Raúl Bracho
Nuestra sociedad de compra venta, de consumismo inducido, de alienación y esclavitud, realmente tiene su base en el salario. Trabajamos para cobrar y poder comprar el abanico de ofertas de productos necesarios y no necesarios, indispensables para vivir como alimento, ropa y vivienda y no indispensables como toda esa infinita oferta de productos que solo sirven para elevar el “estatus social”.
Pensar en divorciar el trabajo del salario suena absurdo. Pensar en eliminar el valor del trabajo en relación al nivel académico más absurdo aun. Se estudia para ganar más dinero, no para aportar mejores cosas a nuestra sociedad. Es la forma como aprendimos a vivir en esta sociedad donde las monedas ponen precio a todo. Es la perversidad capitalista.
Cada quien debe dar según su capacidad y recibir según su necesidad. ¿Cuándo será posible que lleguemos a este estado evolutivo en nuestra sociedad?
Habrá ese día una sola clase social: el ser humano.
Nuestras necesidades satisfechas debería ser el mejor de los pagos. Una sociedad que se base en este concepto será una sociedad cuya función sea la felicidad de quienes la conforman, donde no existan diferencias sociales de ningún tipo. Ni pobres ni ricos. Ni explotadores ni explotados.
La clase media actual me asemeja lo que sería esta clase única de la nueva sociedad que estamos tratando de construir con el socialismo en lo que respecta a un nivel de felicidad estable en las necesidades materiales. Pero la clase media capitalista termina en una contradicción infernal: la apetencia, la insaciable apetencia capitalista.
Todo clase media imita a la clase alta y detesta a la clase pobre, pero jamás termina aceptándose a si misma. Todo pobre guarda en su inconciente manipulado por los medios de información y por la penetración cultural un terrible complejo de inferioridad que solo se ve satisfecho con el arribismo de clase, todo pobre quiere ser rico. La gran trampa de la sociedad de clases.
El proceso a una sociedad socialista y humanista tiene que pasar por desmontar la sociedad de clase, por tanto, es una obligación ir diseñando y caracterizando la clase única que habitará la sociedad socialista, donde la igualdad social igualará a todos y todas y podrá dar paso al valor humano como valor supremo por encima del valor del capital.
En la construcción de la transformación social que estamos realizando se debe entonces generar todos los instrumentos, herramientas, programas y procesos para ir consolidando la nueva clase socialista: aquellas familias que reciben el beneficio de vivienda, salud y educación, debemos garantizar que reciban la formación ideológica y moral para que tengan conciencia de clase revolucionaria. Cada edificio de la Gran Misión Vivienda Venezuela debe ser una fortaleza de lucha socialista, en cada uno deben generarse formas organizativas que superen a las de la clase media capitalista, cada centro de vivienda tiene que ser impulsador de cambios, ejemplo de vida y fuerza de la lucha trasformadora. Entendámoslo, para construir la nueva sociedad hay que destruir la sociedad de clases y eso solo se hace con conciencia.
Nunca quisiera encontrar un conserje en un edificio de la GMVV. Habremos perdido el rumbo, allí debe nacer la organización comunal, la propiedad social y la mujer y el hombre nuevo.
brachoraul@gmail.com
@hombrenuevo