Una tapadera de la CIA controlará el envío de «ayuda» a África desde Canarias

Cristóbal García Vera
Canarias Semanal

A finales del pasado verano se anunciaba, a bombo y platillo, el inminente establecimiento en el Puerto de Las Palmas de una base permanente del Programa Mundial de Alimentos (PMA), la agencia de cooperación internacional de la ONU, para la distribución de «ayuda humanitaria» a África Occidental. Poco tiempo después, Gonzalo Robles, secretario de Estado de Cooperación Internacional al Desarrollo del Ejecutivo Rajoy, aseguraba que el Puerto de La Luz será «la imagen de la ayuda mundial contra la hambruna en el Sahel». Robles afirmaba, igualmente, que España «ha tenido tradicionalmente un importante papel» en este terreno y «seguiría teniéndolo».

El verdadero carácter de la «ayuda» que se enviará a África, sin embargo, no ha tardado en salir a la luz. En la actualidad, la naturaleza de los supuestos programas de «ayuda al desarrollo» impulsados por los países occidentales no es ningún secreto. Se trata -tal y como han denunciado incluso algunas ONGs como Intermón Oxfam– de instrumentos utilizados por estas potencias en beneficio de sus propios intereses económicos, políticos y militares. En el caso del programa que se pondrá en marcha desde el Puerto de Las Palmas, sin embargo, ni siquiera se ha realizado el más mínimo esfuerzo para tratar de camuflar estos intereses espurios.

Este mismo miércoles 24 de octubre, la prensa local de Gran Canaria admitía abiertamente que «los barcos que repartirán comida» en África servirán también para abrir nuevos mercados en el continente a las empresas norteamericanas.

«Las Islas conseguirán reforzar de este modo su papel como base estratégica para las empresas norteamericanas, algo que recomienda un informe de su Cámara de Comercio en España elaborado por la consultora AT Kearney. El Puerto mantiene hoy más de 200 conexiones con los 17 países de África Occidental que AT Kearney señala como de especial interés para estas compañías». Con este absoluto desparpajo el diario La Provincia – uno de los principales voceros de la burguesía isleña – reconocía qué se esconde, realmente, tras el programa «humanitario» de las Naciones Unidas.

USAID, UNA AGENCIA DE LA CIA AL MANDO DE LA OPERACIÓN

Con la misma naturalidad, el periódico de Prensa Ibérica daba por bueno el tradicional vasallaje a la principal potencia imperialista por parte de sus socios europeos. «La agencia norteamericana que gestiona las ayudas -la USAIDexige que los barcos que trasladan las cargas sean de bandera estadounidense. La entrada en la región de navíos de su propio pabellón -escribía sin rubor el redactor del diario- se convierte en un atractivo añadido para las empresas inversoras, que buscan nuevas líneas de negocio en economías con un ritmo de crecimiento anual del 12 %».

Obviamente, ningún lector de La Provincia pudo adquirir a través de este medio una información fidedigna acerca del organismo norteamericano -la USAID– que ya campa por sus respetos en uno de los principales puertos de Canarias. La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional es una institución que recibe sus directrices estratégicas del Departamento de Estado y está encargada de distribuir la mayor parte de la «ayuda» exterior con la que Washington trata de reforzar su política exterior.

Pero la USAID no es conocida, precisamente, por luchar contra el hambre en el mundo, sino por actuar como un apéndice de la CIA -la Agencia Central de Inteligencia– utilizando sus ingentes fondos para desestabilizar a los gobiernos rebeldes a los dictados de EE.UU. La Agencia de los EE.UU. para el Desarrollo Internacional comenzó a gestarse en la Oficina de Seguridad Pública (OPS), establecida en 1957 por el presidente Dwight Eisenhower para entrenar fuerzas policiales cipayas en otros países. Pero fue en 1961 cuando John F. Kennedy la creo como entidad dedicada a la “ayuda humanitaria”, convirtiéndose en el organismo oficial destinado a operar en naciones con “inclinaciones antidemocráticas”. Es decir, en aquellas donde el dominio norteamericano pudiera verse cuestionado.

Los periodistas Jean Guy Allard y Eva Golinger, son dos de los investigadores que han aportado suficientes datos contrastados sobre la forma en la que actúa la USAID en más de 100 países y, particularmente, acerca de sus operaciones en América Latina. Los propios documentos desclasificados de la CIA revelan que millones de dólares de su presupuesto se canalizan mediante esta agencia hacia una red de instituciones y grupos políticos que son utilizados para llevar a cabo acciones clandestinas. A través de sus más de cien oficinas en países del llamado Tercer Mundo la USAID coopta a organizaciones privadas, grupos indígenas, asociaciones de profesionales, religiosas, etc., y subvenciona a grupos de «disidentes» al servicio de los intereses de EE.UU. Mantiene, igualmente, relaciones con más de 3 mil 500 empresas y 300 organizaciones privadas de su propio país y otorga subsidios a pretendidas ONGs igualmente vinculadas a la CIA como Reporteros sin Fronteras.

La finalidad injerencista de esta Agencia, en cualquier caso, quedo plenamente de manifiesto desde sus primeros años de existencia. Ya en 1974 el gobierno norteamericano se vio obligado a clausurar una división de la USAID utilizada para entrenar, financiar y armar a más de un millón de policías en América Latina, Asia y Medio Oriente. Si bien posteriormente recuperó estas actividades incorporándolas a la llamada “Iniciativa Interferencia de Contrainsurgencia”.

Especialmente activa se ha mostrado la USAID en Cuba, donde ha destinado más de 197 millones de dólares al financiamiento de grupos contrarrevolucionarios y diferentes programas de subversión. En diciembre 2009, un alto funcionario de esta agencia reconocía en declaraciones efectuadas a The New York Times que la Agencia Central de Inteligencia utilizaba su nombre para no a parecer directamente involucrada en la “donación” de fondos y el establecimiento de contratos.

El historial de la agencia que controlará los envíos del Programa Mundial de Alimentos a África desde Gran Canaria es, en suma, suficientemente diáfano como para no dejar lugar a las dudas. Y basta, por sí solo, para concluir que el reparto de alimentos y medicinas por parte de la USAID, lejos de tener una motivación “humanitaria”, forma parte del mismo proyecto de recolonización del continente que ha llevado a la OTAN a tomar esta isla como base de operaciones para el control militar de sus valiosos recursos y sus crecientes mercados.