Se ha ido uno de los grandes luchadores de la historia; un ejemplo casi anacrónico de lo que debe ser un ser humano. Y digo anacrónico por los tiempos que vivimos. En tiempos en los que, gracias a una brutal maquinaria de propaganda, acumular bienes materiales se ha convertido en lo más importante en la vida de un ser humano, una persona con una dedicación exclusiva de su vida a los demás, con una visión política y económica que trascendió las fronteras de su propio ser para fusionarse con las necesidades de millones es, lamentablemente, la excepción, no la regla.

Afortunadamente, Chávez supo llegar al corazón de muchos de nosotros. De una forma u otra, algo que hace 15 años cualquiera hubiese pensado imposible, logró contagiar a millones de venezolanos de un orgullo y un amor por su patria, algo tan necesario para el crecimiento de un país lleno de posibilidades (y hoy de esperanza también) como Venezuela.

Hoy más que nunca, debemos darle sentido a la frase “Chávez somos todos”. Es necesario que en cada día, en cada pequeño instante de nuestra vida, al momento de ejecutar cualquier acción, tengamos en mente esa frase y, sobre todo, quien fue Chávez.

Creo firmemente en la contraloría social. Creo que problemas como la corrupción solamente pueden ser erradicados si cada uno de nosotros nos convertimos en un arma contra la corrupción, si denunciamos irregularidades de las que somos testigos y los organismos competentes canalizan dichas denuncias de la forma apropiada. Pero la contraloría social debe funcionar así mismo con nosotros mismos. Nosotros debemos ser los primeros en ser juzgados por nuestra propia conciencia. Cada uno de nosotros debe observarse con un ojo más crítico del que usamos para observar al vecino.

Probablemente muchos que lean esto dirán que este es un llamado ingenuo. Pero invito a todos a tomarse un tiempo cada día para observar sus propias acciones de la jornada y luego de pasar ese exhaustivo juicio decir con orgullo “Yo soy Chávez”.

Cuando hace unos años Chávez cuestionó la importancia de ser rico, un sinnúmero de personas en todo el mundo trataron de ridiculizar la frase. Este es una triste muestra del estado decadente de la sociedad actual. Superemos eso. Aprendamos a vivir con lo necesario y disfrutar la vida fuera de lo material. Esto no significa que alguien no compre un buen carro o un buen teléfono si puede. Significa no envilecerse por ello. Significa no tomar atajos que siempre perjudican a terceros para lograrlo. Aparte de la lógica socialista de la idea, de la solidaridad humana involucrada, hay una simple lógica individualista; si yo lo hago, lo hacen todos y en ese proceso desenfrenado todos pagamos las consecuencias. Chávez dijo “Ojalá los ricos de Venezuela se pongan la mano en el corazón, ojalá se den cuenta de que es imposible vivir con tanta riqueza rodeados de pobreza”. Esa frase lo resume todo.

Lamentablemente, un importante sector de la oposición se negará incluso a construir un mejor país por el solo hecho de no estar de acuerdo con quien ostenta el poder. Y todavía hay que incluir a esa gente, chavista u opositora, a quien la corrupción de mente que provoca el dinero sencillamente le ha cerrado los oídos a ese mensaje de Chávez al que me he referido. Sin embargo confío en que aquellos que sí creemos en una mejor Venezuela somos mayoría. Y de esa forma, con nuestra pequeña lucha por ser mejores, le rendiremos el mejor tributo a ese líder con quien tuvimos el privilegio de compartir patria los últimos años.