No habíamos opinado, ni mucho ni poco, sobre la renuncia “sorpresiva” del antecesor Benedicto XVI, por respeto a las creencias de innumerables católicos, especialmente de Colombia, país que ha sufrido como ninguno otro los estragos de una Iglesia “terrenal” unida íntima y profundamente , a todo lo largo de su 500 años historia occidental y cristiana con el Poder de la clase dominante colombiana; en un catolicismo sectario, político y conservador, bendecidor de las armas oficiales y motor ideológico de la mayoría de las 11 guerras civiles que desde 1830 hasta 2013 ha tenido Colombia. Y para dar fe de ello, nos basta citar entre los múltiples ejemplos históricos de este contubernio del Poder terrenal; la sangre fértil del sacerdote Camilo Torres Restrepo, derramada impunemente el 15 de febrero de 1966, en patio-cemento y luego, su cadáver secuestrado para la eternidad, por su asesino legal el general Valencia Tovar.
Parte del acuerdo global USA-Vaticano de 1982, además de la imposición en Rusia del borracho neoliberal Yeltsin sobre el socialdemócrata Gorbachov, incluía el freno a la Teología de la Liberación de rápida y creciente expansión entre las masas empobrecidas de América Latina, y fue precisamente Benedicto XVI, como parte de ese Poder global, quien dos años después (1984) bajo órdenes directas de Juan Pablo II y como jefe de la “Congregación para la Doctrina de la Fe” (donde también oficiaban conocidos cardenales colombianos) condenó para callar con once meses de “exilio verbal” al franciscano y teólogo brasileño y latinoamericanista Leonardo Boff, propugnador de la Teología de la Liberación.
Y aunque la Iglesia católica tiene 200 años de atraso intelectual, no pudo evitar ser parte integral de la Crisis Civilizatoria actual, cada día más profunda y al parecer insuperable e irreversible, la que finalmente también llegó con todos sus efectos arrasadores al Estado Vaticano, a través de la quiebra del capital financiero invertido en el sistema global financiero por el Banco Vaticano.
Aclaramos. No fueron, solamente, como pretendió hacérnoslo creer la propaganda oficial, los escándalos masivos y mundiales de la pederastía (“curas cacorros” decimos en Colombia) o la guerra irracional contra los molinos de viento, del condón contra el VIH, la píldora anticonceptiva, el aborto terapéutico, la homofobia y las parejas del mismo sexo, o el silencio del “nacional catolicismo” frente a los actuales 5 millones de desempleados españoles, la terrible crisis social en Italia, Portugal o Grecia , países con alto número de creyentes cristianos abandonados a su suerte; sino la sorda y sórdida lucha intestina en los lujosos aposentos del palacio papal, generada por el escándalo del banco Vaticano, lo que presionó el abandono abrupto de Benedicto XVI del Poder Vaticano y su reemplazo acelerado por otro miembro “confiable” de la curia católica, particularmente la italiana, para que se le diera continuidad al pacto neoliberal de Jun Pablo II y Reagan, un poco más remozado
Nadie mejor que un argentino bilingüe de origen italiano, es decir, un italiano de habla española, jesuita y con esta maravillosa hoja de servicios burocráticos: “…Durante el consistorio del 21 de febrero de 2001, el papa Juan Pablo II lo creó cardenal con el titulus de San Roberto Belarmino. Y como cardenal, formó parte de la Comisión para América Latina, la Congregación para el Clero, el Pontificio Consejo para la Familia, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el Consejo Ordinario de la Secretaría General para el Sínodo de los Obispos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica”. http://es.wikipedia.org/wiki/
De manera que no hay que buscar sus motivaciones político-religiosas, en su militancia juvenil en la Guardia de Hierro peronista, o en su poco clara vinculación con la dictadura argentina de Videla y Masera, sino talvez, en toda su formación teológica jesuítica, donde se encuentran sus compromisos para continuar y profundizar el rumbo regresivo impuesto a la iglesia católica por Juan Pablo II, esta vez, compitiéndole a Maradona el titulo de sumo pontífice del futbol.
Pero como decimos en Colombia, “por el desayuno se sabe cómo será el almuerzo”. Sin embargo, es prematuro hacer pronósticos de lo que debemos esperar los colombianos del nuevo Papa, quien para aumentar la confusión, o talvez como prognosis, tomó el nombre del reaccionario y absolutista emperador Francisco I…de Austria (1804-1835) recordado por su mano derecha Metternich; De todas formas, hacemos votos por la modernización de la iglesia católica en Colombia, su secularización definitiva, su alejamiento del Poder terrenal, político e inquisitorial del procurador Ordoñez, y por un real afianzamiento del apoyo al proceso de paz de la Habana con el que se pretende finalizar el histórico conflicto social y armado colombiano. No creo sea demasiado. Tampoco una impertinencia atea.