Carlos Borgna
Han pasado ya varios días de la marcha que realizaran sectores de derecha y claramente opositores al gobierno nacional, en donde aparecieron todo tipo de manifestaciones llenas de odios, discriminación y agresividad.
Numerosos periodistas y comunicadores de todo el país, escribieron sobre esto y la discusión versó sobre el grado de espontaneidad, la bronca, quien realmente organizó la movida, que respuesta convenía dar frente a la movilización y cual era el verdadero objetivo de la misma.
Ya se ha dicho mucho sobre esto y hay numerosas crónicas que aportan análisis lúcidos sobre el tema.
Un dato importante lo constituye el hecho de que la gente que salió a la calle lo hizo por distintos motivos, algunos expresados a nivel de la ridiculez, pero lo cierto es que la diversidad de ejes, debe llamarnos a la reflexión en primer lugar. Existió una estrategia para atar cuestiones que, en su gran mayoría, unas no tiene nada que ver con la otras.
Lo segundo va en dos ejemplos. En un bar/hotel muy conocido de la zona de Once en Buenos Aires, lleno de gente, con turismo nacional e internacional, los mozos (hombres y mujeres de sectores populares) debatían dos o tres días antes de la movilización sobre que Cristina salía nuevamente por cadena nacional; esa era su preocupación, el tema que los movilizaba y la crítica a la Presidenta.
Más allá de la legitimidad de que la sociedad discuta todas las cuestiones de la vida nacional, en realidad esta situación puntual es un tema impuesto por la agenda de los grandes medios que no modifica ni impacta en los sectores populares; esos mismos que doce años atrás no tenían trabajo, y poca gente andaba dando vueltas por Corrientes o Rivadavia haciendo compra o de tours, o consumiendo en los bares y el país eclosionaba.
La otra noticia, fue un reporte de la Agencia Télam de hace pocos días atrás donde reproduce el informe de la OEA sobre la tasa de homicidios en el continente y donde nuevamente Argentina integra el grupo con menor porcentaje cada 100.000 habitantes. Esta información pasó casi inadvertida, no sólo en su difusión, sino en el análisis que la misma merece. Algo no termina de cerrar en la manera en que estamos comunicando, en la forma en que planteamos los temas, en la construcción de una agenda.
Es decir, no hay que subestimar a los sectores reaccionarios, ni su capacidad de movilización, pero el interrogante sigue estando en como damos el debate, como informamos, como entramos mano a mano con la gente a charlar cada medida de gobierno, tanto desde el Estado como de las organizaciones y fuerzas sociales y políticas.; pues lo central del día después de la movilización lo constituye, precisamente, esa gran mayoría de argentinos, que no son de militancia kirchnerista, que observan lo que pasa, que no sallieron a la calle, que no viven del dólar, que todos los días estan bombardeados por mensajes y cadenas que preanuncian un final que nunca llega, que no hacen ejercicios de comparación entre como estábamos o como estamos, que analizan la realidad totalmente fragmentada.
Ahí, precisamente ahí, está el problema.
caborgna@yahoo.com.ar