Para La Habana, esa independencia de Washington es justamente la principal ventaja de la Celac, cuya presidencia temporaria ejercerá hasta comienzos de 2014 el presidente de Cuba, Raúl Castro, junto a sus pares Sebastián Piñera, de Chile, y Laura Chinchilla, de Costa Rica. Por resolución especial, a esa troika se unirá el mandatario de Haití, Michel Martelly, quien encabeza este año la Comunidad del Caribe (Caricom).
«Asumimos el compromiso de trabajar por la paz, la justicia, el desarrollo, la cooperación, el entendimiento y la solidaridad entre los latinoamericanos y caribeños», dijo Castro tras asumir este lunes 28 la presidencia de la Celac, no sin reconocer que el fomento de la unidad regional parte de reconocer la diversidad existente en el área
El bloque, que reúne a los 33 países de la región, finalizó este 28 su primera cumbre formal en Santiago de Chile. Su segunda edición deberá realizarse dentro de un año en Cuba, cuyas autoridades arroparon la creación del bloque desde que la idea comenzó a tomar forma en la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo efectuada en 2008, en Brasil.
A la cita brasileña de entonces, la primera de carácter regional que se llevó a cabo sin participación de Estados Unidos ni Canadá, siguió una segunda edición en febrero de 2010 en México, donde se decidió constituir la Celac, fundada oficialmente en el encuentro de fines de 2011 en Caracas.
La opción de Cuba por una integración independiente de Estados Unidos se hizo evidente en junio de 2009, cuando rechazó solicitar su reingreso a la Organización de los Estados Americanos luego que esta derogó por consenso una resolución de 1962 que suspendió a esta nación caribeña de ese foro por su identificación con el marxismo- leninismo.
Además, el gobierno de Castro reafirmó su activa participación en los mecanismos regionales representativos de la región, incluyendo el Caribe insular.
«Fortalecer, expandir y armonizar esos organismos y agrupaciones es el camino escogido por Cuba; no la peregrina ilusión de regresar a una organización que no admite reforma y que ya ha sido condenada por la historia», consideró Castro.
Cuba pertenece desde su fundación a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), integrada además por Venezuela, Antigua y Barbuda, Bolivia, Dominica, Ecuador, Honduras, Nicaragua, San Vicente y Granadinas. Mantiene además una estrecha y activa relación política y de colaboración con la Caricom.
La cooperación con países del Sur es uno de los fuertes de la política exterior cubana, una estrategia en la cual América Latina y el Caribe están en condiciones de desarrollar proyectos importantes pese a los recursos limitados.
«Todos tenemos ventajas y posibilidades de aportar la experiencia», dijo el canciller cubano Bruno Rodríguez poco antes de comenzar la Cumbre en Santiago.
Rodríguez expuso a modo de ejemplo la asistencia de su país a Haití, que es especialmente fuerte en materia de salud.
Precisamente, Cuba impulsará la solidaridad como concepto rector de la cooperación entre los países en esa área, alejado de condicionamientos que no guardan relación con una «América Latina nueva», acotó el viceministro Abelardo Moreno.
Mientras el país fortalece su entorno regional, se observan pocas expectativas de mejoría en las relaciones con Estados Unidos con el inicio del segundo mandato presidencial de Barack Obama, del Partido Demócrata. Varias personas que participaron en la sección interactiva Café 108 del sitio web de la Oficina de IPS en Cuba coincidieron en que las posibilidades de cambio son escasas.
A juicio del polítólogo Esteban Morales, la situación interna y externa de Estados Unidos es difícil y, entre los escenarios posibles respecto de Cuba, no cabe esperar transformaciones en la actual política hacia su vecino de gobierno socialista. Sin embargo, el estudioso no descartó la posibilidad de una vía indirecta, envuelta «en los cambios hacia América Latina y el Caribe».
«Las mayores potencialidades se mueven hacia los dos últimos años, en dependencia de cómo le salgan las cosas a Obama ahora», agregó Morales.
Por su parte, el periodista Roberto Molina no espera cambio alguno «en la situación de no relaciones entre los dos vecinos, enemistados desde comienzos de los años 60».
«Obama tiene demasiados temas de gobierno pendientes: emigración, reforma fiscal, una guerra y otros conflictos potenciales y una economía tambaleante», como para que Cuba sea una prioridad en su política externa», remató, a su vez, el periodista cubano residente en Canadá Boris Caro.
En su último discurso del año recién concluido, Castro anunció que consagrará los mayores esfuerzos y energías a la presidencia de la Celac, pero no obvió reiterar «una vez más a las autoridades norteamericanas la disposición de Cuba al diálogo respetuoso, basado en la igualdad soberana, sobre todos los problemas bilaterales».