El tema que pretendo tocar en este artículo no es muy original, pues hace referencia a lo que todo el mundo se está preguntando, y por supuesto, todo el mundo tiene una opinión al respecto, como he siempre he dicho, la gente con dos whiskies se vuelven politólogos o economistas consumados.

Lo que me he preguntado insistentemente es qué puedo aportar al tema sin caer en los lugares comunes. Es decir, tratar de abordar un tema de actualidad desde una perspectiva nueva.

Lo primero que puedo decir es que esta controversia no es nueva, quizás un buen ejemplo lo encontremos en la figura de legendario Lenin, alguien que prestó su nombre a una ideología política que marcó el socialismo del siglo XX. Y aquí surge la pregunta ¿pudo el leninismo sobrevivir al líder? Para algunos, es posible que sí, aquellos que aceptaron a Stalin como el sucesor y portaestandarte del leninismo en la Unión Soviética, a pesar de que tuvo que asesinar a un contrincante como Trostky, al cual muchos consideran el verdadero seguidor de las luchas de Lenin.

Otro personaje histórico relevante en la construcción del socialismo del siglo XX fue Mao Zedong, para algunos Mao Tse Tung, en mis épocas de juventud recuerdo haber tenido varios encuentros con comunistas pro chinos, que se definían como Maoístas. Todos sabemos que el Maoísmo no pudo superar la prueba de la falta del líder, aunque en su caso particular, Mao fue siendo postergado por el Partido Comunista antes de su desaparición física. Todos sabemos que muy poco queda del legado de Mao, las nuevas generaciones chinas jamás han leído el libro rojo o las cinco tesis filosóficas.

Otro ejemplo de caudillo que dio su nombre para bautizar un movimiento político fue Juan Domingo Perón en la Argentina de los años 40. Desde esa época ha existido el partido Justicialista, también conocido como el partido peronista, que ha vuelto al poder primero con Kirstchner y luego su esposa. Algo similar a Perón que fue sucedido por Isabelita cuando éste falleció en la década de los setenta. Pero el Partido Justicialista ha sido una bolsa de gatos muy heterogénea y variopinta.

Luego tenemos el caso cubano con el barbudo comandante Fidel, en este caso es curioso que no exista claramente definido algo como Fidelismo, es posible que esto haya sido así, porque Fidel siempre se adhirió al socialismo como ideología y fue un seguidor consecuente del marxismo y el leninismo, y sin duda, del estalinismo. Aun cuando se dio un proceso de culto a la personalidad jamás se llevó eso a vincular el nombre de Fidel a un proceso ideológico propio.

En el lado de la derecha, podemos mencionar el Thatcherismo, el conservadurismo a su máxima expresión con la dama de hierro como líder de la más rancia derecha. También, podemos mencionar la Reaganomics, la visión económica de derecha de Ronald Reagan.

En primer lugar, cabe destacar que el socialismo del siglo XX estuvo atado a figuras prominentes, líderes, caudillos que pretendieron perpetuar su memoria a través de movimientos políticos e ideológicos, lo que también vemos en la Venezuela del siglo XXI.

Y al parecer, el socialismo del siglo XXI (que ya nadie sabe muy bien que significa) no ha escapado de esta tradición caudillesca. Un nuevo líder ha surgido se llama Chávez y ha propiciado ampliamente que el movimiento político que le sigue lleve su nombre, el chavismo.

Ahora bien, en el caso del socialismo del siglo XX vemos que los movimientos que heredaron su nombre de algún líder carismático y mesiánico no corrieron con mucha suerte. El leninismo está enterrado, el maoísmo y el estalinismo también, el marxismo muy desacreditado, el peronismo en su versión kirschnerista enfrenta actualmente una fuerte resistencia en Argentina, la pregunta que surge es ¿pasará lo mismo con el chavismo?

Es lógico que primero tengamos que definir que es el chavismo. Cuando Chávez hace campaña para las elecciones de 1998 desde un punto de vista político no contaba con una clara definición más allá de ser un militar nacionalista, bolivariano (y esto es interpretativo) y que levantaba la bandera de la lucha contra la corrupción que carcomía a Venezuela y la sigue carcomiendo. Chávez contaba con un verbo encendido y un dejo campechano que llegaba a los sectores más humildes de la sociedad, pero que también encantaba a parte de la clase media, sobre todo les gustaba lo de la lucha contra la corrupción. A la mayoría le gustaba el hecho que era algo nuevo.

El Presidente Chávez tenía como dijimos un discurso nacionalista, bolivariano, que mezclaba con alusiones a Rousseau y Montesquieu, y por supuesto a Cristo. Durante algún tiempo coqueteó con la idea de la tercera vía de Tony Blair. Finalmente, después de mucha búsqueda intelectual, y después del intento de golpe de Estado del 2002 y el paro petrolero vino el acercamiento a Cuba y al socialismo. Entonces se comenzó a hablar del socialismo del siglo 21, sin que cuajara una definición clara de su significado, como dijera el ministro Giordani, para él, es el mismo socialismo de siempre pero en el siglo 21. Entonces podemos concluir que el chavismo como ideología no tuvo en sus inicios una clara definición, y sólo esta definición se ha conseguido adhiriéndose al socialismo. A partir de este momento, se comenzó a hablar de Lenin, de Mao, de Gramsci, de Rosa de Luxemburgo, de Trostky, todo esto, mezclado con referencias a Bolívar. Entonces el discurso se vuelve anticapitalista, antiimperialista y tercer mundista. Del nacionalismo pasamos al internacionalismo proletario. Como dijera en alguna ocasión el Presidente Chávez, la caída de la Unión Soviética fue una tragedia, sin reparar que la tragedia fue en realidad la existencia de la misma bajo un modelo autoritario y represivo, y en lo económico un desastre.

A quienes hemos estado cerca del proceso sabemos que en las filas del chavismo hay mucha gente que desde el punto de vista ideológico exhiben la más brutal de las ignorancias, y no estoy hablando de gente que esté en la base, sino muy por el contrario gente que ocupa posiciones elevadas. Me he topado con dirigentes que me han hablado del “tronquismo”, obviamente para referirse al trostkismo. Por supuesto, también hay gente que tiene toda una trayectoria en la izquierda y se han leído las obras de Marx, de Engels y Lenin.

En resumidas cuentas, quiero señalar que en el chavismo hay de todo, desde comunistas dogmáticos, otros quienes pudieran calificarse de socialdemócratas, otros de socialistas cristianos, otros que son o han sido militares, y por último, un grupo de oportunistas que se unieron al proceso para hacer negocios.

En vista de este chavismo variopinto ¿es posible pensar que el pensamiento del líder pueda continuar? Al igual que pasó con Trostky y Stalin, estamos seguros que habrá más de un seguidor del líder que se considerará con las credenciales más que suficientes para seguir adelante con el proceso y profundizarlo. Por lo tanto, es difícil no creer que tarde o temprano se de una lucha por el poder. Esta hipótesis parece estar fundamentada en la historia, más temprano que tarde, unos a otros se acusarán de traidores a los ideales del Comandante Presidente. Todos sabemos que no hay nadie en el chavismo que pueda suscitar las emociones y los sentimientos que ha despertado Chávez en el pueblo más humilde, algo que raya en lo religioso, lo místico, y son muy pocos los hombres que puedan ejercer tal influencia sobre las masas. Por lo tanto, a quienes quieran continuar liderando el proceso no les queda otra alternativa que revestirse de un chavismo a ultranza, con un verbo más radical, bolivariano, anti-oligarca, revolucionario y antiimperialista que el propio Presidente Chávez.

Sin embargo, es muy difícil copiar al líder original y lo más probable es que el pueblo lo sienta de esa manera, y comience a voltear la vista en otra dirección, o simplemente se vuelva apático, indiferente. No podemos olvidar que es Chávez quien ha podido mover a las masas a las mesas de votación y veo muy difícil que un reemplazante logre hacer lo mismo.

Algunos piensan que el desmoronamiento del chavismo es algo que se producirá de inmediato tras la desaparición del líder histórico, no creo que eso suceda con tal velocidad, más bien puede ser un proceso que se vaya decantando poco a poco.

El fenómeno político llamado Chávez tiene varios componentes muy originales sin duda, su extracción popular, su verbo, un discurso que levanta pasiones, que reivindica a los más pobres, que los llena de esperanzas en un mañana mejor. A este discurso por supuesto hay que agregarle coyunturas favorables como un ingreso petrolero generoso. No cabe duda que un hombre como Chávez surge en la historia muy de vez en cuando, pero además debe estar rodeado de un conjunto de circunstancias favorables que le permitan sobresalir.

Los grandes líderes lo han sido por tener también algo así como el timing correcto, es decir, saber aprovechar el momento, para irrumpir en la escena política en el instante preciso y con el discurso adecuado. Algo de esto lo vimos con Rafael Caldera que aprovechó una coyuntura con un discurso correcto en el momento indicado, y que le valió ganar una segunda presidencia, y a Chávez con su famoso “por ahora”.

Ahora bien, ¿por qué parece tan difícil que el camino trazado por estos líderes carismáticos sea seguido por sus adeptos cuando el líder desaparece? La respuesta que daré parece muy simplista, pero a veces en lo simple está la clave, además lo he escuchado de dirigentes chavistas, “nosotros somos Chávez, somos sus hijos”. Y como generalmente ocurre, los hijos de los famosos no llenan los zapatos de los padres. Por mucho que busquemos otro Chávez no lo encontraremos.

Chávez es un referente para los pobres, cuando ya no esté, el pueblo se sentirá huérfano y posiblemente se tornará apático, y ningún otro individuo será capaz de despertar la pasión que el líder original despertaba. Vamos a lo simple, cuando el padre ya no está, y claro más aún, si este padre tenía una aureola de súper héroe, no existirá otro cristiano en este mundo que pueda suplantarlo.

Las misiones podrán seguir, toda la política social podrá seguir, la orientación económica podrá seguir (espero que no sinceramente), pero faltará esa magia del líder que con su discurso mueve a seguidores como opositores, porque estoy seguro que el desconcierto también cundirá en las filas opositoras.

Muchos se esfuerzan en convencer que la revolución llegó para quedarse, que no hay marcha atrás, porque el pueblo ha alcanzado un grado de conciencia tal que no permitirá ninguna involución, esto me parece del todo falso, primero porque hay mucho dirigente chavista que no tiene ninguna conciencia, así como tampoco tiene una formación ideológica sólida como ya dijimos. Si muchos dirigentes carecen de todo esto, de donde se saca que el pueblo ha avanzado ideológicamente de una manera irreversible. Por otra parte, la historia ha demostrado que los procesos sociales si pueden involucionar, y la Unión Soviética es la mejor prueba de lo que digo.

Ahora bien, la oposición venezolana también se quedará huérfana, desorientada y muy probablemente comiencen las rencillas internas. El Presidente Chávez ha sido un factor de unidad de la oposición, un factor que ha logrado cohesionar movimientos políticos que van desde la izquierda con Bandera Roja hasta la más rancia derecha con Primero Justicia, cuyo único leit motiv ha sido sacar a Chávez del poder. Lo han intentado por la vía del golpe militar y la asfixia económica hasta por la vía electoral. Cabe destacar que desde el punto de vista ideológico y programático han sido bastante deficientes, asomando propuestas incoherentes como la de María Corina Machado con su capitalismo popular, hasta la idea vaga y panfletaria del autobús del progreso.

Por lo tanto, la política venezolana se ha reducido a dos grupos en pugna, unos a favor de que el líder caudillo máximo se quede en el poder indefinidamente, y el otro pugnando por tumbarlo del poder de la manera más rápida posible, una pelea en que lo ideológico queda muy mal parado sin duda alguna. Este es el efecto que tiene una personalidad carismática caudillesca cuando asoma a la escena política, la razón se calla y las emociones afloran de lado y lado, y todo se reduce maniqueamente en estar a favor o en contra del líder sin que haya lugar a expresar un centrismo razonado, o estás con Dios o estás con el Diablo, lo que llama la atención es que el Dios y el Diablo, el Bien y el Mal se confunden en un solo personaje, dependiendo de la posición de cada quien.

En los sucesores del Presidente Chávez se está viendo una posición cada vez más radical, casi que visceral, la ausencia del líder pareciera que los impulsa a demostrar con más ahínco una posición muy dura y beligerante, pareciera ser que se trata de demostrar a propios y extraños cuan comprometidos están con la revolución.

Sin el líder la política en este país se tornará muy aburrida. De hecho, ya empezamos a bostezar, sólo, algún rumor de la salud del Presidente nos quita esa modorra política.

Lo que nadie puede dudar es que si falta Chávez el país ya no será el mismo, el caudillismo marca a los pueblos, y el venezolano quedará marcado por bastante tiempo creo yo.

htorresn@gmail.com