La economía panameña representa aproximadamente una dos milésima (0.002) parte de la de EEUU. Por cada transacción que se realiza en Panamá, en el país del norte se realizan 500. En otras palabras, los panameños y extranjeros en el istmo producimos en 2011 – en bienes y servicios – cerca de 32 mil millones de dólares. Los norteamericanos, y la gran población extranjera que reside en ese país, generaron gracias a su trabajo cerca de 16,000 mil millones de dólares. Algo como 500 veces más que los panameños.
Si analizamos estas cifras por cada habitante, la diferencia entre los países también es significativa. Los 320 millones de norteamericanos producen anualmente – cada uno – en promedio, casi 50 mil dólares. En cambio, los panameños producimos por cada habitante 10 mil dólares al año.
La desigualdad social y económica en ambos países es muy marcada. Entre los países industrializados del mundo, EEUU tiene la tasa de desigualdad socioeconómica más alta. Panamá se coloca entre los tres países de América latina con las tasas de mayor desigualdad. América latina es la región con las tasas de desigualdad más elevadas del mundo.
En Panamá, el 20 por ciento más rico concentra más del 60 por ciento de todas las riquezas del país. Algo parecido ocurre en EEUU. La desigualdad social y económica en dos países también explica las tasas altas de violencia, el porcentaje elevado de personas encarceladas y los problemas en sus sistemas de educación y salud.
La clase obrera de los dos países se reduce anualmente y los salarios pierden capacidad de compra. Las capas medias tienden a disminuir en ambos países y su participación política se hace sentir menos con el paso de los años. EEUU era la potencia hegemónica cuando encabezaba a los países del mundo en producción industrial, exportaciones, educación y poderío militar. En la actualidad, sigue siendo el país que gasta más en inversiones guerreras. (Invierte más en producir armamentos que todos los demás países del mundo juntos). Sin embargo, ha perdido su liderazgo en los campos de la producción industrial, exportaciones y educación.
Panamá es un país sub-desarrollado (en el sentido de su producción para el mercado capitalista). En los últimos 20 años (1990-2010) ha visto su producción industrial y agropecuaria disminuir. En cambio, los sectores que especulan con las finanzas han crecido en forma significativa (representan el 80 por ciento del producto interno bruto). Igualmente, las actividades económicas asociadas con el comercio marítimo mundial: Canal de Panamá, puertos, seguros y otros.
En este marco de creciente contradicciones sociales y de incertidumbre económica, Panamá y EEUU puso en efecto esta semana un tratado de “comercio libre” cuya negociación se inició hace más de diez años y que fuera firmado en 2007. EEUU, sin embargo, no lo ratificó hasta octubre de 2011 (junto con instrumentos similares con Colombia y Corea del Sur). Además, Washington le impuso a Panamá un conjunto de acuerdos que no estaban en el pacto original. Es un acuerdo que refleja la asimetría entre las partes. El gigante económico de EEUU manejará un vehículo donde Panamá queda colgada de una ventana sin posibilidad alguna de sacar ventaja del paseo. EEUU podrá colocar (dump) en el mercado panameño todo lo que produce. En cambio, Panamá no podrá vender sus productos en el país del norte.
Según el director de la Oficina de Comercio Exterior de EEUU, Ron Kirk, “bajo los términos acordados Panamá eliminará los aranceles y otros obstáculos a las importaciones norteamericanas. El tratado, agrega Kirk, promoverá el crecimiento económico y la expansión del comercio entre los dos países”. Obviamente, el gobierno panameño no tiene algo que decir. Su silencio lo dice todo. Para Panamá el acuerdo promoverá más subdesarrollo económico y menos exportaciones a ese país.
El acuerdo final se logró cuando hace unas semanas el presidente Ricardo Martinelli firmara una adenda permitiendo que EEUU aplicara su legislación sobre propiedad intelectual y patentes en Panamá. Panamá también permitirá que EEUU utilice sus mecanismos de resolución de conflictos en el país. Panamá es uno de los pocos países del mundo que permitió que EEUU reemplazará su propia legislación por reglamentos norteamericanos en esta materia.
Según la oficina de Comercio Exterior de Washington, el tratado le permitirá a EEUU introducir al mercado panameño, entre otros productos, arroz y azúcar. Panamá es un importante productor de arroz para una población que privilegia el consumo de ese rubro. El gobierno panameño ya les ha notificado a los agricultores de arroz que cambien de producción para acomodar el arroz norteamericano. Cuando la oficina de Comercio Exterior de EEUU se refiere al azúcar hay indicios de un cambio histórico de política. Desde principios del siglo XX, Panamá exporta azúcar (de caña) a EEUU.
En 2010 las exportaciones de EEUU a Panamá sumaron un total de 8.2 mil millones de dólares. Panamá, a su vez, sin incluir los servicios marítimos (Canal de Panamá) y bancarios, le exportó a EEUU menos de 500 millones de dólares. Con el tratado, EEUU proyecta que sus exportaciones aumentarán a 20 mil millones de dólares. Panamá no se beneficiará. La relación entre ambos países continuará con los mismos vicios de desigualdad, asimetría y sólo beneficiará a una de las partes.
– Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA.