Medardo Avila Vazquez
El 24 de marzo es para recordar y marchar todos juntos por las calles de la república, para decir que esta democracia es para siempre. Pero también ese día, alzamos la voz para decir que necesitamos más democracia y que los derechos humanos que ayer nos violaron hoy se juegan en los montes formoseños bañados por la sangre Quom que vierte un aborrecible gobernador; en territorios campesinos donde las bandas de sicarios (parapoliciales) de los empresarios sojeros continúan matando a la juventud del MOCASE que se resiste al desalojo y al desmonte; en los valles de la precordillera, donde se pone el cuerpo al avance de la megamineria que destruye montañas y envilece al agua; en los barrios humildes de las ciudades, como Córdoba, donde se criminaliza la pobreza con las mismas políticas que llevaron a México vivir una guerra de baja intensidad inventada por la DEA.
En este 24 de marzo, 37 años después, encontramos un pueblo que resiste y lucha por sus derechos, como los vecinos de Bº Ituzaingó de Córdoba y de tantos pueblos fumigados de la nación, como los pobladores de Malvinas Argentinas, también en Córdoba, que a pesar de sus necesidades sociales, le dicen No a Monsanto, No a la instalación de una gigantesca planta de semillas venenosas de maíz y desenmascaran día a día sus mentiras y las complicidades del Estado nacional, provincial y municipal. Este reclamo popular no es fruto de la casualidad, esta es la memoria del 24 de marzo, es el inconsciente colectivo de un pueblo que sigue defendiendo su dignidad, que reconoce una historia y desde ella se pone de pie para decir que hay que anteponer los derechos humanos, el derecho a la vida, a la salud, al ambiente, por encima de los intereses de empresas multinacionales y del agronegocio.
Hoy juzgamos a los genocidas en un gigantesco avance de la democracia y en un acto de justicia. Costó muchísimo llegar a encarcelar a estos generales, hoy jubilados y sin mando de tropa. Y Monsanto hoy manda en Córdoba y esto también es una realidad, manda al Intendente y al comisario de Malvinas Argentinas; parece mandar a fiscales y jueces que le allanan prestos el camino, mientras viola todas las normativas nacionales y provinciales de regulación industrial y ambiental; compra importantes pautas de publicidad en los medios de comunicación tratando de cerrar espacios a la protesta popular. Monsanto busca imponer impunidad para sus negocios a cualquier costo; la impunidad que le da el poder económico con que se mueve en todo el mundo y que, los pueblos de todo el mundo repudian, por empresa contaminante, corruptora y depredador.
37 años después los argentinos seguimos tratando de defender nuestros derechos humanos, reclamando que se cumplan las leyes, rechazando la impunidad e intentando construir una sociedad donde prevalezcan las necesidades del pueblo y no los negocios de las corporaciones.
Medardo Avila Vazquez, Vicepresidente APDH Córdoba