Un minuto de silencio
Manuel Freytas (*)

Murió Chávez. Murió el ícono del discurso antiimperialista masivo a escala global. Murió el líder del discurso contrainformativo en las grandes cadenas mediáticas internacionales.

Y con Chávez murió el punto de referencia aglutinante y motivador para las organizaciones y militantes populares que todavía resisten el avance de las estructuras de dominio capitalista trasnacionalizado.

Chávez y su habilidad comunicativa conformaban un «espectáculo» en si mismo. Y gracias a esa situación, las mayorías mundiales pudieron acceder a un discurso contrainformativo que solo puede encontrarse en el mundo reducido de la prensa alternativa o de izquierda.

El presidente venezolano mantenía una alianza estratégica (de orden comercial y militar) tanto con Irán como con Rusia y China, potencias capitalistas emergentes que compiten con el eje USA-UE por el control de las redes energéticas y las reservas petroleras del triángulo Eurasia-Cáucaso-Medio Oriente, en una versión aggiornada de la «guerra fría» por áreas de influencia, esta vez protagonizada a niveles intercapitalistas.

Pero, y analizado desde una perspectiva global, lo más impactante y «polarizante» que tuvo Chávez fue su discurso contrainformativo del sistema capitalista masificado y nivelado planetariamente desde las mismas cadenas imperialistas que siempre lo proyectaron como un producto «marketinero» y rentable.

Como contenido, el discurso mediático  de Chávez, movilizaba una descripción correcta  del sistema capitalista en su funcionamiento político, tanto como sistema de dominio regional como planetario. Era muy preciso en sus descripciones del funcionamiento de las estructuras políticas y militares del sistema capitalista imperial.

A través del discurso  atrapante» de Chávez las grandes mayorías del mundo accedieron  a «contramensajes alternativos» como cuando el presidente de Venezuela acusó a Israel de cometer un genocidio militar en Líbano y Palestina, parecido al Holocausto, o cuando acusó indirectamente a Bush de planificar y ejecutar el 11-S en EEUU.

Cuando el presidente venezolano resumía a Colombia como una «base» de EEUU y a Uribe como un títere USA, precisaba con claridad el rol de ese país y sus gerentes de turno en la estructura del control regional de Washington.

Lo de Chávez con las grandes cadenas parecía avanzar por el lado de una  modalidad comunicacional de aprovechamiento común donde las estructuras mediáticas utilizaban el «producto Chávez» para captar audiencia  y el líder bolivariano se valía de ellas para lanzar a escala masiva sus mensajes y denuncias contra el Imperio.

Chávez, al contrario de lo que todo el mundo creía, no improvisaba. en todo momento, y por medio de sus discursos contra el Imperio ,  lanzaba globos de ensayo con técnicas de guerra psicológica a través de las portadas, titulares e imágenes de las grandes cadenas internacionales.

El mandatario venezolano  le «tomó el tiempo» a la metodología funcional de las cadenas internacionales y decidió salirse del papel burocrático de presidente para convertirse en un formidable editor de noticias (el mejor) que en vez de un medio especifico utilizaba a toda la estructura de la prensa mundial para «publicar».

Chávez, para el buen observador, no decía los discursos comunes y esquemáticos de un presidente vulgar: titulaba, presentaba y desarrollaba noticias que luego el aparato mediático distribuía por todo el planeta.

Si se observaba con atención, los grandes conglomerados mediáticos que «rebotaban» los discursos de Chávez contra el Imperio, simultáneamente, y durante las 24 horas, también desarrollaban campañas embozadas o directas contra el presidente venezolano a través de «información» o de «análisis» de operadores de la CIA o del Departamento de Estado insertados como «columnistas».

Esto no les impedía mostrar sus pantallas y titulares con Chávez generando audiencia  con sus dardos envenenados e irónicos  que convirtieron a Bush,  el entonces presidente del Imperio,  en el hazmerreír del mundo.

Este fenómeno quedó demostrado cuando Chávez mostró en  pantalla el libro de Noam Chomsky, «EEUU: Hegemonía o supervivencia», durante sus célebre discurso contra «Bush Diablo» en la Asamblea de la ONU.

Casi por arte de magia, y demostrando el nivel de penetración del mensaje de Chávez, el libro se convirtió en un best seller mundial citado y comentado en todas las grandes cadenas de diarios, radio y televisión.

Publicado hacía tres años, el libro dormía plácidamente en los sótanos de las librerías, en la lista de Amazon estaba en el puesto 26.000, y se convirtió en número uno en ventas tras la mención de Chávez, a tal punto -y según el mismo lo expresó- que el primer sorprendido fue el propio Chomsky.

A nivel de evaluación, la promoción del libro de Chomsky le permitió al presidente venezolano comprobar hasta que punto podía movilizar opinión pública internacional, y qué niveles de difusión masiva y planetaria alcanzaban sus discursos.

Es un día de profunda tristeza para los que todavía luchan (y resisten) contra el sistema capitalista criminal que niveló el planeta a su imagen y semejanza.

Y es un día de rutilante alegría y celebración  para los que odiaron y demonizaron a Chávez  desde las estructuras más reaccionarias de las potencias imperiales y sus clases sociales racistas y contrarrevolucionarias.

Y están los que lo lloran…y  los que bailan con su muerte. Con Chávez se muere un tiempo.  Y la simbología de su muerte trasciende su proyección política regional o internacional.

Chávez fue el ultimo grito masivo del antiimperialismo militante. La expresión verbal del antisistema. El verbo contrainformativo contra el dominio mediático de un imperio que sustituyó los fusiles por la manipulación y el control masivo de de cerebros.

Chávez fue la palabra y la denuncia. El gran rupturista del mensaje unificado y blindado del sistema capitalista erigido como «mundo único». Fue la piedra en el estanque. el gran despertador de conciencias desde los propios medios del sistema que adormecen la conciencia.

Chávez fue un guerrero inclaudicable contra los nuevos ejércitos mediáticos de dominación que utilizan el mensaje informativo como arma de guerra.

Murió Chávez. Murió el ícono del discurso antiimperialista  masivo a escala global. El mundo de la contrainformación hace silencio. Y el sistema, y el antisistema, continúan con otros protagonistas.

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica