Un antes y un después de Hugo Rafael Chávez Frías
Patricia Barba Ávila
Ayer vino el Diablo aquí, ayer estuvo el Diablo aquí, en este mismo lugar. ¡Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar…Hugo Chávez ante la Asamblea de la ONU, 20 de septiembre de 2006.
No es lo mismo hablar de revolución democrática que de democracia revolucionaria. El primer concepto tiene un freno conservador; el segundo es liberador. Hugo Chávez
Venezuela, el hermano país suramericano, atestiguó un 28 de julio de 1954, el nacimiento de quien se convertiría no sólo en un hito en la historia de América Latina, sino en la esperanza hecha realidad de millones de sus coterráneos y, definitivamente, en un polo de cambio de 180° en el panorama geopolítico de América –el Continente— que ha significado un ostensible debilitamiento de la hegemonía imperialista regional y mundial.
Pero, ¿en qué contexto surge la figura del líder de la Revolución Bolivariana?
En 1989, Carlos Andrés Pérez inició su segunda presidencia después de una demagógica campaña en la que fustigaba al Fondo Monetario Internacional (FMI) –conocido también como el Fondo Más Infame– al que sin embargo, se sometió inmediatamente después de ganar la elección al aplicar, de inmediato, las primeras medidas económicas de corte neoliberal que se resumían en la privatización de empresas públicas, eliminación de las subvenciones, protección del Estado a empresas privadas, entre otras medidas que generaron corolarios brutales como el aumento del combustible que produjo, a su vez, un insoportable incremento de las tarifas del transporte público y, consecuentemente, el sustancial encarecimiento de los precios de los alimentos y otros productos de consumo popular.
Las consecuencias del paquetazo fontomonetariano implementado ovejunamente por Andrés Pérez fueron tan graves y nocivas para las ya golpeadas mayorías venezolanas, que fueron alimentando un creciente descontento popular que fue creciendo de manera exponencial, pues además, el presidente liberó las tasas de interés, resultando en una onerosa actividad usuraria que orilló al gobierno a poner a disposición de los bancos los llamados Bonos Cero Cupón, que les pagaban tasas estrafalarias de hasta el 100% anual a costa del erario y, por supuesto, de los programas de beneficio social.
En este alarmante estado de cosas, el 27 de febrero de ese mismo año, ocurre lo que conocemos como El Caracazo, un amplio movimiento popular de protesta que se inició realmente en la ciudad de Guarenas, cerca de Caracas y que fue extendiéndose a otras entidades y a la misma capital del país. La respuesta del gobierno no se hizo esperar: una violenta represión a manos de las fuerzas armadas que generó una profunda indignación en Chávez y el el núcleo fundacional militar que, años atrás, inspirado en el ideario del Libertador de América, habían concebido la propuesta del árbol de las 3 raíces, de honda convicción bolivariana y que impulsaría más tarde la reforma del ejército venezolano.
En un principio, este movimiento cívico-militar había adoptado el nombre de Ejército Bolivariano Revolucionario (EBR), ya que sus siglas coincidían con las tres fuentes ideológicas sobre las cuáles se comienza a nutrir la logia militar bolivariana: Ezequiel Zamora, Simón Bolívar y Simón Rodríguez. Sin embargo, decidieron adoptar finalmente el nombre de Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200), cuya estructura se fundamentó en el llamado juramento del Samán de Güere que tuvo lugar el 17 de diciembre de 1982 en Aragua, en cuyo seguimiento, Hugo Chávez Frías, Joel Acosta Chirinos y Jesús Urdaneta se comprometieron a impulsar el desarrollo de Venezuela.
Así fue como en el contexto del profundo descontento popular y la crisis política, económica y moral que se agravó al inicio de la década de los noventa, tiene lugar el 4 de febrero de 1992, la insurrección liderada por el grupo de militares chavistas en busca de alternativas que liberaran al país de la insufrible injerencia del FMI, brazo ejecutor de lo que he dado en llamar el cartel financiero internacional**.
Lamentablemente, las heroicas acciones iniciadas en la madrugada de aquel día en Caracas, Aragua y Maracaibo, no lograron cabalmente los objetivos planteados, por lo que no quedó otra opción que frenar las operaciones. Al final de la mañana, el entonces mayor Hugo Rafael Chávez Frías, líder de la rebelión, asume valientemente su responsabilidad y desde la cárcel se dirige al pueblo venezolano instruyendo a los insurgentes que aún luchaban en Aragua y Valencia que se rindieran para evitar mayores derramamientos de sangre. Con su famoso “Por Ahora” que sirvió de acicate esperanzador para el pueblo, la figura del Comandante se colocó para siempre en las páginas doradas de la historia continental al sembrar en la mente de millones lo que ahora se conoce como el chavismo. En los meses subsecuentes a la rebelión y encarcelamiento de los líderes, ese pueblo alzado que escuchó conmovido las palabras de su líder, ejerció una tremenda presión sobre el gobierno de Rafael Caldera, quien como resultado de un acuerdo político con sectores de izquierda, ordenó el 27 de marzo de 1994, un sobreseimiento del caso y la liberación de Chávez.
Una vez libre y debido al enorme descontento popular hacia los partidos políticos, Hugo Chávez y un creciente grupo de seguidores inician una campaña para no ir a votar en las siguientes elecciones, alegando que era la mejor manera de demostrar que el país no quería seguir con esas políticas económicas ni sociales que habían sumido a Venezuela en una crisis sin precedentes. Este movimiento político-electoral adoptaría el nombre de Partido Movimiento Quinta República (MVR). En ese contexto, Chávez inicia una serie de actividades trascendentales como la visita que realizó a La Habana el 14 de diciembre 1994 para entrevistarse con el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, en un encuentro que ha quedado grabado en la memoria de venezolanos y cubanos, dos pueblos profundamente hermanados por lazos de solidaridad internacionalista. Asimismo, en los años subsecuentes, Hugo Chávez se dedicó a recorrer Venezuela para explicar al pueblo su proyecto político basado, principalmente, en la necesidad de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que «refunde la República», sueño que se cristalizaría con el triunfo del Comandante en la elección de 1998 y su asunción de la primera magistratura el 2 de febrero de 1999, convirtiéndose así en primer mandatario de convicción socialista-nacionalista en la hermana nación suramericana.
Huelga mencionar que el chavismo ha tenido tal impacto en el acontecer latinoamericano y mundial, que inevitablemente, ha provocado violentas reacciones por parte del cartel financiero internacional que desde Washington ha lanzado toda clase de ofensivas para desestabilizar la gestión del Presidente Chávez entre las cuales, una de las más condenables fue el golpe de estado de abril de 2002, mismo que fracasó rotundamente y que mandó a los perpetradores dentro y fuera del país, un mensaje contundente por parte del pueblo venezolano: ¡el chavismo llegó para quedarse!
Es indiscutible que entre otros numerosos y variados esfuerzos por debilitar la Revolución y a su líder máximo, ha estado la machacona propaganda mediocrática que ha basado sus ataques en una supuesta «vulgaridad» del Comandante, presumiblemente debida a la espontánea franqueza con la que Chávez ha criticado en foros internacionales y medios de comunicación, la rapiña que bajo el cobijo de la «ideología» neoliberal y el libre mercado, ha causado indecible sufrimiento a millones de seres humanos en el mundo. Esta fresca e innovadora forma de expresión, que nada tiene que ver con la indiscutible preparación intelectual y la estatura política y moral del mandatario venezolano, ha generado ciertamente una mezcla de reacciones encontradas: las de los que lo celebramos y las de aquellos que lo califican como «naco» y «vulgar».
En lo que a mi respecta, no sólo es aplaudible la espontaneidad y frescura de Chávez, sino que, inevitablemente, me hace reflexionar en lo fácil que es, desde la mediocracia oficial y oficiosa, manipular a millones de gente de buena fe pero desinformada que sin mayores datos y argumentos de fondo, descalifica y hasta odia –como eco de las chachalacas mediáticas– a quienes ni siquiera conocen.
Creo que con su profunda convicción social y humanista muy cercana a la Teología de la Liberación, acompañada de un ingenio fresco y espontáneo que se ha convertido en su estilo personal de servir a la sociedad venezolana, Hugo Chávez vino a inaugurar una etapa distinta tanto en la actividad gubernativa en su país como en la mística que une a Venezuela con el resto de las naciones, misma que, por fortuna, se ha replicado, con sus propios matices, en países como Bolivia y Ecuador, transformado al líder de la Revolución Bolivariana en uno de los estadistas latinoamericanos más queridos y admirados, pero también en uno de los más perseguidos, vilipendiados y atacados, junto con Fidel Castro, por parte de los poderes de facto que a nivel mundial, han causado la paulatina destrucción de la economía de naciones enteras como Grecia, España, México, Estados Unidos, Italia, etc, en una debacle de dimensión internacional que, en contraste, no ha logrado destruir a los países que conforman la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA) y UNASUR.
No es casual que grandes figuras del ámbito comunicacional como el cineasta Oliver Stone, el autor y conferencista Michael Parenti, y el escritor y politólogo Noam Chomsky, se hayan expresado con gran respeto hacia la Revolución Bolivariana en Venezuela y su líder indiscutible: Hugo Rafael Chávez Frías, quien hoy, con una voluntad de hierro y una entereza admirables, libra otra gigantesca batalla contra una enfermedad que pocas veces perdona pero que se ha tenido que doblegar ante el cuatro veces reelecto estadista venezolano, quien hace poco, en ocasión de los festejos del 4 de febrero pasado, dijera a los millones que esperan ansiosos su regreso:
«Han transcurrido 21 años desde aquel 4 de febrero de angustia y madrugada, de valentía y sacrificio y la marcha sigue siendo dura», y, parafraseando al Libertador aseguró que «el país está avanzando a paso de vencedoras y vencedores hacia la independencia definitiva, hacia la patria socialista y liberada».
«Siéntanme entre ustedes, en este día de la dignidad nacional estoy con ustedes, llevando la boina roja y el brasilete tricolor (…) Bendito seas 4 de febrero. Bendito seas por ahora y para siempre, hasta la victoria siempre».
Comentarios a: paty.barba50@hotmail.com; andrea.barba47@gmail.com
Twitter: @setimorena http://lanuevarepublica.org; http://pueblos.ning.com
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**Grupo de oligarcas que a nivel global han venido saqueando las economías de distintas naciones a través de sus brazos financiero y militar: la dupla FMI/BM y la OTAN.
***Patricia Barba Avila, titular de los programas Desde la raíz y Sabía usted que, transmitidos por Radio La Nueva República y retransmitidos por La Radio del Sur y Alternativa Latinoamericana. Coordinadora General para Hermes México y colaboradora de las revistas Forumenlinea y Emet. Co-titular del programa de análisis Causa y Efecto.