Sobre el triunfo de Nicolás hay pocas dudas y debe ser amplio… Debemos reflexionar sobre el “después del 14A”… Creemos que todos los ministros deberían renunciar para darle libertad total al presidente electo para ratificarlos o hacer los cambios que él considere. Eso es usual cuando se inicia un nuevo período de gobierno. Luego viene el complejo tema de la relación cívico – militar. Hoy escuchamos hablar de la “unidad monolítica”, de la “simbiosis pueblo – Fuerza Armada” y otras afirmaciones similares, insuficientes a nuestro entender pero que cumplen con las formalidades propias de la política. Uno se pregunta: ¿esa unión y esa fusión se mantendrán en el tiempo? Un número muy grande de militares, desproporcionadamente grande, ocupa altos cargos. Once gobernadores, siete ministros y muchísimos altos funcionarios públicos. Ningún otro sector de la población ocupa tantos cargos. ¿No debería haber un mayor equilibrio? Uno esperaría mayor presencia de civiles. No estamos cuestionando la participación de los militares en el proceso revolucionario pero ellos, igual los ministros, deben dar gestos concretos de confianza hacia Maduro. Eso fortalecería la unidad.

Desde que el mundo es mundo, o la política es política, existen los espacios de poder. Y normalmente ningún grupo de poder suele cederlos. Más bien buscan hacer fuerza para no perderlos. Atrincherarse en ellos. Existen los acomodos y los reacomodos circunstanciales. Los cotos de poder donde “los bomberos no se pisan las mangueras”. Esto es propio de toda relación de poder. La conciencia suele quedarse en los discursos. El desprendimiento también. Normalmente es el pueblo o el individuo los que quedan excluidos de esos espacios, al no tener ellos la fuerza suficiente para imponerse. El sector dominante se apropia de la realidad y excluye a los demás. Eso es lo que suele suceder en capitalismo o en una democracia insustancial. Pero la nuestra es una democracia participativa y protagónica, socialista, donde el propio Chávez nos pidió avanzar hacia un Estado Comunal y preocupado, en una de sus últimas intervenciones, señaló que el espíritu comunal y la cultura comunal “no se ven por ninguna parte”. ¿Qué reflexión haremos al respecto? El debate de ideas es indispensable para afianzar la revolución.

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