Hedelberto López Blanch

Resulta que tras cinco largos años de obligar a los gobiernos capitalistas de Europa a tomar medidas neoliberales para intentar detener la crisis económica, ahora el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el presidente del Eurogrupo afirman que ese organismo se equivocó a la hora de valorar el impacto de la austeridad en las naciones del viejo continente.

Nada más simple que reconocer con unas palabras la enorme realidad que sufren millones de familias en Europa Occidental que han visto como se desvanecen sus sueños de la noche a la mañana y van a parar a las filas de los desahuciados, los desempleados y de los pobres.

Pero para limpiar sus culpas, el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard agregó que el «error» del organismo internacional fue a la hora de recomendar recortes a los gobiernos europeos pues estos no supieron entender que el compromiso de las autoridades con la austeridad acabaría con el crecimiento.

Parece que Blanchard no recuerda bien las numerosas reuniones de la llamada troika (Comisión Europea (CE), Banco Central Europeo (BCE) y FMI) con los gobiernos en crisis económica, durante las cuales presionaban y aun presionan para que impongan medidas drásticas contra los sectores públicos y obligarlos a pagar las deudas contraídas al precio que fuera necesario.

El informe presentado por Blanchard, titulado Errores en el Pronóstico de Crecimiento y Multiplicadores Fiscales reconoce que «los pronósticos subestimaron significativamente el aumento del desempleo y la caída de la demanda interior con la consolidación fiscal»,

El documento agrega que en el caso de Grecia, el desvío en aumento de la deuda, a pesar de los recortes de gasto, fue mayor de lo esperado y si se hubieran constatado esos errores habría llevado a la entidad a recomendar medidas de austeridad menos severas en el caso de España y Portugal para evitar un deterioro masivo de las economías de estos países.

De todas formas, el economista jefe del FMI trata de salir a flote cuando concluye: «los resultados no quieren decir que la consolidación fiscal sea indeseable, ya que las economías avanzadas deben ajustar sus presupuestos ante el aumento de sus deudas y que los resultados a corto plazo son uno de los factores que deben estudiarse en caso de recomendar nuevos recortes.

Claro que Blanchard debió de explicarles los deslices cometidos por su organismo a los millones de griegos, irlandeses, españoles, portugueses, italianos, británicos y franceses que han sido lanzados a las calles ante la pérdida de sus empleos que les impiden pagar los altos alquileres y hasta la alimentación de sus familias.

Las obligadas reformas laborales impulsadas por la troika, motivaron un enorme desempleo en la Eurozona que según la Oficina de Estadísticas Comunitaria EUROSTAT, se sitúa en 11.8 % y en la Unión Europea (27 países) en 10,7 %. España marcha a la cabeza de ese negativo índice con 26,6%, seguido de Grecia, 26 %.

Otro que acaba de expresar sus desavenencias con las medidas, es el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker que a pocos días de dejar su cargo (febrero) declaró en el Parlamento Europeo que los ajustes se diseñaron para aplastar a los más débiles y dijo que los ministros de Finanzas solo siguen los dictados de la CE, el BCE y el FMI, “cuya legitimidad democrática no es clara”.

Cuando aun estaba dentro del “agua” como jefe del grupo que agrupa a los ministros de Finanzas de la Eurozona, Juncker no se atrevió a señalar con tanta elocuencia los numerosos errores cometidos y en esta ocasión hasta acusó a algunos países del bloque (sobre todo Alemania y Francia) de beneficiarse de la crisis por dos males que aquejan a las naciones del sur: el riesgo país y la fuga de capitales.

El todopoderoso Juncker que durante años dirigió y hasta obligó a los ministros de Finanzas del Eurogrupo a acatar las presiones de la troika, ahora también se retracta de su dócil accionar y de haber llevado a varios países del viejo continente a una crisis económica y financiera de la cual no saben como salir.

Para concluir su diatriba, el también primer ministro de Luxemburgo, puntualizó que Berlín y París no tenían nivel para sacar a Europa de la crisis y que ya muchos se estaban cansando del dictado alemán.

El escepticismo ante lo que pueda ocurrir por el estancamiento de la crisis, pende como espada de Damocles sobre las naciones con economías capitalistas avanzadas.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en un informe titulado Perspectivas Económicas Mundiales , aseguró que se registra “una significativa pérdida de confianza en el orbe” achacable a los ajustes, al desempleo y a un menor comercio internacional.

La OCDE, que reúne a 34 países con grandes economías, explicó que al comienzo la crisis solo fue financiera pero ya devino en estructural a partir de la crisis fiscal y los números rojos en Estados Unidos y los Estados centrales de la Eurozona.

Y al igual que los casos anteriores citados, la organización subrayó en su informe que “el impacto negativo de los programas de ajuste ha sido mucho más importante de lo previsto, y que las medidas de austeridad implementadas han reducido el crecimiento económico de los 34 miembros en hasta 1,25 puntos porcentuales en 2012.

En contra de sus anteriores planteamientos, la OCDE aconseja a los miembros de la zona euro a “no aprobar más ajustes pues descarrilan sus objetivos de reducción de déficit”.

Por primera vez la organización dibujó un panorama futuro con objetividad al afirmar que de seguir la Eurozona con la aplicación de medidas de austeridad no habrá en el mundo suficientes desiertos para la travesía de la crisis que le espera.

Pero pese a esas retracciones de los poderosos organismos, la pregunta clave aún queda en el aire. ¿Se habrán dado cuenta que las políticas neoliberales lejos de aminorar la crisis lo que hacen es profundizarlas y acelerarlas?