GUSTAVO LOPEZ, SUBSECRETARIO GENERAL DE LA PRESIDENCIA DE LA NACION
Julián Bruschtein
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El subsecretario de la Presidencia, Gustavo López, se encuentra en medio de la disputa del Gobierno con las corporaciones mediáticas para que se implemente la ley de medios. “Si esto sigue así la ley va a llegar a los cuatro años de suspensión, un mandato presidencial, es una locura”, sostiene con enojo por “la inacción de la Justicia”. Plantea que uno de los sectores que se debió haber reformado apenas iniciada la democracia fue “el Poder Judicial”, por el resabio de magistrados que dejó la dictadura militar. “El sistema de representación política no refleja lo que está sucediendo en estos tiempos: hay partidos en los que conviven el neoliberalismo con movimientos populares y esto necesariamente va a tener que cambiar”, reflexionó.

–El planteo que desarrollan las corporaciones de medios ante la Justicia contra la ley de medios parece estar más encaminado a dejar correr el tiempo que a determinar su inconstitucionalidad…

–Claramente es así porque ellos saben que la cuestión de fondo es imposible de ganar porque la ley es constitucional. Pero no lo es porque yo lo diga, sino porque todos los antecedentes jurisprudenciales locales e internacionales en la materia siempre han establecido límites antimonopólicos. El objetivo siempre fue dilatar, la estrategia fue patear para adelante lo más que se pueda porque así especulan con la salida del Gobierno. La ley se sancionó en el 2009, la especulación fue que en el 2011 se acababa esto y el kirchnerismo ganó con el 54 por ciento de los votos. Entonces se plantearon seguir pateando a ver qué pasa en el 2013.

–En el medio aparece un sector de la Justicia que le sigue el juego a ese planteo. ¿Cuál es el análisis que se puede hacer sobre esta actitud?

–La democracia el 10 de diciembre del ’83 debió haber dejado a todos los jueces en comisión y volver a nombrarlos a todos. No lo hizo, y muchos de los jueces que quedaron fueron los que taparon los crímenes de la dictadura y los estamos juzgando 25 años después. (El ex presidente Raúl) Alfonsín ha dejado un legado maravilloso para la democracia argentina pero creo que se tendría que haber ido más a fondo con el tema de la Justicia. La Cámara Federal de Mendoza fue la que impidió que se viera Canal 7 en el 2007, después fue la que dictó la suspensión total de la ley en marzo del 2010 y más tarde se supo que dos de los tres camaristas habían participado en torturas e interrogatorios durante la dictadura. Estos bolsones existen y se suma además que están ligados a los poderes económicos. Uno no pide una Justicia ligada a los gobiernos, ahora la Justicia se tiene que limitar a aplicar la ley.

–Usted pertenece a Forja, compuesto mayoritariamente por radicales que integran el Gobierno. ¿Cómo fue el proceso de acercamiento hacia el kirchnerismo?

–Como Forja,los que veníamos del radicalismo, teníamos dos opciones. Quedarnos afuera y ver este proceso de transformación o ser parte de él. Yo siempre sostuve que el radicalismo en su conjunto debió haber sido parte de esto, pero no lo quiso ser. Por eso retomamos la idea de Forja que fue esta especie de puente de plata entre el yrigoyenismo y el peronismo que se dio a partir de 1945. En el interior del país tiene mucha fuerza esta idea porque el peronismo y el radicalismo siguen siendo como Boca y River, pero tenés sectores conservadores en los dos partidos y sectores populares en los dos partidos. En el último año hemos tenido un crecimiento geométrico respecto de los sectores de origen popular. El kirchnerismo es la referencia política donde cada uno desde su vertiente viene a apostar por el mismo país.

–Hay muchas similitudes en la actitud de la oposición en el 2008 con la del año pasado, en donde no proponen una discusión política sino un enfrentamiento mediático para desgastar antes de un año electoral…

–El fondo de la pelea es quién gobierna. Néstor, Cristina y todos los que los respaldamos hemos recuperado el sistema democrático como sistema de representación de la voluntad popular. No es un fenómeno aislado, se dio en la Argentina, en Brasil, en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador y en Uruguay. El neoliberalismo que cortó al mundo en dos a partir de los 80 los llama “sistemas autoritarios”, porque para ellos la democracia es libertad de mercado. Nosotros decimos que no, democracia es la representación del pueblo. Las corporaciones se expresan o a través de algunos partidos que terminan sometidos a sus intereses o de manera directa. Cuando el Gobierno discute con Clarín o con La Nación, no cercena la libertad de expresión, lo que hace es discutir con los verdaderos actores políticos. La oposición termina subordinada a la estrategia de estos grupos. Cuando los 103 diputados de Clarín se levantan del recinto para no votar, no importa si son de la UCR, el PJ Federal o del PRO, representaban los intereses de la corporación. Hoy el sistema de representación política no refleja lo que sucede porque todavía hay viejos partidos en los que conviven el neoliberalismo y los movimientos populares.