Jorge Mario Bergoglio, el ex arzobispo de Buenos Aires, cuya sorpresiva elección como Papa el miércoles sorprendió al mundo, dijo que el nombre de Francisco le vino a la mente cuando se dio cuenta de que el voto iba a su favor durante el cónclave – la elección secreta en la que 115 cardenales se reunieron en la Capilla Sixtina- para elegir al sucesor de Benedicto XVI.

El Papa, que habló en una audiencia en el Vaticano a miles de periodistas de todo el mundo que cubrieron su elección, describió cómo se dio cuenta de que el apoyo a su candidatura estaba llegando a niveles «peligrosos».

Cuando los cardenales hicieron su quinto y último voto, se hizo cada vez más claro que lo estaban escogiendo para que fuera el 265º sucesor de San Pedro.

Un viejo amigo, un cardenal brasileño de 78 años, que estaba sentado junto a él en la capilla decorada con frescos del siglo XV, lo confortó.

«A mi lado estaba el Arzobispo emérito de Sao Paulo, Claudio Hummes, un gran amigo mío», dijo a los periodistas, que abarrotaron el salón Pablo VI del Vaticano para el encuentro.

«Cuando las cosas se pusieron un poco peligrosas, él me consoló y cuando los votos por mí alcanzaron la mayoría de dos tercios, un momento en el que los cardenales comenzaron a aplaudir porque habían elegido un nuevo Papa, me abrazó, me besó y me dijo: No te olvides de los pobres».

«Esa palabra, los pobres, se me quedó aquí», dijo Francisco, golpeándose la cabeza.

«Fue entonces cuando pensé en San Francisco de Asís y luego pensé en las guerras y la paz y así fue como surgió ese nombre para mí: un hombre de paz, un hombre pobre … y cómo me gustaría una Iglesia de los pobres, para los pobres».

Reveló que los cardenales le habían sugerido un nombre diferente como Papa, posiblemente Adrián, por el gran Papa reformador o Clemente XV, para «tomar venganza» de Clemente XIV, un pontífice del siglo XVIII que intentó suprimir la Orden de los jesuitas. Francisco es jesuita y su elección lo convirtió en el primer el primer Papa de la orden de los jesuitas en la historia de la Iglesia.

La escogencia del nombre, es una clara indicación de la determinación del Papa Francisco a que la Iglesia sea más austera y conectada con problemas reales, como la pobreza y el sufrimiento y confirma su aversión a las pompas y el boato de su cargo.

Él ha sorprendido a los funcionarios del Vaticano en sus primeros días como Papa, rechazando la limusina papal y desplazándose en minibús, dirigiéndose a los cardenales como «hermanos» en lugar de «señores cardenales» y pagando su factura en la residencia clerical donde se quedó antes del cónclave.

Su estilo informal, modesto, contrasta con el papado más vinculado a la tradición, de su predecesor Benedicto XVI, quien está viviendo las primeras semanas de su retiro en un castillo con vista a un lago volcánico en las colinas al sur de Roma.

En otras partes de su discurso a los periodistas, que hizo en italiano, Francisco dijo que los católicos deben recordar que es Jesús el centro de la Iglesia, no el Papa, lo que provocó una ovación, los periodistas procedentes de Italia y otros países católicos gritaron «Viva el Papa» y «Fran-ces-co».

El Vaticano informó que el Papa se reunirá el martes con la presidenta argentina Cristina Kirchner, con la cual ha tenido grandes desavenencias por las políticas liberales de ésta, en lo referente al matrimonio entre homosexuales, la adopción de niños por parte de parejas homosexuales y el control de la natalidad.

También visitará el próximo sábado al «Papa Emérito» Benedicto XVI en Castel Gandolfo, donde está residiendo desde su renuncia el 28 de Febrero.

Se ha especulado sobre los riesgos de que Benedicto se convierta en una especie de «Papa en la sombra» para Francisco y un pararrayos para los que en el Vaticano puedan estar descontentos con el estilo y sustancia del nuevo papado.