Arturo Ramatini (*)
Es interesante el aparente debate generado por la Presidenta Argentina, Cristina Fernández, en torno a la disputa planteada por los denominados “Fondos Buitres”, quienes al no haber aceptado la negociación planteada por el Estado argentino pretenden cobrar el 100% de la deuda que Argentina posee con ellos. Estos fondos representan el 7% del total de la deuda reestructurada durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
En su presentación ante la Asamblea Legislativa el pasado 1ro de marzo, la Presidenta de la Nación sostuvo que la Argentina representa un verdadero «leading case» (caso testigo) económico y político en su postura frente a las demandas de los fondos buitre.
«No podemos permitir que un puñado que se cuenta con los dedos de una mano «arruine a todo el mundo», afirmó. Y agregó: «En la Argentina los 40 millones hemos hecho un esfuerzo descomunal sin acceder al mercado de capitales, estamos pagando regularmente nuestras deudas».
La paradoja es que a pesar de haber reestructurado la deuda externa ilegal e ilegítima y aceptar la jurisdicción de las controversias en tribunales radicados en Nueva York, el gobierno argentino ha sido el mayor pagador de deuda de toda las historia del país, aunque esto es visto por Cristina Kirchner como la causa de que el FMI y los organismos internacionales de crédito, como el verdadero motivo del supuesto castigo al que quieren someter al país.
La Presidenta afirmó que: «Desde 2002 hemos pagado con reservas 32 mil millones de dólares y agregó: «Estamos dispuestos a pagarles a los fondos buitre, pero no en mejores condiciones que al 93% que confiaron en la Argentina». Desde la declaración del default de la deuda soberana en 2001, aseguró que se regularizaron los plazos fijos con bonos pagados puntualmente, se rescataron las cuasimonedas, se llevó adelante la primera reestructuración de la deuda, se logró la cancelación total de la deuda con el FM (10.000 millones)I, se programó la cancelación de la deuda con el Reino de España (1.000 millones), se reestructuraron los avales para provincia de San Juan, se recuperaron las LETES, y se llevó adelante el último canje de la deuda que englobó al 93% de los acreedores, todo esto, sin acceso a los mercados de capitales, remarcó.
«Lo que no le perdonan a la Argentina es que no hemos vuelto a pedir prestado, no hemos vuelto a hacer negocios financieros, ese es el gran problema, nos quieren volver a endeudar», aseveró. La Presidenta remarcó que «este es el gobierno de los últimos años que ha hecho una reducción de la deuda». Indicó que el ex presidente Néstor Kirchner hizo una reducción del 83%, mientras que durante su gobierno se redujo otro 7%.
Cristina Fernández afirmó que la audiencia con los fondos buitres en Nueva York «tiene una importancia que excede a la Argentina, al mundo de las finanzas». A continuación, aseguró: «Vamos a seguir pagando nuestras obligaciones en dólares, tal cual lo venimos haciendo desde 2005». «No vamos a romper ninguna ley de la República Argentina, pero tampoco vamos a cometer fraude contra el 93% que aceptó la oferta argentina», aseveró. La Mandataria remarcó que la Argentina está «ofreciendo a los fondos buitre, que reciban el pago en las mismas condiciones y con la misma quita que al resto de los acreedores». «Si hay un sistema o una justicia que elige beneficiar a un 7 por ciento en desmedro de un 93 por ciento, tengo muchas dudas en llamarla justicia», enfatizó.
Pero Cristina se queja de una situación que a ella le resulta razonable porque está inmersa en el mismo paradigma económico, aunque en apariencia parezca estar enfrentada, pues la lógica económico-financiera del mercado global funciona así: cuanto más se pagué y más deuda se cancele más condicionamientos serán aplicados al país deudor.
Difícilmente Argentina sea un” leading caise” en relación a los países del sur de Europa que se ven afectados por el endeudamiento. Las condiciones son otras, no es lo mismo España, Italia y Grecia que un país sudamericano. En todo caso podría ser un “caso testigo” para el resto de los países de Latinoamérica y EL Caribe.
Entonces, quejarse de un sistema económico mundial hacia afuera que supuestamente quiere volver a endeudar al país, cuando se aplican políticas capitalistas hacia dentro con solo algunas variantes reformistas, es al menos ingenuo, para cualquier observador que aprecie como el gobierno acepta los tribunales extraterritoriales y luego se queja de los posibles fallos de los jueces, pues, como en la Argentina, son magistrados que responden a los poderes reales de este mundo: el gobierno global mundial del que los gobiernos elegidos por los pueblos, solo son meros peones del tablero.
(*) Arturo Ramatini es Economista de la Universidad de Buenos Aires