Los seres humanos, somos primeramente desde el momento de la concepción, seres químicos, desde allí vamos avanzando hasta convertirnos en seres físicos, así pues, del mismo modo en que quienes hoy leen este trabajo no estarían haciéndolo si no hubiese sucedido previamente la unión química de un óvulo y un espermatozoide, no se puede comprender el por qué del presente dejando de lado el pasado. Es necesario que conozcamos las raíces del cuadro de normas morales, que rigen actualmente el mundo occidental, de dónde proviene éste y cómo va surgiendo la ideología moral como modo de dominación

Platón, aquel a quien tanto alaban algunos profesores de Filosofía de nuestras universidades, configurando su filosofía de dominación, planteando que los dioses al crear al hombre habían utilizado para obtener su fin cuatro materiales, el primero oro, con él diseñaron a cada hombre que nacería escogido para ser miembro de la aristocracia, el segundo material la plata, con ella moldearon a los filósofos e intelectuales, son estos los encargados de producir para la ideología o filosofía de la clase dominante: los hombres de oro; en tercer lugar, los dioses utilizaron bronce, símbolo de la fortaleza y el vigor, con él pues, diseñaron a la clase guerrera, la encargada de velar por que los hombres de oro pudiesen mantenerse en el poder, finalmente los dioses utilizaron hierro para hacer al pueblo llano, por que el hierro todo lo soporta, nacieron pues los pobres para seguir siendo pobres y los ricos para seguir siendo ricos, enaltecidos por una filosofía dominante que los legitimaba en el poder según las reglas morales por ellos mismos inventadas.

Por su parte, Aristóteles fundamentó su ideología de dominación con una concepción semejante a la de Platón; ambas, sin duda alguna, podrían considerarse como la filosofía precursora del nazismo. Para Aristóteles, la aristocracia es la casta superior, y los pobres son ignorantes que viven en la oscurana intelectual permanente, por lo que la aristocracia como buena hermana mayor, debe encargarse de proteger a los salvajes.

Así pues, la aristocracia crea su propia cultura, se hace de intelectuales que les inventen sus filosofías, y les rindan pleitesía como dominadores.

La moral regula la cohesión y coerción entre los miembros de una sociedad, pues son una orquestación de ideas filosóficas que se inculcan a los hombres y las mujeres a través de la «educación» sus medios de comunicación, a fin de que asuman un código de comportamiento que se adecue a los parámetros establecidos por la clase dominante hecha casta, presentando cosas como condenables unas veces y ensalzables otras, según le convenga a la clase poderosa.

Siempre habrá pues, como ideología, una justificación del orden de cosas establecido por los que dominan. Esta moral justifica la desigualdad, el burgués tiene algún don que lo legitima para ser lo que es.

La moral burguesa obliga al hombre a tener para ser. De seguro a un humilde obrero que exija a su patrono respeto en una situación de confrontación, se le responderá con desprecio, viéndosele como a nada por su condición social, y eso es lo que es según la codificación moral burguesa: nada, por cuanto no tiene, entonces no es.

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