Para ganar, el aspirante a la Presidencia debe hacerse con 270 votos de los «electores». Así el margen entre un candidato y otro sea mínimo, el que saqué más votos se adjudica todos los votos del colegio electoral (winner takes all). Si ninguna opción alcanza los 270, será decisión de la Cámara de Representantes escoger al próximo jefe de Estado.
Aunque los demócratas recibieron el respaldo mayoritario de los estadounidenses; los republicanos ganaron entre los «electores». La contienda cerró con 271 para Bush y 266 para Gore. La proclamación fue precedida pro una disputa judicial en Florida, el estado que decidió las elecciones y en el que la brecha entre ambos fue de 0.0092%.
Un mes después de las votaciones, tras un par fallos judiciales que favorecían a Gore, finalmente, la intervención del Gobernador de la entidad (y hermano del candidato) y el hecho de que los magistrados del Tribunal Supremo fueran republicanos selló el camino irreversible a Washington de George W. Bush.
«Seguros», «favorables» y «en disputa»
Los Estados claves por la cantidad de voto electoral que emiten son California (55 votos), Texas (38 votos), Nueva York (29 votos) y Florida (29 votos). Tanto California como Nueva York son bastiones demócratas, mientras que Texas es históricamente republicana; Florida es considerado como territorio «en disputa».
De acuerdo a una clasificación común entre los medios estadounidenses hay estados «seguros», «favorables» y «en disputa». Los votos electorales para el aspirante a la reelección, Barack Obama, rondan actualmente los 230 y para el republicano Mitt Romney 200 aproximadamente.
La batalla es por los 100 votos «en disputa». Las miradas se centran en Ohio (18 votos), estado medular: nadie ha llegado a la Casa Blanca sin ganar allí. También está el caso de Virginia, tradicionalmente favorable a los republicanos pero que en los últimos años se ha inclinado por los demócratas. De allí que Obama haya hecho al menos 20 mítines desde enero de este año en esa región.
La voluntad popular también está golpeada por otros elementos como, por ejemplo, el día de votación: los estadounidenses van a las urnas un martes, como lo hacían sus delegados en el siglo XIX, cuando tardaban un día en trasladarse a los centros de los distritos y no podían viajar los fines de semana por «motivos religiosos».
El hecho de que los comicios se realicen un día laborable incide en la baja asistencia. De 172 naciones, Estados Unidos está ubicado en el lugar 138 en porcentaje de participación popular.