Darío Pignotti
Página12
5 de mayo de 2013.- Después de las evidencias sobre el envenenamiento del ex presidente chileno Eduardo Frei Montalva, en 1982, y de las sospechas sobre que Pablo Neruda pudo haber sido asesinado, en 1973, la presidenta brasileña Dilma Rousseff respaldó políticamente la exhumación de João Goulart, fallecido hace 27 años en Corrientes, luego de ingerir una píldora cuya procedencia está bajo sospecha.
Posiblemente el Equipo de Antropología Forense argentino será invitado a participar en la investigación, que por lo pronto es la más importante de las abiertas desde la creación de la Comisión de la Verdad, hace un año.
Está probado que el ex presidente Goulart estuvo en la mira del Plan Cóndor, del cual la dictadura brasileña fue una pieza crucial, y sobre la que menos se sabe, acaso por haber sido la preferida de Estados Unidos.
A través de una iniciativa inédita en Brasil, cuyos gobiernos civiles se han desentendido de las violaciones a los derechos humanos, Dilma resolvió embarcarse de lleno en el Cóndor y su caso más resonante, Goulart, dando instrucciones precisas a sus principales colaboradoras, la ministra de Derechos Humanos, Maria do Rosario Nunes, y Rosa Cardoso, integrante de la Comisión de la Verdad.
Goulart murió el 6 de diciembre en Mercedes, y las primeras sospechas surgieron el 7, cuando el régimen del general Ernesto Geisel autorizó el ingreso del cuerpo a Brasil a condición de que no se le practicara una autopsia.
–Ministra Nunes, ¿qué probabilidad hay de descubrir vestigios tóxicos en un cadáver antiguo?
–Han pasado tantos años que tal vez ahora la pericia no pueda llegar a una demostración concluyente de envenenamiento. Pero le diré que la exhumación es sólo una parte de nuestra estrategia para averiguar qué pasó. Después de mucha investigación de la Comisión de la Verdad y de la familia del (ex) presidente Goulart, estamos convencidos de que la persecución que se hizo contra él durante tantos años nos demuestran claramente que existía la decisión de atacarlo de la forma más vil por las dictaduras, que actuaban asociadas. Era un blanco permanente de las dictaduras.
–Si la investigación no arroja resultados, ¿esto puede dar pasto a quienes boicotean la investigación, como los militares?
–No creo que sea así, porque tenemos informaciones muy consistentes que nos permitirán seguir otras pistas. Hay una determinación de trabajar para que este caso sea esclarecido. La presidenta Dilma nos solicitó a mí y a la Comisión de la Verdad que avancemos todo lo posible en lo sucedido con Goulart y todos los otros casos de víctimas del Cóndor, estamos haciendo un seguimiento desde hace tiempo sobre la persecución que sufrió el (ex) presidente durante su largo exilio en Uruguay, Argentina y otros países.
El, además de haber sido depuesto por el golpe de 1964, fue seguido casi cotidianamente por agentes brasileños articulados con los servicios de los demás países del Cono Sur, esto lo tenemos bien documentado.
–¿La intoxicación de Frei y la exhumación de Neruda reforzaron la pista del envenenamiento?
–Las experiencias de crímenes ocurridos en otros países como Chile, con estos dos casos que usted está citando, nos hacen reforzar nuestra pesquisa sobre el (ex) presidente Goulart. Lo seguro es que hubo, en general, una persecución implacable y ataques a los presidentes, como fue el caso del propio presidente Salvador Allende.
–La presidenta Dilma viajará este año a Washington, ¿pedirá que Obama libere documentos secretos?
–Ya hemos buscado y obtenido bastantes documentos y creemos que siempre debe haber colaboración entre naciones democráticas.
La entrevista concedida ayer a este diario por Maria do Rosario Nunes es, en sí misma, una confirmación de que Rousseff recomendó a su ministra de Derechos Humanos ir a fondo en la reconstrucción de la odisea vivida por el ex gobernante desterrado y su eventual asesinato.
La familia de Jango Goulart, a quien le cupo el peso se investigar en soledad durante años, abona la tesis de que el plan para eliminarlo fue urdido con la participación directa de la oficina de la CIA en Uruguay.
Además de algunas evidencias, ellos citan el testimonio del ex miembro de los servicios de inteligencia uruguayos Mario Neira Barreiro, actualmente recluido en un presidio de alta seguridad de Rio Grande do Sul, quien declaró haber sido parte del operativo en el que se habrían introducido píldoras letales al pastillero de Goulart, cuando éste, al parecer, se hospedaba en el porteño Hotel Liberty, de la avenida Corrientes.
La abogada Rosa Cardoso, miembro de la Comisión de la Verdad, habló ayer con Página/12 sobre el relato del urguayo, con quien ella conversó hace algunos meses.
–¿Usted le atribuye credibilidad al ex agente?
–Todos tenemos nuestras reservas sobre Neira Barreto, es verdad, pero considero que una parte de lo que nos ha dicho puede ser cierto y, además, coincide en algunos puntos con lo que ha recogido la familia Goulart y nosotros en la investigación que venimos haciendo. Que él sea un criminal no significa que todo lo que dice sea falso.
–¿Cree que Goulart fue asesinado?
–Hay elementos consistentes en ese sentido, pero por ahora es una posibilidad, no podemos asegurar nada hasta investigar más. Y la exhumación puede aportar algo o no, porque el estado de descomposición puede ser muy avanzado. Exhumar el cuerpo y hacer la pesquisa es un trabajo que demora un largo tiempo, tenemos que ser pacientes.
–¿Invitarán al Equipo de Antropología Forense argentino?
–Seguramente lo haremos, y además, a otros especialistas internacionales