Se fue un criminal que integró las juventudes hitlerianas, Ratzinger el papa xenófobo, homofobo y encubridor de pederastas, una ofensa a la figura -al menos la idealizada por los creyentes- de Jesús, que no pudo tapar los progresivos escándalos de la mayor organización mafioso-terrorista de todos los tiempos, filtrados gracias a las nuevas tecnologías de información. La Iglesia Católica con sus centros de adoctrinamiento y lavaje político de cerebros, vaciador de contenido, está presente en cada resquicio del planeta. Siguiendo la misma lógica se nombró a otro criminal, Jorge Mario Bergoglio con su alterego Francisco I, nombre de origen germánico que pueda acaso entenderse aquí como un continuismo simbólico con su antecesor, ciertamente aquello que no representa duda es el conservadurismo nefasto ideológico, puesto que si fuera de otra manera la llegada a las riendas de la Iglesia, los grupos de poder ocultos, aunque cada vez menos, detrás del báculo papal, no lo dejarían llegar ni a la puerta de bronce del palacio pontificio.
El Bergoglio ya histórico, acusado de promover, ocultar y amparar desapariciones de personas, secuestros, torturas inclusive de otros curas, de entregar fieles al terrorismo de estado para su posterior tortura y asesinato, de ser parte del mecanismo de apropiación de bebés durante la dictadura, de operar como lobbista político en favor del stablishment y la oligarquía en particular, un ferviente activista en contra de cualquier tipo de conquista en lo que a derecho humano se refiere llamese éste, matrimonio igualitario, eutanasia, aborto, despenalización de tenencia de estupefaciente, o la tan espera separación estado-iglesia, unión que no está consentida en la Constitución Nacional Argentina operando de facto, cura máximo desestabilizador trabajando codo a codo con la gauchocracia cuatroporcuatrera e instigador golpista, ideólogo de campañas mediáticas en contra de periodos democráticos, su pasado se pierde en la noche de la historia, amante de las prebendas y privilegios de los que goza la Iglesia a costa de un estado laico, extorsionador incansable perturbando el desarrollo y la implementación de políticas de inclusión social, implacable opositor rabioso de las democracias participativas todo lo dicho parapetado en una imágen de conciliador y perdonador compulsivo.
El cura Bergoglio exponente máximo de la ultraderecha asesina vernácula, como vaticinaban algunos suspicaces analistas, ganó, conocedores de la gran mafia eclesiástica, quizá la más grande organización delictiva yendo desde convenios políticos para dar a ciertos giros históricos reaccionarios la investidura moral para arrullar de esa manera las mentes de los miembros de su grey, esto último como lo más suave pasando por lavaje de dinero, desvío de fondos, utilización política de la sinrazón del poder real basado en la virtualidad de una ficción para influenciar cuando no extorsionar gobiernos progresistas o inclusive cualquiera que pueda acercarse a estándares medianamente aceptables de democracia, siempre jugando a puntas diversas con la ambigüedad vacua de la prosa clerical tan bien usufructuada. Costándole la vida a aquellos que se opusieron a la desigualdad social, a los que lucharon por los derechos políticos, muriendo muchos por alzar su voz por los derechos humanos, en ese labrar intenso de la historia se encuentra como contra-fuerza las elites mundiales y en su pata fundamental de dominación y adoctrinamiento, la iglesia católica. Bergoglio es simplemente el que debía ser, el que debía ocupar esa función del monopolio de la fe.
El CEO
El vaticano no se duerme, sabe perfectamente quien es Bergoglio y justamente por ello es elegido para liderar la corporación eclesiástica. en 2010 en un reportaje de Vertbitsky para Pagina/12 a Graciela y Rodolfo Yorio hermanos del cura del tercer mundo Orlando Yorio quien fuera secuestrado por los grupos de tareas del terrorismo de estado durante la ultima dictadura militar que duró del 76 al 83, en una entregada del actual papa Francisco I, para que lo torturen. Por entonces, Francisco I, mantenía contactos estrechos y una colaboración muy activa con los militares genocidas. Del mismo reportaje se desprende que compañeros jesuitas de aquel Bergoglio habían elevado al Vaticano un dossier en el que se plasmaba el comportamiento oscuro del presbítero, con ello ilusoriamente se sentían seguros -en ese tiempo- que un personaje de esa calaña jamas ocuparía un rol tan central para la religión católica. Cualquier mortal con alguna lectura de la realidad comprenderá que una persona con ese arrojo perverso es codiciada por cualquier organización mafiosa, sea como elemento ofensivo que opera en la clandestinidad, sea como líder.
Este cura devenido en sumo pontífice, su afinidad y contacto con los militares genocidios, el servicio secreto del estado al tiempo que de tanto en tanto intercedía por alguna víctima secuestrada por la dictadura, generalmente algún hijo «descarriado» de un poderoso, lo que demuestra su total conocimiento de lo que en esa época acontecía a la vez que su nivel de contactos hacia el interior del averno militar, un uso de doble cara que ejecutó con maestría y que a la luz del resultado del cónclave, se puede afirmar que aun no ha perdido sus mañas.
Apretador profesional, hostigador de aquellos que anteponían lo social a sus intereses inmediatos, sus vínculos con la desaparición forzada de personas se ve reforzado por testimonios como los de la teóloga Marina Rubino quien denuncia a Bergoglio por despojar de la protección que pretendía conceder el obispo de Morón Miguel Raspanti en 1976 a los curas de los pobres Orlando Yorio y Francisco Jalics, por que consideraba que corrían peligro; al poco tiempo fueron secuestrados y torturados. Marina Rubino estudió con los curas Yorio y Jalics y fue coordinadora en el colegio Sagrado Corazón de Castelar, provincia de Buenos Aires donde estaba la religiosa francesa Leonie Duquet, desaparecida, torturada en el centro clandestino de detención ESMA y arrojada desde un avión militar al mar, su cuerpo luego hallado en la costa de Santa Teresita. En aquellos sombríos momentos con un uso atroz de humor macabro que desgarra cualquier consciencia, los oficiales torturadores solían llamar «las monjas voladoras» a las dos religiosas francesas torturadas y tiradas a las aguas desde las alturas, Leonie Duquet y Alice Domon. Bergoglio solía hacer insinuaciones y solapadas amenazas a manera de consejos para debilitar a miembros de movimientos sociales dentro de la Iglesia, desbaratarlos, como recuerda Rodolfo Yorio algo que sintió como una amenaza “Vos cuidate, porque a la hermana de Fulano que no tenía nada que ver la secuestraron y la torturaron”, cabe destacar que esto lo decía Francisco I en plena dictadura militar, cuando parte de la sociedad desconocía las atrocidades y el carácter abominable de la eliminación sistemáticas de personas, clandestinidad explotada por los genocidas de entonces. Los curas secuestrados frecuentemente describían al actual Francisco I como un personaje «ávido de poder».
El sóplo de Francisco I
El sacerdote Alejandro Dausa secuestrado a meses del golpe militar en 1976 que instaura la dictadura, es torturado durante seis meses por la policía de Córdoba, lo sueltan y logra exiliarse en los EEUU donde se entera por organismos de derechos humanos que el cura Jalics reside en ese país, tienen cierto contacto y en cada oportunidad recuerda Dausa: “Como es natural, conversamos sobre los secuestros respectivos, detalles, características, antecedentes, señales previas, personas involucradas, etc. En esas conversaciones nos indicó que los había entregado o denunciado Bergoglio”. En legajo Nº 6328 de la justicia sobre el cura Jalics reza: «Jalics, Francisco.- Sacerdote jesuita, fue secuestrado el 23 de mayo de de 1976 en el Barrio Rivadavia (en el límite con la villa del Bajo Flores). Estuvo prisionero en E.S.M.A. y posteriormente en una casa de Don Torcuato. Fue liberado el 23 de octubre de 1976 junto al padre Yorio, sacerdote de la misma Comunidad. Salió del país.».
La Iglesia cómplice
Francisco I, en el año 2006 edita su libro «iglesia y democracia en Argentina» donde prologó «no debemos tener miedo a los documentos», omitiendo aspectos claves de un documento que yase en los archivos de la curia donde él era arzobispo al cual tuvo acceso el periodista Horacio Verbitsky; documentos con dimensión reveladora sobre la participación central de la iglesia durante la represión dice en alguno de sus pasajes “de ninguna manera pretendemos plantear una posición de crítica a la acción de gobierno (militar)” dado que “un fracaso llevaría, con mucha probabilidad, al marxismo”, por lo cual “acompañamos al actual proceso de re-organización del país («proceso de reorganización nacional»: así llamaban los dictadores al terrorismo de estado)”. En forma explícita menciona la “adhesión y aceptación” episcopal.
Desestabilizador profesional
Los meses previos al golpe de estado de 1976, se empezó gestando un lockout patronal, con la idea efectiva de desestabilizar aun más el gobierno de Rega-Estela Martinez de Perón, el mismo modus operandi ejecutaron la derecha y la iglesia cuando el gobierno nacional durante 2008 intentó aplicar según constaba en su plan de gobierno, la redistribución de la riqueza, atendiendo a la renta obscena que dejaba sobre todo la explotación sojera y a modo también de reparación y ligera compensación por el impacto que deja el monocultivo, el uso de agroquímicos alarmantemente tóxicos y la brutal iniquidad estadística de un 80% de las tierras más productivas en manos de un 20% concentrado y por tanto muy rico. Francisco I, en esos días, se alineo automáticamente, como era de esperar con el sector concentrado del «campo» camuflándose detrás de un reclamo que lo hacia pasar como de «todo el campo», manipulando la opinión publica a tal punto que tuvo en vilo al gobierno democrático kirchnerista, seguido por perros jadeantes que pretendían un golpe, tal vez mas al estilo de estas épocas, un golpe cívico-eclesiástico-
Un papa terrenal
Si se sostienen ideales, cuesta con dureza reconocer que a modo de espiral la verdad de las cosas termina por caer en un centro de gravedad que no es otra cosa que el dinero. Este párrafo sirve de introducción para lo que se desvela ante los ojos como aquello que en definitiva es del interés de las mafias, a fin de cuentas mencionar el poder en cualquiera de sus formas es una referencia directa o indirecta al vil metal, allí, en ese lugar de sometimiento simbólico siempre se llega sea uno verdulero o papa, Bergoglio, Francisco I no es la excepción, a tal punto que aquel que detenta obsesivamente el poder a costa de dolor de otros hace del peculio -sobre todo ajeno- el leitmotiv de la obra de su vida. Los mafiosos de toda raza aman esta lógica y sienten que les da sentido. El exmonje de la Compañía de Jesús Mom Debussy denunció a Bergoglio en 1990 por un faltante u$a 6.000.000 (seis millones de dolares) provenientes de aportes y donaciones durante la gestión de este como administrador de esa organización católica que no se registró en libros con la sobreentendida evasión impositiva. Mom Debussy cayo en el engaño en el que inducen muchas ordenes a sus seminaristas, el acto solemne del «voto de pobreza», para acentuar la coherencia se espera que los bienes poseídos por los discípulos provenientes de su vida mundana sean entregados en ofrenda, pueden ser los que se originan en el esfuerzo del trabajo o bienes heredados; ésto es lo que le sucedió a Debussy, con un pasado familiar holgado hereda de su abuelo el equivalente a un departamento de tres ambientes en el selecto enclave de La Recolecta en Buenos Aires, contado por él mismo: “Cuando murió mi abuelo, la herencia se repartió entre mis dos hermanas y yo. Le entregué mi parte a Bergoglio, en su despacho del Colegio Máximo, en billetes, y ni siquiera me dio un recibo”, dice. Cuando se retiró de la Compañía supo por el provincial Zorzín que tampoco lo registró en los libros contables de la Curia Provincial. Entre 1988 y 1989, Zorzín le devolvió 7300 dólares, en tres entregas. El retorno al mundo real de Debussy estuvo plagado de privaciones quien tuvo que oficiar de pintor, empleado, hasta llegar a hoy que vive en pareja y trabaja como acompañante terapéutico.
Dice en una nota que le hicieran al exnovicio: «En el momento de la dimisión debería habersele restituido íntegro ese y cualquier otro dinero que hubiese sido depositado en la cuenta. “De haberlo sabido y existido la cuenta y los fondos, no hubiera esperado casi cuatro años para dimitir”, dice Mom Debussy … Bergoglio dejó una contabilidad “plagada de omisiones y ocultamientos de ingresos (donaciones de particulares y aportes de la Curia General de la Compañía, de la Iglesia alemana y del Estado Nacional destinados al sostenimiento de los novicios y estudiantes jesuitas). Por auditorías internas y recolección de datos entre donantes y aportantes, calculaban un faltante de casi seis millones de dólares”.»
Unos párrafos adelante, un tanto más desgarrador, Mom Debussy escribe que debió soportar “opresión, falsedad y desprecio”. Su ingreso a la Compañía y su ordenación sacerdotal fueron errores influenciados por “mi falta de libertad y la opresión ‘paternal’ y ‘lavado de cerebro’ provocados con el consentimiento de mi debilidad, confusión y temor a la soledad y el desprecio del p. Bergoglio”, a quien “considero un demente en el mejor de los casos y una mala persona en muchos otros”. Luego de dos años de alejamiento, en los que “he podido conocerme mejor, sentirme un ser humano y un ser libre”, Mom Debussy dice que “prefiero este mundo pecador, donde los corruptos no pasan por virtuosos, o al menos, buscando fama, dinero y poder, no se camuflan detrás de profesiones de pobreza ni proclaman la virtud suprema de la caridad, mientras impunemente destruyen a otros seres humanos, tan hijos de Dios como ellos. Fuera de la isla eclesiástica las cosas son llamadas por su nombre y finalmente nadie engaña a nadie”.
Finaliza la nota con una perla en una suerte de síntesis que describe al personaje Francisco I: Cuando Ubaldo Calabresi sucedió como nuncio apostólico a Laghi, en 1981, Bergoglio lo llevó al Máximo y lo invitó a celebrar la misa en latín (en flagrante actitud conservadora y excluyente). “Nadie entendió nada”, dice Mom Debussy. Cuando su compañero Jorge Seibold fue designado Rector de Filosofía de la sede San Miguel de la Universidad del Salvador, Bergoglio lo hizo arrodillarse en la capilla del Máximo y decir el juramento contra el modernismo que Pio X estableció en 1910 y que estaba en completo desuso. (El contenido de ese juramento es muy similar a los cuestionamientos del cardenal Antonio Caggiano al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo). “Bergoglio se jactaba de haberlo obligado a ese juramento, y uno de sus libros de cabecera era El Príncipe de Maquiavelo”, recuerda Mom Debussy.
Un papa muy paternal
La trama de impunidad, complicidad y silencios de la Iglesia con la dictadura no es ninguna novedad, hace poco el propio genocida Videla daba cuenta de ello. Bergoglio, Francisco I, tuvo que declarar como testigo por pedido del Tribunal Oral y Federal por el plan sistemático de sustracción de bebés que eran arrancados de sus madres en cautiverio las cuales sufrían largas sesiones de tormentos propios del medioevo. Aunque utilizó la prerrogativa que le daba el beneficio como alto cargo de la Iglesia de no hacerlo en los juzgados, lo que constituyó un hecho agrio para la consciencia colectiva sobre el terrorismo de estado. Fue convocado y declaró por escrito en la sede de la curia capitalina en calidad de testigo a partir del testimonio de Estela de la Cuadra, hija de una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, quien además sigue buscando a su sobrina, Ana. Francisco I estaba al tanto, cuenta Estela, quien lo había entrevistado para que intercediese en la búsqueda de su sobrina nacida en un centro clandestino de detención. Por escrito y desde un despacho eclesiástico, el entonces cardenal huyo así una vez más de la justicia. Los archivos desclasificados complican e implican al actual papa relacionándolo con el secuestro de sus discípulos jesuitas. Existe una constelación de hechos relacionados a Bergoglio y su oscuro pasado y presente, como la desaparición de siete catequistas militantes de la Juventud Peronista, entre los cuales había dos embarazadas que pasaron por el emblema de la tortura, la ESMA.
Moraleja
Si queréis llegar a papa y ostentar poder sin haber arriesgado un céntimo, pues ya sabéis hijos mios que tenéis que hacer.
Referencias:
http://www.pagina12.com.ar/
http://www.desaparecidos.org/
http://www.pagina12.com.ar/
http://tiempo.infonews.com/
http://www.pagina12.com.ar/