Andy Robinson
La Vanguardia

A mi me parece que Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, tiene toda la razón en señalar que no deberíamos sentir simpatía por quienes pierden parte de  sus inversiones offshore y ahorros en la sombra en un paraíso fiscal europeo como Chipre. Sobre todo cuando se trata de integrantes de la oligarquía mas espeluznante de  la posguerra fría, millonarios rusos que han depositado unos 22.000 millones de euros en  Chipre utilizando la pequeña isla como una salida para sus capitales malolientes, fruto, en primera instancia del robo del siglo que se produjo en las privatización postsoviéticas. Además una salida de excelente rentabilidad, gracias a la crisis de deuda griega y periférica en general. “Corrieron riesgos: que los afronten”, sentenció Dijsselbloen en referencia a accionistas, tenedores de bonos e inversores de gran patrimonio en depósitos no protegidos ya que rebasan lo que se considera un nivel de inversión que debe contar con la garantía del estado.

Dada la oleada de indignación y solidaridad mediterránea que recorre medios de centro izquierda en España y Grecia, debo reconocer que esas palabras -al menos en la medida en que se apliquen  a los beneficiarios del gángster capitalismo postsoviético y sus voraces inversiones offshore en Chipre-, a mi me suenan a música celestial. Para comprobar la catadura moral del inversor ruso en Chipre, recomiendo esto de Misha Glenny, autor de McMafias.

Pero  hay un problema con los tecnócratas europeos cuando cabalgan en sus caballos altos de rectitud y solvencia contra  la moral hazard y los paraísos fiscales mediterráneos. Y, al leer ayer en el Financial Times, que  cientos de representantes de otros paraísos fiscales europeos han aterrizado en la pequeña isla para aprovechar la oportunidad,  sentí menos respecto por la firmeza moral del político holandés. Porque si su antecesor al frente del euro grupo Jean Claude Juncker, era primer ministro del paraíso fiscal de Luxemburgo, Dijsselbloem proviene de un país que ofrece descaradamente oportunidades tributarias a compañías multinacionales como Starbucks y evasores fiscales con audacia rock and roll como Bono y U2 para no pagar impuestos.

Esto es muy relevante porque, mientras los poderes fácticos europeos, desde sus bunkers y refugios en países acreedores como Alemania y Holanda,  aciertan en sus ataques a la endémica evasión fiscal de élites en el sur europeo, jamás parecen estar dispuestos a adoptar el mismo tono de reproche, ni medidas tan contundentes como las adoptadas en Chipre para erradicar de una puñetera vez la red de centros offshore europeos algunos en el segmento más predicador del Viejo Continente. Tras una estancia la semana pasada en Zug (Suiza), un pueblo 19.000 habitantes a media hora de Zúrich donde están registradas 29.000 empresas, muchas de ellas meros buzones de correos, me siento ya aún menos convencido por los sermones en defensa del rigor y la transparencia pronunciados en alemán.

Suiza es uno de los países cuyos bancos de inversiones, asesores tributarios y abogados se han empleado a fondo desde la aplicación de la quita del 30% a los depósitos offshore y onshore en Chipre , según el FT. “A los rusos de alto standing y sus asesores que han llegado a Chipre en los últimos dias se les persiguen en su estela a una nueva ola de visitantes: los banqueros europeos que esperan que las perdidas de Chipre sean sus ganancias”. Un abogado chipriota dice a la reportera Courtney Weaver, que ha sido cortejado por representantes de bancos en Andorra, Suiza, Letonia (el alumno predilecto de la troika) y hasta…: Alemania.  “En Limassol un abogado de un oligarca ruso dijo que había recibido llamadas desde el banco suizo del mismo magante ruso instándole a usar sus servicios cuando abran nuevas cuentas en el extranjero”.  Sin duda, habrá banqueros de las tierras bajas de calvinistas de Dijsselbloem, detallando las mismas ventajas tributarias de meter toda la pasta oligarca en Ámsterdam igual que explicaron en su dia a los ejecutivos de Starbucks y a los roqueros de U2.  Los holandeses, a fin de cuentas, aún se benefician de aquel momento del siglo XVI en el que Ámsterdam fue el centro financiero offshore mas importante del mundo. Allí en Chipre esta semana estarán otros europeos de norte recto oferciendo sus carteras de inversiones de bajo coste tributario.  Seguramente no irá Jean Claude Juncker en persona (aunque ¿quién sabe ahora que tiene más tiempo libre?), pero puedes contar con que haya, en estos mismos momentos, mientras usted lee este blog,  algún asesor de estrategias tributarias globales de Luxemburgo, invitando a comer pulpo a la brasa a algún amigo de algún asesor de un Abramovich, un Berezovsky o un Vekselberg.

De modo que, en lugar de indignarnos demasiado por la expropiación de parte del patrimonio de inversores con más de 100.000 euros en una cuentas offshore en Chipre, yo me indignaría de que no se esté haciendo  alguna expropiación  parecida en Suiza, Holanda,  Liechtenstein (salida preferida de evasores alemanes),  Luxemburgo, la City londinense,   Dublín. La isla de Mann, la isla de Jersey, Andorra, Viena… La lista -como la de le Lagarde- apenas tiene fin. Vale. Puede que 100.000 sea un umbral demasiado bajo para empezar finalmente el contraataque a la élite evasora pero por algún sitio hay que empezar. Una inversión en un depósito de alta rentabilidad, que rebasa la protección de la garantía estatal, es –como dicen en la City- “fair game” (presa legitima para el cazador).

Desde luego, a mí me preocupan más las quitas (de hasta el 50% en el caso de los funcionarios griegos) que se están aplicando a millones de europeos que no tienen mas de 100.000 euros en sus depósitos , ni más de 1.000 euros, en su cuenta  corriente. Cuando nos dejamos llevar por una solidaridad mediterránea frente a los déspotas del norte, conviene destacar que era el gobierno  de Chipre quien impuso la quita a los depósitos protegidos de ahorradores normales y corrientes con el fin de reducir el castigo a los inversores offshore de Rusia y Medio Oriente. No conviene olvidar tampoco que Nicosia llevaba a una política de integración de la oligarquía rusa tras dar nacionalidad chipriota (y derechos que vienen con la pertenencia a la UE)  a 80 de ellos lo cual- según Glenny- ha generado gran inquietud en Berlín. Y con toda la razón.

Todo es complejo en esta crisis y es difícil, a veces, saber contra quién cargar. Yo trato de orientarme consultando con gente como John Christensen, el director de Tax Justice Network en Londres  (en otra vida asesor tributario  y whistleblower del gobierno de la isla de Jersey) al que entreviste en Londres la semana pasada. Publicaremos en el próximo numero del suplemento Dinero el domingo  la entrevista junto  con un largo articulo sobre las estrategias de elusión (léase evasión) fiscal  de multinacionales como Burger King Starbucks y Siemens. Christensen dice lo siguiente: “La situación en Europa es grave y en deterioro. Existe una endémica evasión fiscal.  Sabemos que nuestras elites están haciendo esto a una escala enrome. A escala mundial, calculamos que los activos de menos de  10 millones de individuos de alta renta  equivalen a 21 billones de dólares. Es asombroso. Los paraísos fiscales europeos  -sea a Luxemburgo, Austria, la Isla  de Jersey, Irlanda-, están bloqueando todo el progreso en armonización que es lo único que puede parar una carrera hacia el fondo en la que todos perdemos”, me dijo. Y añadio en un email ayer: “No creo que el plan de Chipre pueda interpretarse como un carga frontal contra los paraísos fiscales pero sí, sin duda,  hay gente en la Comisión que quieren cerrar las actividades de blanqueo llevadas a cabo en Nicosia. Chipre no era más que una lavadora de dinero negro procedente de Europa del este y Oriente Medio”.