Matías Pérez
No podemos hacer oídos sordos ni hacernos los tontos después del importante evento sucedido el 20 de noviembre (20-N), porque de hacerlo estaríamos cayendo en un grave error de apreciación política que podría llevarnos a caminos de diagnósticos equivocados y soluciones erradas.
Una cosa fue la movilización organizada de clase media-media alta del 8N, pero otra muy distinta fue el piquetazo moyanista mezclado con la CTA degenarista, el MST, CCC, Buzzismo, Barrionuevismo y demás mezcolanzas pseudo-sindicales que han paralizado el país de manera real y concreta.
Políticamente debemos aceptar que las acciones y medidas tomadas por el gobierno desde el impresionante triunfo electoral del 54%, han generado efectos colaterales en los sectores medios y sectores de trabajadores no gorilas que, en algún porcentaje (al menos en el que nos alcanzó para ganar en primera vuelta) son la base de sustentación del kirchnerismo que nos representa desde el 25 de mayo de 2003, pero especialmente en este tercer período de gobierno.
La autocrítica es sin dudas la mejor herramienta de análisis y reflexión a la que debemos recurrir para salir de este entuerto en el que nos han metido algunos de los colaboradores de nuestra querida y única líder de nuestro movimiento.
Y cuando me refiero a algunos colaboradores estoy hablando de quienes han llevado a Cristina a cerrar acuerdos con las más nefastas corporaciones transnacionales que saquean a gran parte de la población latinoamericana: Monsanto, Barrick Gold, General Motors, Krafts, Telecom, Repsol (por mucho tiempo), British Petroleum, Shell. Exxon, Carrefour, Wall Mart y tantas empresas que se llevan ganancias extraordinarias y han fugado de Argentina 90.000 millones de dólares sin resistencia alguna.
Este hecho es el nudo gordiano que no se ha cortado y que aún nos tiene encorsetados económica y políticamente. El espacio cedido a las protestas desestabilizadoras del 8 y 20N -operadas por los medios concentrados de comunicación encadenados por el gran monopolio mediático- nos abre un escenario de incertidumbre política hacia adentro y hacia afuera de nuestra fuerza propia (Unidos y Organizados) que se ha quedado inmovilizada luego de haberse incorporado a la gestión de gobierno en este segundo mandato.
Todos sabemos que buena parte de quienes ostentan cargos hacen «cristinismo bobo» y seguidismo adulador, producto de sus propias debilidades ideológicas, en lugar de aportar ideas novedosas para ayudar a Cristina (que no todo lo sabe y no tiene porque saber) para profundizar el proyecto político de gobierno. Esto ocurre porque son muy pocos los cuadros con conocimientos suficientes y con nuevas y buenas ideas para llevar adelante el gobierno: son un recurso escaso.
Por eso, la autocrítica es el arma fundamental del éxito político que nos puede llevar a un cuarto período presidencial donde definitivamente se consolide un proyecto histórico nacional y «revolucionario» que detenga la avanzada del peronismo de derecha encarnado en Scioli, Maza y los inumerables abominables Frankesiteins creados en estos 9 años de gobierno propio, que ha amparado a inútiles rosqueros aspiradoras de recursos que ya deben estar pensando -después de la huelga de ayer 20 N- que van a hacer de sus miserables vidas políticas si no llega la re-relección de nuestra querida Cristina, hoy más necesaria que nunca.
Fuerza Cristina!!
mat_perez02@yahoo.com.ar