inversiones han sido muy cuantiosas para desestabilizar a la patria de Bolívar y de Chávez. Además, el imperio necesita el petróleo barato y su control total. Así, financiaría su crecimiento económico y evitaría que China lo supere en el corto plazo. Por último, el imperio necesita acabar con la Revolución Bolivariana, que es una fuente de luz ideológica contra la dominación del poder global.
Si todo esto es mentira, entonces que el imperio saque sus bases coloniales de Colombia. Esta debería ser nuestra posición para volver a tener relaciones comerciales y para sentarnos en la mesa de diálogo por la paz del vecino país. Hasta que no se concrete la primera condición, deberíamos ver las relaciones con Colombia como si ese país estuviese cerca de Oceanía, pero con un ojo abierto como si estuviésemos durmiendo con el enemigo. En buena hora Santos se quitó su sotana de audaz. Un error revelado para la paz de Venezuela que estamos obligados a aprovechar al máximo. Bienvenido el error.
* Politólogo independiente en asuntos internacionales.
