5 Nov. 2012 – Basado en un texto de Miguel Fernández Martínez en los blogs cubanos «La pupila insomne» /

«Cuba, la Isla infinita»

La televisión, la prensa, los spots publicitarios y la radio son, sin dudas, los principales caballos de batalla en la carrera por ganar la presidencia en Estados Unidos entre Barack Obama, aspirante demócrata a la reelección, y Mitt Romney, candidato de los republicanos.

Sea cual sea el vencedor, quienes disfrutarán la victoria serán precisamente esos medios de comunicación, protagonistas de enconadas contiendas en medio de unas elecciones que ya se convirtieron en las más caras de la historia estadounidense.

Un reciente artículo publicado por el diario The Daily, líder informativo para tablets y otras plataformas digitales, reveló que en esta campaña 2012, en un grupo importante de televisoras locales se espera un incremento del 56 por ciento en las ventas de propaganda, frente a los dos mil 100 millones de dólares vendidos en los comicios de 2008, calculándose para este año alrededor de dos mil 800 millones de dólares en ingresos.

Según The Daily, y tomando como ejemplo a WKYC, un canal de Gannett.Co, afiliado a NBC en Cleveland, en las últimas dos semanas republicanos y demócratas depositaron 281 millones de dólares para transmitir 182 anuncios políticos.

Gannett.Co, un imperio mediático que está detrás del conocido diario USA Today, aprovechó la gigantesca cobertura electoral en estados claves como Colorado, Florida, Iowa, Nevada, New Hampshire, Carolina del Norte, Ohio, Virginia y Wisconsin.

Otras televisoras que vieron incrementar sus ingresos en medio de la guerra electoral entre Obama y Romney son Belo, Gray Television, LIN Media, E.W. Scripps, Meredith Corp, Media General y Nexstar Broadcasting, por citar algunas, superando incluso a las grandes cadenas de televisión por cable.

El diseño publicitario y propagandístico de ambas campañas presidenciales se sustentó fundamentalmente en ataques personales entre uno y otro candidato, quienes siguen buscando el lado débil de su contrario para atacar de forma despiadada.

Los estrategas demócratas atacan constantemente a Romney por sus posturas conservadoras, los oscuros antecedentes tributarios, el historial como magnate alejado de los intereses de los menos favorecidos y las posturas antiinmigrantes.

“Mitt Romney no es la solución. Es el problema”, dice uno de los más difundidos spots publicitarios contra el aspirante republicano, a quien los demócratas acusan también de exportar inversiones estadounidenses hacia México, China, India, Bermudas, Islas Caimán y Suiza, entre otros países, en medio de una crisis económica que aún hace temblar los cimientos de Wall Street.

Alrededor de 100 millones de dólares han gastado los partidarios de Obama en anuncios de televisión en los estados claves, buscando crear una imagen negativa de su oponente, de ellos, casi 20 millones de dólares en el de Ohio, una plaza fundamental para conseguir la Casa Blanca.

Por su parte, Romney no saca el dedo de la llaga económica como tema para desacreditar al presidente, a quien responsabiliza por el mal manejo de la crisis, el aumento de los gastos gubernamentales, el déficit y un supuesto desacertado uso de los programas de asistencia
social.

También el exgobernador de Massachussetts y sus asesores mantienen sus ataques constantes relacionados con las reducciones presupuestarias de las fuerzas armadas, y la política de la actual administración dirigida a los conflictos en el Medio Oriente, en
particular Irán y los escenarios de conflicto en Irak y Afganistán.

Estas elecciones están marcadas, desde que comenzaron las primarias republicanas, por el desgaste, el descrédito, y sobre todo, por un distanciamiento evidente de los principales intereses del elector estadounidense.

Esta vez, a los demócratas les correspondió esperar pacientemente desde la barda, mirando cómo una decena de aspirantes republicanos a la nominación presidencial pujaban por aparentar ser los más conservadores, racistas y reaccionarios, principalmente en las figuras de Newt Gingrich y Rick Santorum.

Al final del camino, Mitt Romney ganó el favor de los delegados a la Convención Nacional Republicana celebrada en Tampa, a pesar de no lograr convencer del todo al ala ultraconservadora encabezada por el Tea Party, y su condición religiosa de mormón tampoco persuadió completamente a acólitos e indecisos.

Durante las primarias republicanas, Romney también fue blanco de los despiadados ataques publicitarios de sus oponentes Gingrich y Santorum, enmarcados fundamentalmente por su pasado al frente de la compañía Bain Capital, una empresa que le permitió construir una fortuna a base de despidos masivos de obreros.

Casualmente fue Gingrich, un correligionario del exgobernador de Massachussetts, quien lanzó un mensaje de campaña contra el favorito republicano, y dirigido a los cientos de millones de telespectadores estadounidenses, donde preguntaba: “¿Es realmente el capitalismo la habilidad de un puñado de ricos de manipular la vida de miles de otras
personas e irse con el dinero?”.

En las elecciones presidenciales de este 6 de noviembre, 156 millones 421 mil 311 votantes registrados elegirán al presidente y al vicepresidente de Estados Unidos, además de 11 gobernadores, 33 senadores y 435 representantes a la Cámara Baja.

Su única alternativa electiva ha sido una andanada de improperios, ataques y descalificaciones entre dos aspirantes que se enfrentan por ganar el mandato de los próximos cuatro años.

Muy poco han ofrecido Obama y Romney a los millones de estadounidenses que sueñan por un cambio. Ni el demócrata cumplió todas sus promesas de campaña en 2008, ni el republicano está dispuesto a que los ricos ayuden a aliviar las necesidades.

Hay que esperar hasta el 6 de noviembre, pero lo que no cambiará será el “establishment”, que al final tendrá la última palabra.